panfletonegro

Le he robado un título a Hemingway

 
Escribir la novela más triste, salvaje y real. La novela que me haga sentir de verdad un escritor. Ser un verdadero escritor, uno autorizado, quiero vender libros, quiero ser reconocido lo confieso descaradamente. No beber tanto, no autocompadecerme tanto. No ser una mierda de persona, confiar en la sinceridad de los sentimientos ajenos. Confiar en la sinceridad de los míos. Olvidarme de todo. Conseguirme una novia, amar a mi hijo. Deshacerme de esta actitud de salvaje, ser más social. Hacer más ejercicio. Querer a los animales.
Después de esa pequeña listas de metas para el año venidero, que debería cumplir si considero de verdad ser alguien en la vida, me pongo a escribir como me receto el doctor, pero con una botella de whisky en la mano. Como dicen que hacía Wiliam Faulkner. Por qué, no lo sé. No comprendo lo que me lleva autodestruirme, lo más sensato y cierto es que me gusta el alcohol y punto. Miriam me quiere, pero dice que así no puede ser… Casi nunca estas sobrio, y la verdad eres divertido pero eso no está bien. No está bien que me emborrache o no está bien que sea divertido. No te hagas el tonto. Por qué te botaste de la universidad. No lo sé sólo estoy cansado. Y ese trabajo de mesero te rinde. Pago el alquiler, no puedo gastar en ropa pero me compro alcohol y discos piratas. Lees muy poco para querer ser escritor. A mi edad la lectura atrofia, se lee hasta los 20, después te arruina el estilo. Además lo que yo de verdad hubiera querido ser es el líder de una banda de punk, en los años 70. Un punkero, o de cualquier banda de rock. Alguien acechado por las chicas. Supongo que es el sueño de todo tipo que tuvo una adolescencia de mierda. Bueno todavía puedes ser un rockero, me parece que la actitud la tienes. Tengo 26 años Miriam, aceptémoslo a está edad ya no voy a ningún lado…miento, en alguna parte ya se esta bordando mi epitafio. Nunca pude tocar bien esa puta guitarra y mi voz es demasiado grave, como de blusero. A mi me gusta el blues y tu voz también. Siempre me estas diciendo las cosas que te gustan de mí Miriam, pero no te acuestas conmigo, por qué no tenemos sexo, si tanto te gusto. No lo sé…tu no estás bien y al final yo sería la afectada. Quieres que te cuente un secreto, ninguna muchacha se ha suicidado por mi culpa. Fui yo siempre el jodido, pero tienes razón haces bien, en realidad no quiero sexo contigo…En mi vida he tenido solo dos novias reales, lo demás solo historias raras. No sé que decirte Jay. En ese caso lo mejor es no decir nada.
Pongo la palma de la mano en el vidrio de la ventana. Afuera el aire está sucio y caliente. De pronto, sin decir nada, Miriam se acerca y me abraza por la espalda, no sé si la quiero pero deseo cosas buenas para ella. Desearía que no estuviera aquí, no haberla conocido, que no me hubiera conocido. Ni a este lugar horrible, esta pocilga apestosa en la que nos estamos asfixiando del calor. Nunca le creí a mi madre cuando me decía que había escogido el camino de los fracasados. Si me viera, la pobre. Tenías razón mamá, siempre la tuviste, hubieras echo dinero prediciendo el futuro. Miriam me besa la nuca y dice con ternura tengo que irme. Ok, luego hablamos. Antes de irse me recuerda que a la noche los muchachos de la universidad se van a reunir en algún bar, para bailar y conversar un poco. Me pide que la llame…pero sabe que no la voy a llamar. Que me quedaré aquí, encerrado viendo el mar donde brilla un revólver.
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