Se quedó quieta
el manto del verano adormecido
en sus olas muertas
El sollozo indescifrable
casi imperceptible
como una gota de lluvia
que llevada por el viento
nunca deja de caer
Sus senos tibios
coronando su cuerpo
su respiración invisible
como grito inasequible
de la muerte en vida
El sorbo le estorba
la calma le asfixia
su corazón estalla
las sábanas malditas
la absorben como lava seca
Se quedó quieta
absorta en la nada
el estómago seco
su carne enjuta
la vena abierta
alimentada por el oxígeno
que no la deja morir
© Andrés Alfonso Ramírez Islas/ Todos los derechos reservados/ 2006