La observo mirar el alto risco de la montaña. Se muestra concentrada. Comprendo su sentir mientras vuelvo a las líneas del libro que disfruto. Las circunstancias que la rodean la obligan a verse asimisma como si llegara de Marte y al intentar comunicarse su idioma oficial fuera el plutoniano avanzado.
Unos días más tardes se le ocurrió la siguiente idea:
… en el universo existe un planeta en el que todas las personas nacerán por segunda vez.
Tendrán entonces plena conciencia de la vida que llevaron en la tierra, de todas las experiencias que allí adquirieron.
Y existe quizás otro planeta en el que todos naceremos por tercera vez, con las experiencias de las dos vidas anteriores. Y quizás existan más y más planetas… esa es la versión de Tomás del eterno retorno… ¿es acaso la madurez algo que pueda ser alcanzado por el hombre? ¿Puede lograrla mediante la repetición?
Kundera : P. 230[1]
Suspiro mientras la veo adaptarse a su realidad actual. No se ha dado cuenta pero su lucha es la de siempre: ¿ser o no ser? Tan similar a lo cotidiano que a veces es una lata. Tanto para ella como para mí. Sospecho que es la parte dolorosa. La sensación de ser soportada y no aceptada puede ser lamentable.
El desacuerdo con la mierda es metafísico. El momento de la defecación es una demostración cotidiana de lo inaceptable de la Creación. Una de dos: o la mierda es aceptable (¡y entonces no cerremos la puerta del water!), o hemos sido creados de un modo inaceptable.
Kundera P. 254
Vuelvo a mi lectura. Kundera atrapó mi atención desde que intentó explicarme la insoportable levedad de sus personajes pero mi mente le presta buena parte de atención a su estado actual. Pretendo ayudarla y disimular la preocupación que me inspira su actual estado de ánimo. ¿Es el miedo al vértigo más bien una atracción del abismo? Esa sensación de que se va cayendo y no hay nada evitando el deseo de hacerlo. ¿Es la tentación de dejarse ir hasta el propio abismo y sin deseos de que tenga fin? ¿Es dejar de hacer todas esas cosas (que se nos obliga a cumplir) para armar lo que hay que hacer y disfrutar de milímetros de felicidad a dúo? ¿Es más grande todo lo por hacer para lograr lo que se quiere que para disfrutar lo que se logra? Desde la perspectiva de mi mirada eso es un salto al vacío. Y eso ¿no es la muerte misma? ¿Y la muerte no abofetea a cada tanto, demostrando la inutilidad de la existencia? Pero yo no veo lo que ella sí.
Estas son las preguntas que le dan vueltas en la cabeza a Teresa desde la infancia. Y es que las preguntas verdaderamente serias son aquellas que pueden ser formuladas hasta por un niño. Sólo las preguntas más ingenuas son verdaderamente serias. Son preguntas que no tiene respuestas. Kundera P. 145
Intento darle lo que todos le niega: comprensión. Se le dificulta ser ella misma y además adaptarse a las circunstancias sociales que la rodean. A veces la entiendo: lo social es difícil de complacer; casi imposible. Si lo complaces no eres tu y si no lo haces no te acepta. Es simple. El problema con ella (y con la misma sociedad —en eso se parecen¾) es que le pone a todo el asunto la misma seriedad dada a la resolución de todos sus asuntos. Es una bendición: solo a veces. Esta sociedad exige lo genuino pero no lo acepta. Es necesario pasar muchas pruebas antes de que alguien auténtico alcance un lugar y sea valorado o su esencia respetada como una manifestación real de sí mismo. Y eso definitivamente requiere una buena pared intestinal para digerir los días oscuros. Entiendo su incomodidad. Lo social jamás (y no creo exagerar en la afirmación) jamás será benigno. Pretender que lo social sea aprobatorio, afirmativo, reafirmante de condiciones internas, sucede solo en su lejano planeta de origen. A cada tanto le comento que deje de soñar y evite la creación de formulas mágicas a nuestros problemas individuales y sociales; que intente vivir en lo cotidiano. Su respuesta perenne y cortante es que ella esta aquí por mi constancia en soñarla y por eso algo con apariencia utópica se transformó en realidad. Mientras pretendo responder con ingenio se encoge de hombros Guardo silencio y sigo leyendo.
La idea del eterno retorno es misteriosa y con ella Nietzsche dejó perplejos a los demás filósofos: ¡pensar que alguna vez haya de repetirse todo tal como lo hemos vivido ya, y que incluso esa repetición haya de repetirse hasta el infinito! ¿Qué quiere decir ese mito demencial? Kundera: P. 11
El eterno retorno de Kundera me deja sin habla. Cómo es cierto que la ficción, a veces, puede responder las propias inquietudes llegando en el preciso momento en que se necesita la información que conduce a la reflexión. Creo firmemente en la magia de los libros. Este llegó a mis manos de forma inesperada y es que estoy convencida de que cada autor tiene algo que decir y particularmente todos los que han llegado a mi vida han venido a comentar algo que necesitaba saber.
De igual forma, es sorprendente ¿no es cierto? Que por un lado se intenta huir de aquello que no se quiere ser y se va hacia lo que, de verdad, se quiere ser, más sin embargo terminamos siendo atraídos hacia lo que realmente no deseamos, no conviene y se quiere en el pasado. Manejar las propias inconsistencias es aun más difícil que la resolución de los asuntos sociales. ¿No será que se reflejan? Cada vez que entra en estos espacios de caos le comento que detrás hay un orden que busca manifestarse, a cada tanto me cree. Hoy, para las dos, eso no es más que charlatanería.
La historia es igual de leve que una vida humana singular, insoportablemente leve, leve como una pluma,
como el polvo que flota, como aquello que mañana ya no existirá.
Kundera: P. 229
Nada es fácil de explicar cuando se trata del ser. Nada es fácil de entender cuando se trata del ser social. Y en el abismo de las dos inconsistencias ella se encuentra entre perdida y a medias encontrada en su propia levedad. ¿El ser social tendría que ser bueno? Sinceramente lo dudo. ¿Malo, entonces? Menos. No caben los opuestos en los espacios sociales. Lo existente es una sobreabundancia de grises disímiles. De fuertes tonos sepias que obligan a mirar con ahínco cada estructurada frase antes de dar dictámenes. Si algo podría ser cierto en este caleidoscopio de no-absolutos es que el ser social no podría arrastrar las benignidades que no existen de el individual. Si entendiéramos al ser social como un cardumen de atunes entonces veríamos que es la suma de partes individuales que hacen un camino colectivo con una acción distinta a la individual y pero que no la excluye. Si el individuo esta enfermo, alienado o neurótico es imposible que el ser social este exento de esas excentricidades. Desde esta afirmación ¿La idea de la cooperatividad esta enraizada en nuestra esencia?. ¿Una nación esencialmente desconfiada puede asumir el reto de cooperar sin sentirse aprovechado o embaucado? Cada escalón evolutivo con su reto: brincar gradas para lograr objetivos nos ubica en una mentira del ser que normalmente nos empuja a volver a cursar los exámenes no aprobados. Si se lleva una materia a rastras y no se pasa, irremediablemente y en algún momento, se tendrá que volver para concluir lo no acabado.
Por otro lado, ¿puede alguien originario de una condición familiar precaria y basada en el poco respeto a la singularidad del otro emerger hacia la construcción de relaciones basadas en aceptación y respeto al pensamiento original? De veras, ¿eso es posible? O ¿ se aprendió a obedecer para ser aceptada (o) y apreciada (o)? Eso explicaría la sensación de vacío y soledad que se esconde en los recovecos de un alma. Ya que manifestarse plenamente en el mundo social sin que los demonios (los inmensos y pequeños) surjan a gritar verdades es casi imposible. ¿Es admisible que alguien que viene de dónde ella viene pudiera trascender sus limitaciones? ¿Las más intimas dudas que solo se esclarecen en un hogar pleno? ¿Existen los hogares plenos? En días como hoy lo duda y muy en serio.
Parménides respondió: la levedad es positiva, el peso es negativo. ¿Tenía razón o no? Es una incógnita. Sólo una cosa es segura: la contradicción entre peso y levedad es la más misteriosa y equivoca de todas las contradicciones.
Kundera. P. 13
Lo que más recibe es crítica: algunas silenciosas, otras frontales; unas llenas de odio y otras repletas de buenas intenciones. En fin, lo único que encuentra son jueces atentos a su hacer y hablar para ¿criticarla? Ha soportado que le digan “inteligente” con el tono más despectivo que se pueda imaginar convirtiendo un halago en ofensa como si tuviera que disculparse por eso y si acaso eso fuera importante. ¿Una mujer tiene prohibido el acceso al proceso reflexivo, a la producción de ideas? ¿Dónde esta escrito? ¿Eso la hace menos mujer? ¿Es ese un terreno exclusivo de hombres? Como si ella se molestara cuando alguno cose, cocina o limpia baños y pisos. ¿Por eso se siente abrumada o despojada de su lugar en el mundo? Por supuesto que no. En todo caso no la considero tan inteligente (¿también la juzgo?) sí lo fuera ya habría ganado varios premios de literatura, convertido algunas piezas en best sellers y estaría en su apartamento frente al mar escribiendo la trilogía de cuentos eróticos que tanto anhela concretar y nada de esto chocaría con la familia y los hijos. En todo caso ambas sabemos que todo el que la juzga (mal o bien) se aparta de su vida como arrastrado por una corriente invisible.
Nunca seremos capaces de establecer con seguridad en que medida nuestras relaciones con los demás son producto de nuestros sentimientos, de nuestro amor, de nuestro desamor, bondad o maldad, y hasta que punto son el resultado de la relación de fuerzas existente entre ellos y nosotros.
Kundera P. 295
La relación entre un hombre y una mujer que se gustan tendría que ser entre adultos iguales o al menos que se sientan similares. Cualquier otra cosa es juego de poder y no un feeling in crescendo. Algunos muestran habilidades sociales y otros en profundo conocimiento interior. Hay de todo y para todos. Pero solo se unen dos seres (tanto en el sexo como en sentimiento) que saben lo que quieren y cómo obtenerlo. Si alguno de los dos no lo sabe o tiene dudas el asunto no cuaja salvo que uno de los dos se convierta en el “padre” o la “madre” del otro echándose encima todo el peso de la relación y eso es otra cosa por mucho que se vea por todos lados. Claro, tienes razón, es utópico. Pero ¿realmente lo es? ¿Es mejor quedarse con algo que no nos conviene del todo pero cercano a ir en busca de algo mejor? ¿Es preferible malo conocido que bueno por conocer? Si desde el principio alguno de los dos se siente poco valioso (aun cuando esto no es cierto) ¿se puede creer que después será mejor? Después ¿es cuándo? ¿Estar con otros no significa aumentar los propios niveles de plenitud? ¿Felicidad a dúo? Esto ¿también es utopía? Hay quienes han construido sus ideas de pareja y las han vuelto realidad. Dejan la quimera porque la convierten en realidad.
Lo agradable de siempre luchar con la misma vaina es que sabes a lo que te enfrentas y lo fastidioso es que es el irresoluto problema de siempre que se extiende hasta el infinito en un eterno retorno…
Continuará…