Número uno, porque va a ser como elegir entre La Coca Coca y la Pepsi Cola. Uno de rojo y el otro de azul, pero los dos con el mismo sabor. No tiene sentido. Es degradante.
El candidato Coca Cola ofrece revival de sus ocho años de misiones piñateras. Un Deja Vu, pues. El candidato Pepsi ofrece Mi Negra, plata quemada y regalada para capturar corazones rotos y almas desesperadas. Después viene el genio de Fausto Masó a decir que esto no es populismo. Entonces qué es. Métanse su tarjeta por el bolsillo. Al diablo también con Robinson, Mercal, negra Hipólita, etcétera…A la porra con Papá Noel Rosales, a la porra con el niño Jesús Chavez. Esto no es una faena democrática, esto es un bochorno. Esto es una competencia entre loterías: el Kino versus el Bingo del Zulia. Usted no votará, usted comprará el cartoncito de sus sueños.Y luego a cobrar. Tremenda esperanza política.
Rosales es el candidato autista, el candidato subnormal, el candidato disléxico, el candidato brinca charcos, el candidato que sí camina, el candidato John Napolitan, el candidato que besa viejas, el candidato que lee chuletas, el candidato que se cuida las espaldas con López Sisco, el candidato de la Carmonada, el candidato que no sabe hablar.
Con todo, la académica, inteligente, estudiada, letrada y culta clase alta del país le apuesta a ganador. De ello se desprenden dos hipótesis: o sus partidarios son iguales de brutos que Manuel, o a Manuel lo asumen de entrada como un títere sin voluntad propia, alguien fácil de manejar como Lusinchi. Debe ser por eso que Marcel Granier, gran operador del muñequito de Blanquita, está por detrás de los movimientos del gobernator maracucho, al igual que el Caligari de Alberto Federico, quien impone las agendas, los cronogramas, las actividades y las concentraciones de la campaña de oposición, desde su Goebelliana estación de tele. Me niego a darle mi voto a este gente horrible y pecaminosa. Tampoco pienso salir a hacer una cola del demonio por un zamuro que se reune con la derecha paramilitar colombiana, con los “disidentes” de la Plaza Altamira, con Primera Justicia y con Copei. Ni de vaina voy a apoyar indirectamente al Tigre, al gritón de Teodoro, al policía de Leopoldo Lopéz. Por mí que se pudran todos.
Ojo, pero tampoco le voy a dar el gusto al pana de Juan Barreto. Qué va, primero muerto. Estos tipos del Chavismo rojo rojito son stalinistas, ridículos y uniformizados en cuerpo y en espíritu. Me ladilla la cultura boba de la revolución bonita bolivariana. Me choca la cuña PDVSA de Palomares. Bien lejos con estas cursilerías socialistas de Leninismo tropical. No me gusta Chalbaud, no me gusta Arvelo, no me gusta Azpurua, no me gusta el Perro y la Rana. Prefiero al Inciba de Tarre, o al CONAC del adeco Abreu, el miniministro de CAP.
Lo peor de todo es que el oficialismo ha hecho para estas elecciones, la más nula y reciclada de sus campañas.Un aburrimiento total. Una cosa predecible, monótona y redundante. Parece una secuela de la Florentino y el Diablo, pero con caligueva, con ganas de terminar pronto con el trámite para seguir robando. Para eso hubiesen repetido los videos del comando Maisanta en cadena nacional, y san se acabo.
Pero en lugar de ello, nos han sometido a la tortura de tener que calarnos, otra vez, las mareas de sangre, los discursos contra el imperialismo mesmo, las penosas pancarticas, los afiches pavosos, las banderas con ocho estrellas, los borrachitos impertinentes gritando “Viva Chavez no joda”, los autobuses reventados de mal vivientes apiñados como en un camión de cochinos, las coñazas en la calle por puro resentimiento antiescualido, la botadera de basura, la botadera de real, la perdedera de tiempo.
Entre tanto, la campaña de Manuel ha sido otro remake penoso. Los flojos y oportunistas estrategas de Manuel no han tenido una mejor idea que transfigurarlo en el último descendiente de la vieja escuela Betancourt, con todo y mano alzada que sube y que baja. El último, porque antes vino el Gocho, Piñerua, Cañache Mata y Ramos Allup, todos reencarnados en la figura caricaturesca de Manuel, un tipo que luce como un extra de Radio Rochela, apoyado por una cuerda de corruptos y utilizado como portaviones por una pila de F-16 del pacto de punto fijo. Qué triste que Pasquali, Lucién, Hernández y compañía,le brinden respaldo a este clon de Carlos Ortega, pero con cirugía plástica y una retórica menos comprensible que la del caudillo de la CTV.Cónchale, como extraño a Benjamín Rausseo.Al menos daba risa.
Vale acotar que este candidato guanabana se expresa como un tomista de la UCV, como un bachiller de parasistemas, como un aspirante de Bandera Roja al Centro de Estudiantes de la Facultad de Economía. No entiendo lo que dice Rosales. No me puedo concentrar viéndole la pinta de comerciante nuevo rico, con comisita a rayas por dentro, correa y blue jean. Qué pinta más aguardentosa y Whisky Bar, pana. Así se viste Alvarez Paz cuando se va a echar palos con su compadre Leopoldo Castillo, otro par de borrachitos copeyanos metidos a empresarios de la desinformación.
Este país es una impostura. Esta política es un espectáculo muerto, que ni divierte, que ni enriquece, pero que sí empobrece al estado. Cuesta caro este montaje, este teatro sin emoción creativa. No voy a votar, porque Venezuela no le pertenece a Chavez, ni a Rosales. Venezuela tampoco es de nosotros. Venezuela es de quince familias que ya se anotaron a ganador. Venezuela es de tu amigo Escotet. Venezuela es del empresario Global. Venezuela es de Mendoza.Venezuela no es tuya. Venezuela es y será de los cómplices de Hugo y Manuel. Los caballos de Troya del verdadero poder.