a Hanni Ossott


Cada instante pasa
es único

sucesiones

los recuerdos quedan
en algún rincón nuestro

sueños

delgados hilos de felicidad

a veces grietas

vuelven
           lejanas
                       ajenas

diciéndonos
callando.

 

-Beatriz Alicia García
<[email protected]>

   
     



Algo ha pasado en estos días.
Presentimos que es esencial,
definitivo.

Antes
solíamos caminar
con la sombra descosida.

No sabemos qué pasa:
llego,
llegas.

Ha sido cambiado el orden de las cosas:
llegaste,
llegué,
estoy en casa.

Y la vida,
llama a la puerta
y sonríe de repente
así,
como si nada.

-Ana Beatriz Corona
<[email protected]>

   
 
 
 



 
 
 

Apagaron las luces, cayó el telón.
Aún estaba en espera de los aplausos.

Sospecho
que también para soñar hay que apagar luces.

Al despertar
todo siempre se trata de que la función ha terminado

El público somos nosotros
y los aplausos,
son siempre nuestros.

-Ana Beatriz Corona
<[email protected]>

 



CAICITA*

 Qué podría pensar el viejo Chuang-tzù
de estos cerros pelados
y sin gracia aparente
casi lejanos
parchados con pequeños sembradíos
donde se quema rastrojo
en verano
y se trasega aguardiente blanco
en noches
donde la luna
se echa en falta

Qué podría decirles
a esos hombres de hablar menguado
olorosos a tierra recién
preñada
¿Se quedaría a vivir con ellos?
¿Quién le hablaría del Tao a quién?


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*sector agrícola en las afueras de Ocumare.

-Omar Requena
<[email protected]>

 
 







AUTOBIOGRAFÍA 01

(Elegía  Charles Bukowsky)

Bukowsky en os Angeles bebía con borrachos
y perdedores
Nosotros aquí chanceábamos con isleños pervertidos
y putas vulnerables como una pared
podrida
Cerveza tras cerveza urdíamos
proyectos que morían a cada sorbo
mientras el omnipresente ruido
era la cortina
que disimulaba todo aquel marchito esplendor
 
Sin heroísmo alguno Isidoro se marchó
a colgar incómodo de una ducha
Theomar se asfixió en la humareda
de sus recuerdos
Lenin se adecentó
y yo
le  canto
a Charles
lo que solo
es una excusa para desandar
éstas líneas

-Omar Requena
<[email protected]>





Nos reconocemos discretamente.
No somos tantos.

Nos dejamos observar
durante el propio desencuentro.

Para el desenfoque,
elegimos un punto al azar en el espacio.

Con los recuerdos,
fabricamos caleidoscopios.

Somos nosotros,
los de mirada perdida.

-Ana Beatriz Corona
<[email protected]>

 
 






Para que no se nos olviden las cosas
llenamos espacios,
releemos.

Para mantener el orden
botamos a la basura los años anteriores,
resumimos.

Para tomar el control
planificamos
en base a las cosas pendientes,
en base a lo de siempre:
lo que se nos escapa.

-Ana Beatriz Corona
<[email protected]>





Le preparé un espacio en mi casa
pero nunca entró en la habitación.

En esta época ya no hay tapiadores.
Aunque el terreno sea virgen,
se construye sobre lo destruido,
se destruye para construir.

Los espacios nunca terminan de definirse.
Tampoco las ganas.

-Ana Beatriz Corona
<[email protected]>

 
 






Barrio Alberdi

Cama muerta.
Carne gris.
El nene le empuja el vientre,
ella danza ciega al ritmo del gemido agudo, psicofónico.

Juega indiferente
entre paredes miserables
hasta siempre llorar
por sabandijas en reventón.
Tal vez el amor ya no arrime.

Luz neutra pinta la pieza,
sombra respira, alma agoniza.
El tipo tiene sucias las manos
ella tiene amarga hasta la sal
y manduca sábanas bastante.

Asi es de gris su carne.
Así se disfraza el odio mujer. Así es la sangre del dolor.





Creando un paréntesis
en el tiempo, he descubierto
que el recuerdo no existe,
es más bien el respiro y tu ausencia,
que combinadas crearon este arte de la
memoria fugaz y eterna.

-Martín Saavedra
<[email protected]>

 
 




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