Paradise Now

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Paradise Now

Paradise Now, es uno de los mejores films que he visto en mucho tiempo. En especial a quienes me dicen binario y limitado moral les puede sorprender esta afirmación, pero es que esta cinta de Hany Abu-Assad, tiene lo que El viento que acaricia el prado no tenía.

Khaled (Alí Suliman) y Saïd (Kais Nashef) son dos palestinos jóvenes reclutados por un grupo terrorista para llevar un atentado Kamikaze en Tel Aviv, capital de Israel. Ambos se preparan para tal fin, graban el mensaje en video que debe transmitirse luego de la explosión, pasan un último día junto a sus familias y se preparan para ejecutar el hecho. En el camino Saïd mantiene una relación con Suha (Lubna Azabal), hija de un héroe Palestino ahora convertida en una ferviente activista por la independencia palestina, pero por vías pacíficas. Suha cuestiona las intenciones de Saïd, lo increpa y le hace ver que hay métodos no violentos para la lucha política.

Esta es la premisa del film, porque el desarrollo es mucho más complejo, no complejo en su estructura como película, sino en los debates morales y éticos que la motivan.

Khaled, el más radical al principio, cree que el atentado tiene sentido ya que Israel se caga en la madre de las resoluciones de la ONU, cada vez que le provoca, cuenta con el apoyo de EE.UU. y hace ver en el mundo que es un país inocente acosado por terroristas, cuando la realidad es que desde Israel se practica un despreciable terrorismo de estado.

Saïd, el moderado de ambos y quien tiene dudas todo el tiempo sobre lo correcto o no de sus acciones, reivindica, en un principio, la realización del atentado ya que piensa que es la única salida, porque los métodos pacíficos han fracasado y siempre son torpedeados por Israel; de hecho, en uno de los mejores momentos del film, Saïd y Suha, van en un vehículo discutiendo y Saïd le espeta “¿cómo es posible que quienes nos invadieron, quienes nos quitaron nuestra patria, quienes asesinaron a nuestros niños en la intifada, quienes nos reprimen y hacen un muro para aislarnos se presenten ante el mundo como víctimas?, dime, ¿cómo es que el victimario se transformó en víctima?”.

Suha, siente que la violencia no es buena, que es un círculo eterno en el que se girará y girará, pero nunca se hallará salida. ¿Qué objeto tiene matar a ciudadanos inocentes?, ¿acaso logramos algo asesinando a mujeres y niños en Tel Aviv?, ¿acaso de esa forma el gobierno Israelí nos escuchará o nos respetará?, o al contrario, con eso solo reforzamos nuestra imagen de terroristas ante el mundo.”

Las discusiones entre ambos son lo más impactante de la película, la forma en que ambos debaten sobre las múltiples opiniones y caras que tienen los palestino, como algunos se mantiene distanciados de la violencia, otros la apoyan, otros participan de ella y otros buscan con desesperación una salida pacífica que les permita ser libres e independientes y al mismo tiempo que detenga tanto horror de parte y parte.

Otro personaje fundamental de la cinta es Jamal, quien declama elaborados discursos sobre la necesidad del terrorismo, busca y recluta a jóvenes idealistas a los que inculca, a veces desde niños, ideas radicales y extremistas, adobadas con ángeles que recibirán a los kamikaze cuando mueran; pero que nunca, jamás, se ofrece a si mismo como el “valiente” que llevará a cabo la misión suicida. Este personaje representa la hipocresía de los terroristas que abusan de la desesperación de sus pueblos e imbuyen a muchos de sus compatriotas en discursos intolerantes que, como siempre razona Suha, no tienen razón de ser.

Pero no se confundan, el director y guionista, nunca condena de manera absoluta a los jóvenes, tampoco los exculpa. Hany Abu-Assad, prefiere mostrarnos todos los lados del conflicto y darnos un aterrador final abierto para que nosotros saquemos nuestras propias conclusiones.

Hay un mensaje que no todos quienes han comentado el film han descifrado. Y es que cuando vemos a los actores al principio de la película, los vemos con sus cabellos y barbas y luego, cuando en el bunker del grupo extremista que los recluta los afeitan y le colocan trajes negros con corbatas, se ven iguales a cualquier Israelí. De hecho Jamal los felicita por su parecido, y es eso lo que el director nos dice: En el fondo somos iguales.

En fin, una muestra de que una película puede mantener el balance entre posturas radicales y moderadas en un conflicto, sin necesidad de escupirnos un discurso demagógico en la cara. Sin hacer valoraciones morales o darnos lecciones doctrinarias sobre el bien y el mal. Una cinta fundamental y brillante, a la que hay que adicionarle el trabajo magistral de su elenco, que resulta desconocido para todos nosotros. Tanto Alí Suliman como Kais Nashef son perfectos como los dos jóvenes kamikaze. Pero lo mejor de la proyección fue ver a Lubna Azabal, quien se roba la pantalla con su actuación, aunque no sé si es el personaje o la actriz lo que realmente me cautivó.

En resumen, uno de los mejores films que he visto en mucho rato, una muestra de un cine fundamental, brillante, que respeta a su audiencia y no la subestima dirigiendo su pensamientos, sino estimulándolo con cuestionamientos duros y carentes de prejuicios.

10/10

John Manuel Silva.

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