Atención, atención, alerta roja,¡ la maquinaría bélica de propaganda ha llegado al límite de la demencia ! Su realidad de locura alucinante ya ha superado con creces la ficción de una película como Teléfono Rojo. Así, Scotland Yard ha derrotado a Stanley Kubrick. Y sin que todavía sea el 28 de diciembre, los medios del nuevo orden mundial nos han querido hacer pasar, a todos, por inocentes con la mentira del 10-A, un acontecimiento que, como diría Baudrillard, no ha tenido lugar, fuera del sistema de las pantallas , los ordenadores, los cables y los procesadores de palabras fraudulentas, como El Nacional, The Guardian y The New York Times.
Dicen que en tiempo de guerra, lo primero en morir es la verdad. De tal modo,la alianza britanicoamericana ha fabricado una mentira bufa, tipo V de Vendetta, para justificar no sólo el bombardeo del Líbano sino la política exterior de los Estados Agresores de la ONU, es decir, no precisamente China, Rusia, Irán, Corea del Norte, Cuba y Venezuela.
La idea es convencer al mundo de la verosimilitud de la amenaza terrorista, así como en la época bipolar había que convencer a occidente de la inminencia de un ataque nuclear comunista, para mantener orondo y contento al complejo militar-industrial, ahora apoyado por los Think Tanks del New American Century, entre los que figuran Paul Wolfowitz, Donald Rumsfeld y Dick Chenney, los arquitectos de la intoxicación ideológica, previa a la invansión de Irak. Toda una sarta de patrañas, en otro escándalo al estilo Watergate.
Para entender de qué va este nuevo mundo, recomendamos echar un vistazo a la página “newamericancentury.com”. Allí está perfectamente descrito el guión de lo que está pasando ahorita en el medio oriente, con pelos y señales. En pocas palabras, de manera impune y alevosa, como hacen los criminales.
El escalofriante proyecto para un nuevo siglo americano, pasa por la eliminación de supuestos estados parias, que albergan el terrorismo, bajo la excusa del ataque preventivo, un invento del despacho de Paul Wolfowitz. Todo con el objetivo declarado de justificar mayores presupuestos para el departamento de defensa, que su vez se destinarán a la conquista del nuevo viejo oeste, el medio oriente petrolero. Y así hemos llegado a esta cacería de apaches sin corazón, a este genocidio de indígenas malucos, que llaman guerra contra el terrorismo.
Y entonces, aquí entran los despiadados de Afganistán, Irán, Irak, Siria y Pakistán a hacer su trabajo de pieles rojas. Y entonces, aquí entran los periódicos a hacer el trabajo de los folletines de dos centavos, donde se glorificaban las matanzas étnicas de Buffallo Bill, a la manera de las épicas heroicas de los Bush de hoy en día. Misión cumplida, chicos.
Y así, finalmente, entramos en el 10-A. Y quien mejor para terminar de deconstruirlo que el brillante Jürgen Elsässer, quien con dos oraciones puede echar abajo veinte páginas escritas por Vargas Llosa, Ibsen Martínez , Francis Fukuyama y compañía. Señoras y señores, bienvenidos al ocaso de un mito reciente:
Lo más extraordinario es la manera unánime en que los medios de difusión repiten y adornan, digamos más bien que inflan de forma sensacionalista, la historia del megacomplot descubierto justo a tiempo. Ello ocurre incluso a pesar de que las autoridades británicas no han sido prolijas en detalles y ni siquiera han presentado hasta el momento la menor prueba de lo que afirman. La histeria mediática es similar a la que siguió al incendio del Reichstag, sin que se haya producido siquiera incendio alguno.
Ni siquiera nos han dicho exactamente cuántos aviones iban a ser atacados –unas veces nos hablan de 3, otras de 10 y otras veces se habla de «una docena». Pero no nos precisan tampoco cuándo iban a tener lugar esos atentados. Al propio Der Spiegel no le queda más remedio que reconocer que «por el momento, nadie ha visto todavía las falsas botellas de refresco Gatorade que contenían el explosivo líquido que los sospechosos debían introducir a bordo de los aviones».
Tampoco aparecen las armas que iban a ser utilizadas en el atentado. Las teorías presentadas de forma no oficial sobre la manera cómo pensaban los terroristas hacer explotar los aviones son ridículas. Según la prensa, se trataba de utilizar componentes de explosivos líquidos que los terroristas debían combinar estando ya a bordo de los aviones.
¿Cuáles eran esos componentes? Se habla de nitroglicerina y de nitrometano –dos productos extremadamente peligrosos que explotan al menor choque–, como sabe cualquiera que haya visto la película Le Salaire de la peur. Por su parte, Der Spiegel se inclina más bien por el TATP o triacetonaperóxido ya que, según afirma, es fácil fabricar esa sustancia a partir de la pintura de uñas y de otros productos que están corrientemente en venta al público. Pero, «El TATP exige mucho tiempo para su fabricación, sólo al cabo de varias horas se forma el polvo explosivo en el fondo de la probeta. Por el contrario, innumerables accidentes ocurridos durante la mezcla de los componentes demuestran la letal inestabilidad de ese producto durante su fabricación».
Hay que creer entonces que los terroristas planeaban encerrarse durante varias horas en los baños del avión con la esperanza de que el cóctel mezclado no les explotara entre las manos antes de lograr obtener la potencia requerida. Para terminar, existe otro elemento que está lejos de ser uno de los menos importantes. El Guardian de Londres nos informa en su edición del 13 de agosto que ninguna de las personas arrestadas por la policía había reservado ni comprado un pasaje de avión. Entonces, ¿por qué son sospechosos?
A causa de algunas conversaciones telefónicas y correos electrónicos que intercambiaron. Veamos una muestra de los elementos utilizados para acusarlos: «Utilizaban nombres codificados que no dejan lugar a dudas sobre sus intenciones, expresiones con imágenes como por ejemplo “uvas secas”, término que se utiliza a menudo en árabe para referirse a explosivos». En alemán también se utiliza «uvas secas» como nombre codificado. Cuando se habla de alguien que «caga uvas secas» se hace referencia a una persona quisquillosa, mezquina y pusilánime que se vende al mejor postor.
Propaganda belicista
Las autoridades británicas afirman hacer actuado basándose en informaciones provenientes del ISI, la agencia pakistaní de espionaje. Pero en Alemania, los diarios sensacionalistas del grupo Springer nos dan otra versión que menciona al espionaje israelí, el Mossad, como fuente adicional. «Baalbek, principio de agosto: un comando israelí se apodera de un hospital. El objetivo inicial es la búsqueda de terroristas de Hezbollah pero, según expertos británicos, durante esa operación varios agentes de los servicios secretos israelíes encontraron tres computadoras. Los discos duros contienen informaciones sobre más de 20 células terroristas en Inglaterra.
Tel Aviv, domingo 6 de agosto: en la sede del Mossad se recibe una información urgente proveniente de Islamabad; ¡Al Qaeda acaba de ordenar a sus terroristas en Inglaterra que se preparen para actuar!… Poco después, el jefe del Mossad informa a su homólogo de los servicios secretos MI6…»
La información que sugiere ese artículo es clara: la agresión sanguinaria y violatoria del derecho internacional que Israel emprendió contra su vecino permitió impedir un terrible baño de sangre en Europa. Conclusión: las guerras que emprenden Estados Unidos y sus aliados en la región comprendida entre el Canal de Suez y el Golfo Pérsico también benefician a Europa.
El diario crea un clima para sus lectores: «Crisis, conflictos y guerras por todos lados: Afganistán. Irak y ahora el Líbano. ¿Estamos ante el preludio de una guerra mundial entre el mundo libre y el Islam fanático?». Después se puede leer: «La principal fuente de financiamiento del terrorismo es Irán. ¿Debe tomar Occidente medidas más severas contra Teherán?»
Cuando uno se plantea la pregunta de esa forma es porque ya tiene la respuesta.