La niña reposa
mientras él respira en su cuello;
le gusta sentirse sumergido
en la humedad de su respiración.
Para ella
el dolor fue la afirmación de su feminidad;
para él
la prueba que reflejó su pureza.
Ahora disfrutan del placer
fragmentado por sus sentidos,
mientras se diluye la paz
y todo se tensa de nuevo.