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Bio
Los meses más tristes de Szabó, con frecuencia, pasaban entre sueños de versos. Sus días (al menos en la década de 1980), transcurrían entre papeleos, casos, truhanes, crímenes, algún edificio del centro de Caracas, fraudes y una calidad humana policial gratamente reconocida por sus compañeros de la Policía Técnica Judicial (PTJ). Escritor y abogado, egresado de la Universidad Central de Venezuela, nació en la ciudad húngara de Budapest y llegó a Venezuela a los 7 años, escapando de la guerra en compañía de su familia. Acostumbraba a presentarse como transilvano por rama materna, descendiente de Atila Drácula histórico del siglo XV y de personalidades tal vez peores.
Formó parte del Grupo Diez entre 1958 y 1960. Hizo en Francia una especialización en materia de Criminalística y Criminología , y llegó a ocupar el cargo de Comisario-Jefe de la PTJ, experiencia de la que se nutrió su escritura: Fue la elaboración de informes (policiales) lo que me enseñó a usar el lenguaje como instrumento y no que éste me utilizara a mi (El Nacional, 14-09-1995).
Abandonó la PTJ en 1965, luego de que el escándalo de la Operación Oriente lo apartara de la institución policial. Como detective privado se especializó en seguridad de bancos y empresas, y trabajó desde el tercer piso del edificio San Mauricio, en la esquina de Santa Capilla.
Sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, portugués, italiano y húngaro. Entre sus libros se encuentran : Antología poética del Grupo Diez (Lírica Hispana, 1959), Deflagración (Lisboa, 1963), Anticosta (Asociación de Escritores, 1984), Una asíntota: sombras (Fundarte, 1995) y Melancópolis (Pen Club, 1997). Aunque en 1962 el relato; No disparen sobre el pianista fue galardonado con una mención en el Concurso de Cuentos de El Nacional y actualmente el poemario Máscaras se encuentra en la imprenta de la Fundación Editorial Chacao-, continúan inéditos los poemarios : Ceremonia Bisectriz, Dragonitas, Diestraviento y Edipo Errante. Y los libros de relatos : La muerte no es un jardín, Informes de la contrainteligencia e Historias Ántumas.
Not Killing´s Room
Imposible moverme. Retrocedo, sin embargo.
Agito como hachas mis brazos. Ande donde ande, estos
muros se alzan, gigantes harto
más poderosos que mis extremidades.
Mis hosquedades y sinsoles mis azulsombríos huesos
-configuran la prisión cuyos
bordes tanteo, cuyos pasillos
recorro a grandes zancadas, cuyas
anfractuosidades malhiere mi lengua.
Ellos no se abdican: surgen por mi presencia.
El acto de caminar resuena como un escopetazo.
Y pienso que, aún transmutado, abriré caminos conducentes a
otras regiones, apenas entrevisibles,
terriblemente imaginadas.
Cuando duermo, despierto anegado: la destrucción del universo
estalla en mí. Y nada peor como saber que,
una vez más, he soñado, fingí el sueño.
A veces me levanto, a veces me acuesto. Vivo a veces.
Inútil cualquier alternativa. Todos los buses del mundo conducen a falsas
destinaciones. De pie sobre mis párpados, al
borde del camino, me he cansado de hacer señales.
Desentumeciéndome, flexiono los hombros. Alguien se detiene:
me pregunta si viajo pidiendo cola, si gusto
subir al carro.
Respondo que mi costumbre es andar. Y continúo inmóvil.
Desde el vehículo que huye, veo la carretera en la tarde, mi piel herida
y discutible, la sangre incidental, rojos pájaros
acribillados.
Y un tipo en demasía semejante a todos finge un árbol, congela los aires,
desencadena la noche, la de los ojos peregrinos,
la desierta.
Soy el fugitivo de una paisaje muerto que me imagina.
Poema pertenece al libro: Una asíntota: Sombras.
(volver)
El Segundo Asesino
La inolvidable, antes de abandonarme o
suicidarse; es lo mismo y acaso sea yo quien haya partido-,
escribió que era inútil amar a un segundo asesino.
Bastisobraba el primero; el arco de la muerte
es único, perfecto, fugaz. Y esa bala que recorrió el aire,
cantando como un planeta, no tenía comparación.
A lo insecto sobre esfera bellamente
redondeada, el disparo rueda hacia las sienes; ocurre, en
castillete de naipes, el derrumbe; y tal es o pudiera ser-
un imposible final.
El cuerpo se desploma; nadie pregunta
que mono grotesco malsacudió las cuerdas. Pero mis brillantes
estudios de criminología se reducen a un acto de matar y el odio,
complemento del amor, convierte en águila de dos cabezas el sentimiento.
Así, derrocando olvidos, me hago asesino;
pero llego un segundo tarde, un segundo apenas; medio latido del
irreversible reloj y, para siempre, yacen perdidos los reinos bajo un manto
de cristal.
Amarme es ignorarme. Acuérdate, sombra mía,
corazón mío, tan ajena lluvia: en tu vida habrá un sueño, un segundo
asesino, imposible de olvidar.
Poema pertenece al libro: Una asíntota : Sombras.
(volver)
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