Navidad feliz. (Santa:enemigo público)

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Navidad feliz. (Santa: el enemigo público)
Por: Fernando Abreu.
 

¿Qué mente diabólica plantea la atroz disputa de la imagen navideña entre un hombre gordo, viejo, y vestido de rojo contra el clásico árbol navideño, y el no menos romántico Nacimiento? Sin duda el favorito continua siendo el travestido hombre de rojo que juega a filántropo obsequia-juguetes que ronda la noche previa al veinticinco con trineo esquiador y renos voladores para hacer de sus simpatías a los querubines que han ansiado todo el puto año los regalos que, según ellos, tienen mérito a recibir. A pesar de la majadería imperante en ellos, y su falta de civilidad que expresan a menudo, con reclamos y chantajes hacia los padres, estos pelandrujillos tendrán su nochebuena con una bien atragantada comilona, y en la víspera de la mañana, dejaran un basurero junto al arbolito para estar chingando todo el día con sus nuevos juguetes. Basta decir, que esto sólo ocurre en familias de clase media para arriba, pues la mayoría de los pobres, se consolaran con un abrazo, y darán gracias a Dios que tengan algo que comer esa noche. Vayamos al punto. La época demanda cierta filiación pacifica entre las personas, un orgasmo moral donde todos debemos estar más unidos, sin rencillas, malos pensamientos o discordia. Una temporada donde la religión dominante en occidente reclama a cuatro vientos el aniversario del nacimiento de su bien amado señor Jesucristo, y los comerciantes a su vez, claman por una época tan consumista que debe engrosar sus bolsillos a pesar de que la mayoría en ocasiones no tenga mucho dinero. Pero en navidad se da rienda suelta a los aguinaldos, y si no alcanza pues vamos a pedir prestado ya que un ogro malviviente nos recuerda que lo primero son los obsequios. Si, el maldito que nos amarga la existencia es el regordete del trineo y risa malévola, ése de la tradición milenaria (unos ven el origen en algún pueblo de Europa oriental, otros a un italiano, algunos a un cura) dicta las reglas a los padres, y la ansiosa espera a los chiquitines. Creemos al principio hubo cierta caridad o benevolencia, aunque la verdadera enajenación no fue desarrollada hasta que la nación más consumista y proveedora de iconos comerciales inventó al susodicho. ¿De qué manera? Como todo lo hecho en gringolandia: reciclándolo. Gracias a la leyenda de unos inmigrantes holandeses por allá de 1863 adquiere (crédito al dibujante Thomas Nast) la fisonomía del gordo bonachón que conocemos, pero no es hasta mediados del siglo XX cuando la empresa coca-cola encarga (una fecha de 1931) al pintor Abdón Sundblom dé por definitiva la imagen a explotar del Santa Claus. Y es así como inicia su misión de secar los bolsillos de los padres. En la época actual, este personaje tiene una mayor popularidad que otros símbolos navideños, ha despojado en el gusto regala-juguetes hispanoamericano a los reyes magos, quienes siguen cada vez más lejos una estrella de marketing que los ponga en primeros planos. Otro avatar sufrible lo acota el bien querido arbolito navideño. Este pino cada vez tiene mayor competencia, debido a sus clones artificiales que aplican la estrategia del precio y que por otro lado tienen una mayor longevidad. El pino acabará en un cesto de basura, no sin antes ver la alegría postrada a sus pies cuando los querubines abran los regalos y que desgraciadamente, no es una felicidad compartida, ya que los chiquitines ni lo pelan, ignoran sus bondades y apenas le toman consideración, cuando mucho una mirada lastimera y eso, sólo cuando prenden las lucecitas artificiales que le adornan. El pino tiene su consuelo en la desdicha aún mayor del pavo. Éste si que sufre; el pavo es el más triste, pues es devorado por personas que antes de clavarle el tenedor celebran juntos su filantrópico homicidio deseando los mejores deseos de bien común para toda la familia. Reunidos en torno a él degustan sus carnes como expiando las suyas. Por último, el Nacimiento. Ha medida que crecen las sectas y las desviaciones religiosas, el recuerdo y simulacro artificial de la venida del señor Jesús deviene en menos, casi pertrechados a los humildes católicos, algunas autoridades han tratado de hacer concursos y exposiciones de nacimientos navideños con el fin de “adornar” la ciudad y no tanto por preservar la costumbre. Lo fastidioso es que me acabo de enterar que cierta compañía juguetera planea sacar su nacimiento con todo y personajes articulados y con voz propia. Un Nacimiento hermoso con luz y sonido, reproduciendo los detalles con mucha calidad. Ya Santa se frota las manos para promocionar el producto. Se me olvidaba, el nacimiento incluye pesebre, animalitos y una estrella movible. Los personajes se venden por separado.

5 Comentarios

  1. Me agrada que hayas respaldado tus comentarios con algo de base cultural, entiendo que muchos hablan del tema pero no saben los orígenes del problema. Ojalá algún día se pueda salvar el buen espíritu que motivó alguna vez esa tradición.

    Saludos…

  2. Gracias a ti por la molestia de leer el texto y por los comentarios; un gusto y seguimos leyendo…

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