El pasado miércoles 16 de Mayo del 2007, Latinoamérica experimentó un estruendoso vértigo (muy silente, quizá) ante la partida de una de las voces femeninas más agudas de la poesía venezolana: Elizabeth Schön. La emotividad reconciliadora de lo cotidiano y lo permanente, la exactitud y lo sucinto, el insospechado encuentro de lo real y tangible con la luminosidad del asombro, hace que Elizabeth Schön Ibarra viuda de Cortina, fuera formadora de una palabra indemne y transcendental.
Como poeta que soy, y que seguiré siendo, como testigo del apoyo que brindó ante mi carrera en la palabra, es mi deber homenajear a quien forjó la voz de mi poesía, y que se ha marchado en su último viaje, su última instancia a la palabra de lumbres.
Es oír la vertiente (1973)
«Mirar al fruto y sentir
después entrar en él
y quedar allí
junto a su lumbre
escuchando
amando
hasta que no sea posible regresar
a ese sitio de donde partimos.»
«Ese peso de las cosas
que si vamos a nombrar, estalla
ese sabor de la hierba
que si queremos brindar
se nos adhiere, ocultándose en seguida
es el comienzo original
y lo único que qeda.»
Ropaje de ceniza (1993)
«Esa sangre latiendo aún
sin otra cercanía que la del viento.
Ese rostro contra los espacios
serenamente deshojándose hacia dentro
donde la huella no cede.
¡Ah de su irrompible resignación!
La piedra permanece
para que lo frágil se sostenga.»
La espada (1999)
«La vida
que traspasa rincones, incendios, jaulas
sorprende lo mismo
a cuando nos acercamos a esas aguas íntimas
y exteriormente fuera
donde los hombres prosiguen rasgando
las oscuridades de los horizontes
La vida le da al hombre
seguir siendo hombre
aun si el polvo lo remplaza
en tanto no cesa la complicidad
entre el instante del tiempo
y su múltiple profundidad.»
Del río hondo aquí (2000)
«La palabra se escucha
entra, se queda, se va
¿Acantilado de vida, existencia, muerte?
Mas cuán hermosa y tibia de la piel, la soledad
ligadas al fulgor abierto de la intemporalidad.»
Cerrar mis ojos y pensar en el Sol y la Sal, en el agua verde azul y en los ojos de mi amado me hacen evocar la magia de este ser que es Elizabeth Schön.
Ella forjadora, ella ahora mía.
Eli mil gracias, gracias por llenar las almas con la sal de la vida.
Gracias
Huma