El día te describe, destierra con su luz el secreto donde te guardan mis ojos.
Y mi segundero no avanza.
La simetrica clase te reclama. La materia no te define, los libros no cuentan tu historia.
Y mi segundero no avanza.
El viento te susurra y alcanza, trae entre sus notas la alegre melodia de tu aroma, Carlos.
Y mi segundero no avanza.
Escucho tu presencia, siento tus latidos.
El universo retoma su ritmo, y yo palpito con él.
Bebo tus besos, exprimo tus brazos.
Y mis segundos, galopantes, corren. Nacen para morir… y yo para vivir.