Entiendes que todo pasa, no discutes el agua, en cambio te paras frente a Tin tan y te la das de sabionda, tu casa en la trinidad y la mía en el pecado, los dos lados de la ciudad se mezclan en nuestro gintonic. Hoy podría ser diciembre, las luces matan árboles por todas partes. Sabias que ayer en la tarde vino José a hablarme de tí y me mostró unas fotos, vimos juntos cantinflas, las escenas de las peliculas y tu brincando en la casa encima de todos los recuerdos. Se derramó la sal de nuevo, pero imposible que tengas un año de mala suerte, como siempre, cerca de las doce el reloj hace cosquilla a nuestros ojos y cierra la ventana, porque todo es como las ventanas, todo transaparentemente está cerrado, pero uno puede, si quiere, ver hacía dentro, silenciosamente o no, el ruido siempre es una elección. Te devuelvo tu poema:
Pasaron 32 veces estos cumpleaños
y te saqué la lengua italianamente
muerte indagadora
tu madurez no me toca
soy el mismo que cruza el parque
y nunca come mantequilla
afrodita es un mito
lo sé, mi cedula empieza por once millones,
sigue mi estomago perdido buscando la fulana digestión
y todo tiene que ver, culpo a la gastritis y luego existo,
en ese mismo desorden de ideas
quiero que sepas que te quiero sin protocolo
mis guantes son solo para jugar al jinete
y por eso apagué la luna y la sirena
por eso la salsa sonando al fondo
por eso empecé por la edad
ya tu y yo no estamos para ir rápidos a la cama
nos llegó su alteza el apurruñamiento
y el frío y mi compadre se casará
y yo sigo, embarazado solo, sigo preñado de diamantes,
mientras el carretón pasa por la ventana.
Siempre estoy leyéndote y siempre ese sabor Vallejiano adobando la lectura. Tus imágenes son una chispa, un cortocircuito. Un mundo onírico desmesurado y real abre su ventana, atravieso, «mientras las luces matan árboles por todas partes»
Un gusto, saludos