Una joven europea es vendida por su novio mientras están de vacaciones y esta termina siendo un número más dentro de la larga lista de casos de trata de blancas en la Europa del siglo XXI, este no parece ser el tema para una película de un típico realizador venezolano.
Por lo menos no de aquellos cuyas películas se han quedado grabadas en el inconsciente colectivo del venezolano de los últimos 30 años, aquellas donde la denuncia acerca de los males sociales como la delincuencia, la marginalidad y la indigencia son sus principales atractivos.
Franco de Peña no es el típico realizador venezolano, y su segundo largometraje realizado enteramente en territorio europeo tanto la parte técnica como actoral , aún por estrenar en Venezuela, tampoco es la típica película venezolana.
Your name is Justine se inscribe en el género del thriller psicológico, de acuerdo al propio Peña es una película que bebe directamente de las películas del realizador polaco Roman Polanski.
“Especialmente El Inquilino y Repulsión fueron determinantes para establecer la estética y la narrativa del suspenso que usé”, afirma de Peña.
Y no sorprende tal influencia del siempre polémico Polanski sobre la todavía naciente filmografía de Peña pues su aprendizaje académico del oficio de cine lo obtuvo en la escuela de cine de Lodz, en el territorio polaco.
Y quizá aquí radica la particularidad de Franco de Peña como realizador, su trascendencia más allá de su gentilicio y la capacidad para desligarse del mismo para contar una historia de personas, lugares y situaciones ajenas al país donde nació.
Al respecto de Peña explica, “Si, Your name is Justine es una historia muy europea, pero no deja de ser universal, la trata de blancas es algo que afecta tanto a Europa como a Latinoamérica y Asia, así que la historia se pudo haber desarrollado en cualquier lugar”.
Peña deja claro que a pesar de tratarse de un problema de índole social, le interesa más profundizar en el drama de los personajes y no dar una lección de reflexión social acerca del flagelo de la prostitución.
Y cuando es inminente el estreno de su ópera prima, Amor en Concreto, que irónicamente le dio la vuelta al mundo pero hasta ahora ha sido inédita en el país donde se realizó, inevitablemente cabe la comparación ante casos similares que se repiten y que cada día son más evidentes con otros cineastas latinoamericanos.
Específicamente México se ha convertido en una escuela de realizadores que parecen tener la capacidad tanto de hablar con códigos particulares de su país de origen, como de entender otros códigos muy distintos y usarlos para contar historias que se acoplan perfectamente a la industria americana representada por esa maquinaria empresarial que es Hollywood por ejemplo.
Allí están y continúan los mexicanos que antes latinoamericanos, Guillermo del Toro; Alfonso Cuarón y Alejandro González Iñarritu quienes sirven como referente a la hora de hablar del cineasta regionalista en su lenguaje, pero universal en su temática.
Quizás esa sea una de las perspectivas válidas para observar la obra de Franco de Peña, una obra que recién comienza, si bien de Peña tiene 20 años trabajando en medios cinematográficos, es ahora que su obra comienza a ser difundida mundialmente.
Y como tal ha tenido resultados positivos, muy positivos. Amor en Concreto fue selección oficial del Festival de Cannes en su edición 2006, y Your name is Justine es la película seleccionada por Luxemburgo, para que los represente en los premios de la Academia de las Artes y de las Ciencias Cinematográficas mejor conocidos como Oscar, en la categoría de Mejor película de habla no-anglo parlante.
Estamos hablando de dos eventos que sobresalen como reconocimientos de alto prestigio en el panorama cinematográfico mundial y como de Peña, otros realizadores como Alberto Arvelo que vio lo que muy pocos cineastas venezolanos han visto en sus carreras, tener 2 de sus películas en cartelera nacional.
El cine venezolano parece estar viviendo un despertar, y no sólo es una Ley de Cine que asegura en teoría un apoyo real a las obras cinematográficas venezolanas en cuanto a financiamiento y exhibición, que parecen haber sido hasta ahora dos de los problemas claves del cine venezolano.
Sólo en el 2006 se han estrenado más películas venezolanas en salas comerciales e independientes del país, que en los últimos 7 años. Al respecto el mismo de Peña asegura, “el cine (venezolano) no es un cine perfecto. Hace mucho que no salen caras nuevas, pero cada vez que salen hacen algo interesante”.
Y esas caras que coquetean con la universalidad es algo muy interesante, lograr que películas venezolanas tengan éxito en públicos tan disímiles como el norteamericano y el europeo es algo harto interesante, hablar “venezolanamente” de cualquier tópico y lograr cautivar a cualquiera es innegablemente satisfactorio, para el cine venezolano y finalmente para el público venezolano.
Your Name is Justine | trailer (cortesía de blogacine.com)