Reflexiones sobre el actuar político del venezolano en el 2006

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IV
Veo un  cuarto comportamiento. Y aunque esta no sería la palabra correcta es necesario disertar sobre esta forma del quehacer venezolanista. Quizás esto es una especulación pero ¿no es conocida la tendencia venezolana del cuánto hay pa´eso? Es tan cotidiano que no parecería influyente, pero a mi entender lo es más que cualquier otra cosa. La facilidad que tiene el gentilicio de esta tierra de vender sus favores, a conveniencia, es vital porque deja atrás ideologías y conciencias.
Que toda actuación venezolana lleve, por detrás (¿o adelante?), la idea de lo que se va a recibir, la correspondencia económica o el beneficio superior en relación con lo que se hace, en definitiva no tiene nada de particular. El problema se presenta cuando se comienzan a tasar las acciones, tocar la esfera personal y se pisan los intereses y más allá (y problemático) se venden los valores.
Creo que esto ha sido producto de una transición en el tiempo. Antes el venezolano era más sencillo y favorecedor con los otros. El crecimiento social, el consumismo, el desarrollo complejo de las relaciones y las innumerables necesidades económicas que siguen aumentando han obligado a cambiar la perspectiva de este. Y no podría dejar de agregarse unos gramos de vivismo y el deseo de dinero fácil con independencia de su origen como conducentes de su accionar por caminos no tan rectos.
Así es como, la creencia es comercio. Se vende y compra con relación a la cantidad de ceros que vengan detrás de cualquier número y que invite a una postura. Más ceros más se cree en ¢eso¢. Menos ceros es igual a nada: no se admite la propuesta, se vuelve pasivo o se va al ofrecimiento contrario. La actuación política es un negocio y cómo tal se busca tener siempre la mayor ganancia. Quizás no todos los sectores estén reflejados en este comportamiento, pero un buen porcentaje de la población si se muestra en esta conducta.
No es relevante si esto es bueno o malo, lo importante es que define más la actuación que el atractivo ideológico o el aprecio por el valor esencial. Desde esta visión ¿importan la libertad, la democracia, el libre juego de la oferta y demanda, la igualdad? ¿Son simples palabras vacías que no tienen nada que ver con la realidad? Puede ser que nadie se alimente con el derecho a la libertad, no lo discuto, pero si el ser humano no vence sus propias limitaciones, si no procura una existencia trascendente y no desarrolla sus creencias ¿es realmente un ser humano de este postmodernismo o está atrapado en la creencia de que se es sólo por aquello que se tiene o se logra con dinero? El socialismo interesa ¿por qué es la postura que actualmente está dando de comer y ha sido la única forma en la que se ha alcanzado el status quo deseado o se defiende porque interesa y seduce como postura?
Los valores, por muy lejanos y efímeros que parezcan son creados porque el ser humano necesita (tanto comer y beber) reconocer que hay una inmanencia superior a sí mismo que ¿le guía? o construye su camino en los espacios donde no hay manuales claros a seguir ¿O acaso no es esa la explicación que por años, los filósofos, han dado a la existencia del Estado? Por supuesto que sí. El hecho de realizar las gestiones más productivas para la consecución de un nivel económico seductor, para cada cual, no implica (para nada) vender la conciencia aun cuando esto sea una acción generalizada. Y si esto empieza a ocurrir es más un llamado a reconfigurar él hacia dónde vamos, tanto en el ámbito personal como social, para decidir si se quiere seguir andando por los pasillos de las compras-ventas de conciencia o caminar por lugares, no tan transitados, pero más genuinos. Encontrar los modos de mantener un equilibrio financiero sin que eso implique la venta de los principios o los valores básicos en los que se cree es una pelea quizás eterna del ser humano, pero valiosa cuando tomamos como ejemplos a las sociedades donde se ha mostrado un desarrollo coherente en este sentido. También significa un conocimiento profundo de los valores en los que se cree y él por qué permanecer en ellos. En definitiva eso no es más que adultez. Y si hay un vacío social y educativo que no está mostrando lo importante de esto, al individuo le corresponde iniciar su propia búsqueda personal de lo que es realmente importante para él como ser social que se relaciona con otros desde la política. Y además incentivar y hacer propuestas institucionales a fin de crear una sociedad más madura, conciente y firme en el mantenimiento de sus principios y significados.
 

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