Obviamente, Quentin y Rodríguez, el dúo dinámico de Grindhouse, la defienden a capa y espada, porque les recuerda el impacto visual de la serie Z en la época maldita de su explotación clandestina, cuando la perversión óptica del underground no gozaba de mayor fortuna en el circuito oficial de comercialización.En los cincuenta y sesenta, se relegaban a la tintura roja y a las visceras de plástico, a las funciones dobles y a los círculos viciosos de los autocines.
Por el contrario, ahora el terrorismo audiovisual acaba siendo deglutido por la industria,mientras la contracultura negocia en el terreno de la difusión mainstream.De ahí la irrupción del próximo heredero de la familia Tarantino. Se llama Zack Snaider, lo adora el señor de Pulp Fiction, proviene de la cantera independiente, sabe rodar escenas con garra y despachó con total dominio de recursos el remake de Dawn of The Dead, antes de encargarse del rodaje de 300, cuyo lanzamiento ha sido un completo batacazo de taquilla.
Por desgracia,la derecha conservadora la confunde con una bandera republicana y la izquierda progresista la reduce a la condición de caricatura antimusulmana, publicada para ofender a los fieles de Mahoma.Por respeto a los dos bandos, cumplimos con reseñar el evento de forma imparcial, sin tomar partido por ningún extremo.Intentemos conservar el centro para comprender mejor la verdadera naturaleza del fenómeno.
War of The Worlds
La cinta gira en torno a la cruenta batalla del desfiladero de Termópilas,en donde el Rey Leónidas junto con 300 espartanos contuvieron la ofensiva bélica de la armada Persa,hasta morir en manos de los soldados de Jerjes, el monarca del imperio babilónico.
El punto de vista etnocéntrico de la obra realza abiertamente la imagen de los espartanos, en cuanto se demoniza el aura negativa de los persas, al equipararlos con un ejercito diabólico de Orcos. Las analogías con Return of The King son claras y patentes.
A la inversa, la fotografía humaniza a los héroes occidentales, al profundizar en sus pequeñas tragedias personales, al glorificar sus hazañas y al justificar sus acciones.De los procedimientos y móviles del enemigo de turno, apenas conocemos interesés mezquinos y maquiavélicos.Así, Zack Snider evoca la estructura de su trabajo precedente, El Amanecer de los Muertos, en el cual un grupo reducido de personajes intentaba detener sin éxito la embestida de una turba de zombies.
Nada que ver entonces con el equilibrio y el balance de Banderas de Nuestros Padres y Cartas de Iwo Jima. En última instancia, 300 tiende a compartir la tesis bipolar de Samuel Huntington en el Choque de Civilizaciones.Lo que marca una involución frente al avance del díptico de Clint Eastwood y La Cruzada de Ridley Scott.Es el fin del reino de los cielos.
Inframundo
La demonización estética del film impone la estigmatización erótica del otro, en función del esquema orientalista de la cultura Occidental contrarreformista, según la cual, la maldad detenta condiciones infrahumanas, disfóricas, asimétricas, decadentes y faústicas, asociando la alteridad racial con homosexualismo, libertinaje y derrape, en el típico repaso por la imaginería católica del apocalipsis. Aquí se trata de una básica lucha entre la luz y la tiniebla, a la manera cristiana de La Pasión de Cristo. Lo inverso que la poética gay Alexander, lo mismo que la dominación másculina de Troya y Conan el Bárbaro.
De la guerra fría a la guerra en caliente
Ya sabemos que la película y el comic original se inspiraron en la película de 1962, 300 Heroes, entendida en su tiempo como una metáfora del conflicto bipolar de la posguerra.
Cuatro décadas más tarde, 300 viene a representar la guerra caliente en curso, con fines tan oportunistas como transpolíticos. La película claramente difunde un mensaje militarista, acorde con el tiempo de rearme moral de la era contemporanea.
Sin caer en burdas interpretaciones conspirativas, podemos concluir que la cinta justifica el presupuesto del complejo militar industrial, para los próximos planes quinqueniales, propagando doctrinas cuarteleras del gusto pentagonista y miraflorista.
Así, el machismo, el sacrificio, la satanización del enemigo y el orgullo por la defensa de la soberanía amenazada, consiguen en 300 una traducción literal y explícita como códigos de orientación conservadora, funcionales a la cualquier ideología extremista.
Por todo ello, el film puede leerse de dos maneras disímiles y no contradictorias, según lo que compartimos y rescatamos de los foros de blogacine.com:
Esta movie es una campaña de Bush para convencer a los americanos de que manden al ejército a combatir al imperio Persa (Irán). Es buena película, sin duda. Pero el nefasto mensaje no puede estar más claro.
Por Nieto.
Sobre 300, yo ya la vi 2 veces y me parece una película importantísima en varios niveles (estética, ritmo, música, mercadeo). La lectura política se presta para ambos lados. Es completamente escalofriante escuchar a la reina decirle al congreso “Send the army to protect our freedom and everything we stand for”. Creo que es una cita textual de Bush (y ojo, no está en el comic de Frank Miller). Pero también se podría decir que los Espartanos son Alqaeda peleando contra el todo poderoso Imperio, en una misión suicida que sirve para inspirar a los demás guerreros. Creo que eso es parte de lo fascinante de una buena obra de arte: Inspira a ambos, cada quien interpreta lo que quiere. Los Iraníes creo que se ofendieron más por el cariz Gay que le dan al Emperador Persa. Pero más allá de eso creo que no hay mucho que no se pueda interpretar de las mil y un maneras.
Por Jonathan Jakubowicz.