La brisa se aconchaba en su cuarto,
Un cuarto cálido y pasivo,
Donde vio sus últimos partidos de fútbol,
Donde fumó sus últimos cigarrillos,
Donde quiso estar solo…
Donde se entregó esquivo a ella,
Esa damisela estéril,
Que paseando una madrugada, se fijó en el,
Lo buscó, lo besó, lo acoso, pero el huyó…
Ella lo siguió, perfumando el ambiente
De su silencio inmortal, ahí, ahí,
Lo alcanzó,
Lo miró a los ojos,
Lo invito…
Aceptó…
Reflexionó,
Luego dijo,
Nada tengo que perder, no sé
No sé, si me aman,
No se, si me extrañan,
Ni si soy solo,
Ni si soy ellos
Más ahora, no soy nada,
Cerró sus ojos,
Cayó el vaso…
Pero su boca, sus besos, no pudo decir, BASTA
Y así, se tendió, descansó, durmió,
Silencioso
Recatado Partió…
Nunca se olvidó,
Su él,
Tan solo amó…
A su ser, a su él, a su todo…
Donde estábamos nosotros
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