Algunos científicos alegan que el terror de los niños a dormir solos en la oscuridad es una defensa ancestral, más antigua incluso que nuestra especie. Millones de años de selección natural contribuyeron a la perpetuación de seres vivos cuyas crías aterrorizadas dormían junto a sus progenitores en la oscuridad, al resguardo de posibles depredadores. En los últimos varios siglos hemos podido dormir a salvo de las amenazas que acecharon a los primitivos prehumanos durante milenios. ¿Significa esto que podemos menospreciar los miedos a los monstruos de la imaginación infantil?
El 4 de septiembre de 2010 la familia Lewis disfrutaba un viaje de vacaciones en el estado de Texas. Acamparon cerca de un lago, y Kyle Lewis, el hijo menor, de siete años, se divertía jugando y nadando en sus aguas. Sus padres lo contemplaban desde la orilla. Al día siguiente regresaron al hogar, y Kyle se sintió congestionado y con hemorragia nasal, con fuertes dolores de cabeza y náuseas. Su cuadro empeoró y entró en coma; falleció a los cuatro días. Los doctores indicaron que Kyle había contraído una infección rara pero mortal. Se trataba de “Naegleria fowleri”, una ameba que vive en aguas dulces, templadas y estancadas, es decir: en lagos, embalses, corrientes termales, y manantiales de todo el mundo. (También en piscinas con mal mantenimiento, pues es resistente a bajos niveles de cloro).
Una Naegleria fowleri en aquel lago había entrado en contacto con el epitelio olfatorio de la nariz del pequeño Kyle, y desde allí había logrado escalar por los filetes de su nervio olfatorio atravesando la lámina cribosa del etmoides, llegando así al bulbo olfatorio, tejido que reposa en la base de la bóveda superior del cráneo. Había pues traspasado el blindaje del órgano mejor protegido en nuestro organismo; tan protegido que el sistema inmune no actúa allí de la misma manera que en el resto del cuerpo (el paso de células inmunitarias desde los vasos sanguíneos hacia el sistema nervioso central está restringido, así que en el cerebro no hay leucocitos defensores).
La Naegleria pasa en el cerebro de su forma flagelada (una especie de cíclope con dos antenas) a su forma más típica: desparramada y ameboide. Una sola Naegleria fowleri que entre en la cavidad craneana se convierte en muy poco tiempo en legiones que digieren las células nerviosas utilizando una especie de aparato succionador, ocasionando graves cuadros de necrosis e inflamación. El diagnóstico confirmado tiene por nombre «Meningoencefalitis Amibiana Primaria», una enfermedad rara, pero casi siempre mortal. La incubación dura de un día a dos semanas. El índice de supervivencia es devastador: de apenas 1%. El infectado suele perder la vida unos tres días tras la aparición de los primeros síntomas. El nombre popular de esta ameba es “come-cerebro” o ameba asesina.
El padre de Kyle dice que el niño era muy activo y alegre, y quiere que su muerte sirva de lección al resto de los padres en el mundo. No deben removerse los sedimentos de aguas frescas, templadas y estancadas, deben llevar siempre pinzas nasales al sumergirse en dichas aguas, y preferiblemente, deben evitar sumergirse en esas aguas que pueden estar infestadas de monstruos invisibles.
Nota: Las amebas son organismos unicelulares, sin embargo algunos son tan grandes que pueden llegar a verse a simple vista. Pueden cambiar de forma puesto que carecen de pared celular. (Los primeros naturalistas llamaban a la ameba «Proteus animalcul», vinculándola al dios griego Proteo, que podía cambiar de forma a gusto). El genoma de la especie humana tiene 2.9 mil millones de pares de bases; el genoma de algunas amebas es unas 300 veces más grande. De hecho, pese a ser unicelular, la ameba es el organismo con el genoma más grande conocido.
Si, eso son lo verdaderos monstruos. Tengo un libro sobre parasitos, bastante grueso como de 2800 paginas. Y uno no sabe cual es peor. La negleria por lo menos te mata rapido. Por aqui en panfleto publique un post sobre los parasitos, algunos de ellos convierten al portador en un robot, para sus finesel caso que puse es el de unas hormigas. Otros afectan a los peces haciendolos saltar en el agua, para que las aves se lo puedan comer.
Esos parasitos no matan al individuo; lo utilizan para sus fines reproductivos. Uno de los parasitos mas extendidos es el Toxoplasma gondii este afecta a los ratones haciendolos que busquen enfrentarse a los gatos y que no les tema, he leido el mecanismo de como lo ahce y es realmente increible la complejidad de coo maneja el cerebro de los ratones, los gatos se comen al raton y de esta manera terminan el ciclo. Los interesante del asunto es que ese toxoplasma afecta a por lo menos unos 1500 millones de cçseres humanos, y hay bastante evidencia, que tambien cambia nuestro comportamiento como si fuesemos una vil rata. Las proteinas del cerebro y las hormonas de de los ratones son las mismas que en nuestro cerebro.
Lo que pasa en nosotros es mas sutil debido a que «debido a que juramos por mi madre que tenemos libre albedrio»
ya sabes, yo hago hago esto, debido a que me da la real y putisima gana, y ademas lo quiero hacer.
El asunto es que muchas veces lo que queremos hacer es debido a desequilibrios bioquimicos en el cerebro… o a un parasito hijodeputa.
El virus de borna, no nos mata, pero tambien cambia nuestro comportamiento, esas personas infectadas por ese virus piensan que son de esa manera, debido a que les gusta, por suerte es trasmitido por los caballos. No caballos, no virus hijodeputa.
Aqui en el pais tenemos una coleccion terrorifica de parasitos, tantos que si lees el libro jamas saldras de vacaciones al campo.
Cn rspecto a las amebas muchas de las que viven el masr tienen exoesqueleto calcareo. Los acantidalos de Dover en inglaterra estan formados por esos exoesqueletos, son hermosos, parecen tejidos con formas fantasticas, cuesta creer que son formados de manera aletoria con las amebas, las primeras fotos de arte cientifico se baso en fotos de sus exoesqueleto
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Y muy buena explicacion evoltiva a nuestros miedos nocturnos. Vamos. Un aplauso. Que se oiga.
Al leer este artículo, me vino a la mente «el almohadón de plumas». El peligro está por doquier. Muy bueno, aunque paranoizante.
Mirco, eres la segunda persona que me comenta haber pensado en el almohadón de plumas al leer esto :)
Luis, esos cambios conductuales que inducen algunos parásitos son buen ejemplo del trabajo de la selección natural. Algunos tipos de cambios que inducen los parásitos en el huésped no sirven de nada, otros cambios facilitan la perpetuación a esos parásitos, y eso constituye una ventaja competitiva (para el parásito). Con el tiempo, la selección natural terminará favoreciendo precísamente la perpetuación de cualquier parásito que pueda inducir en sus huéspedes algún cambio conductual que le convenga a ese parásito para seguir propagándose.
Gracias por los comentarios!