Lo lamento por Arias Nath, pero Elipsis es una película fallida, desangelada, aséptica,aburrida y de una pedantería intelectual risible, caprichosa y pueril.
En su afan de identificarse con la vanguardia, la película termina virando hacia la retaguardia,al narrar un folletín de Corín Tellado en forma de rompecabezas a lo 21 Gramos, pero sin el talento formal de Iñárritu.
La superficialidad del guión atenta contra el desarrollo de cualquier personaje, mientras la endeble estructura dramática es incapaz de sostener la historia hasta el desenlace.
Para atrás y para adelante, asistimos a la reconstrucción de un evento cronológico, como cualquier otro, y finalmente cuando explota el punto de no retorno, como a la hora de proyección, ya nuestra paciencia es limitida.
La predecible conclusión y la evidente apariencia de corto largo, denotan las carencias literarias del libreto, generoso en cursilería, en discursitos y en explicaciones escolares.
Lo único rescatable es el narcopana brasilero. Los demás son un mal chiste involuntario. Todos necesitan con urgencia tomar un cursito serio de interpretación, empezando por la insípida Marisa Roman.
Nadie transmite nada, acá, ninguna emoción. El reparto es un ejercito de clones, de afiches, de figurines deshumanizados que lloran sin convicción y que sufren poniendo caritas.
Las elipsis son forzadas, como forzado es el argumento, como forzada es la gratuita e inoperante participación de Espino y la Dickman, reducidas a la condición de monigotes sin alma, de simples señuelos para atrapar audiencias massmediatizadas e ignorantes, en un ejercicio de populismo audiovisual tan obvio como paralelo al desfile de subactores sobrevalorados del canal 8 en El Caracazo.
Elipsis filma con emoción de fan enamorado, a gente que no merece respeto. Elipsis da tratamiento especial de estrella a gente degradada. Elipsis cree ganar legitimidad comercial y conceptual, al incluir en su reparto a una pila de mediocres oportunistas, representantes de los peores valores de este mundo miserable.Erika de La Vega es un ser despreciable. Los chicos de Sálvense Quien Pueda son seres despreciables y abyectos, condenados por el espectador bien pensante que la película espera conquistar.
No es compatible la presencia de Osman Aray con la aspiración de hacer algo a contracorriente. La presencia de Osmán Aray atestigua la obligación y el compromiso de nadar a favor de la marea negra de la iconografía de Chepa Candela, al igual que Miranda. Si Elipsis nos invita a participar activamente en la construcción de la historia, la presencia de Aray nos pone a pensar en cosas muy feas, por no hablar del resto de los cameos, tipo sitcom de Televen. ¿Hector Palma y Danielita Bascopé soltando lágrimas de cocodrilo en primer plano? ¿Carla Tofano, Laura Viera y Ana María Simon?Así no se puede hacer cine. Ni que fuera una campaña de la fundación, Amigos del Niño con Cáncer.
Sobre los poemitas olvidables y la prescindible fantasía erótica con la dentista a la manera de Urbe Bikini, me reservo la opinión. Cualquier programa de Radio Rochela, me da más queso.
Para cerrar por todo lo bajo, la escena de Ramírez con el tercer ojo en la frente, acaba por echar abajo la solemnidad y la credibilidad de la película, desatando la carcajada nerviosa del respetable, quien digiere con sorna el trago amargo.
En otro país y en otra época, lanzarían cotufas y golosinas contra la pantalla, cuando aparece Edgar con su marca de la bestia. Un maquillaje cortesía de La Casa Mágica de Chacaíto. De este modo, Elipsis se anticipa a la celebración de Halloween. Y no es broma, la secuencia del teatro con Edgar disfrazado de muerto viviente, hace sospechar el homenaje a Scary Movie.
Por último, la chaborrada del final con su zoom incluido, estilo Batman, desnuda la inconsistencia de una opera prima, cuyo mayor problema reside precisamente en el agotamiento de su juego elíptico. Un encadenado arbitrario y fragmentado de viñetas aisladas, que no se pueden sostener por más de cinco minutos, y que tienen por objeto contar una anécdota anodina, de una forma supuestamente diferente.
Grado cero del cine, cuando el efectismo y el artificio, pretenden ocultar y compensar el vacío del discurso.
Elipsis, una película que se quiere profunda y audaz, pero que en el fondo condensa frivolidad, conservadurismo, esteticismo y esterilidad. De hecho, no tiene nada que aportar al mundo, más que el imaginario pequeño burgués y alienado de una generación despersonalizada y sin identidad propia.
Todo en Elipsis huele a papel carbón del viejo, barato y usado.
Eso sin contar con los tropos raciales, con los arrogantes créditos iniciales, con los anacrónicos estereotipos femeninos de culebrón, y con la insostenible atmósfera mayamera de Los Palos Grandes y el Trasnocho Cultural…En fin, puras elipsis en retroceso.