Para mañana les pongo un par de críticas de cine, pero por hoy me gustaría comentar lo que le pasó a Oliver Stone, por andar chupando medias.
Como ustedes saben el señor Stone es el director de grandes cintas como JFK o Nacido el 4 de julio. Películas duras y críticas al gobierno y al sistema político americano, que no por ello están exentas de calidad y de interesantes y profundas reflexiones sobre el mundo actual y quienes lo manejan. Pero desde hace un tiempo al tipo le ha picado un mosco raro. Primero hizo un documental sobre Fidel Castro, que más que documental era una insoportable jaladera de bolas al dictador cubano, que era presentado en este film como un hombre apacible que conversaba con lentitud y soltaba profundas reflexiones mientras Stone se babeaba frente a su figura. Luego, al pana le dio por reconciliarse con su país, así que en vez de hacer una cinta apoyando las absurdas teorías conspirativas que se han lanzado sobre el 11 de septiembre de 2001 (como lo hizo con la muerte de Kennedy). Stone prefiere filmar la gesta heroica de dos bomberos atrapados entre los escombros luego de entrar a las torres en llamas para rescatar personas. La cinta no cuestiona nada, al contrario, la cinta es casi una versión oficial de los hechos. Es más, United 93, la cinta de Paul Greengrass, se atreve a criticar al burocratismo del gobierno, en cambio Stone solo se limita a mostrarnos el drama de los bomberos.
Luego, se corrió el rumor de que Stone querría hacer una cinta sobre el 11 de abril. Pero luego quedó claro que eran solo los deseos del comandante Chávez por tener a un director de Hollywood dándole vida a sus versiones particulares sobre el golpe del 2002.
Ahora a Stone se le ocurrió hacer un documental sobre el Presidente de Iran Mahmoud Ahmadineyad, y la respuesta de éste fue:
«Si bien es verdad que a Oliver Stone se lo considera parte de la oposición en Estados Unidos, la oposición sigue siendo parte del Gran Satán».
Ahí tienes amigo Stone, para que sigas jalando bolas.
John Manuel Silva