En 1987, el poeta venezolano José Jesús Villa Pelayo escribió un poema sorprendente. Lo he escuchado muchas veces y siempre me conmueve ese eco insatisfecho de amor irrealizable. Es la voz de una dama de ensueño, una que él imaginó durante una noche de pesadillas y equinoccio. El poema fue incluido en su segundo poemario, Nueva York, publicado en 1992 por la Universidad Central de Venezuela:
Frágiles dedos
Si vivieras donde estoy navegarías hacia mí.
Estoy en la India o en Indochina, esperando,
sentada, y tomando en mi mano una pluma.
Espero escribirte pronto,
sin frágiles dedos y asustada.
Estoy allí,
donde los gansos y las luciérnagas se visten de blanco,
entre las zaras negras,
como diría Saint-John Perse.
Y te amo.
Y dejo que seas tú quien llegue hasta mí.
Por suerte, el verano pasado,
recostada en el muro de piedras rojas,
pensé ir hasta el destierro, donde te hallas.
Y las cárceles parecieron grises
y las mazmorras verdes.
Por ti sé que soy libre.
Por el canto de las aves
entiendo que el verano llegará.
y sé, sé profundamente,
que ir a la guerra
jamás dejará en ti una huella.
La mirada de un cóndor senil
se ha derramado en miles de miradas pequeñas.
Yo iré hasta allí,
con mis frágiles dedos, hasta el destierro.
Gracias por compartir este poema… es bello, intenso e inmaterializable.