Esto sí es un juego de carritos, marca Hasbro Toys; la compañía fabricante de los robots de la pop corn movie y una de las muchas patrocinantes oficiales del evento multinacional, acorde con la vitrina corporativa de la Copa América. Por decir algo, Naomi Klein podría ampliar la edición de su best seller, “No Logo”, tras analizar la película. Bienvenidos a la transformación del cine en una cadena de anunciantes, por cortesía de los “Bad Boys” de la Paramount Pictures.
Dame más gasolina…
En efecto, el estreno se adecúa al patrón de emplazamientos de productos, para promocionar desde franquicias de fast food hasta últimos modelos en cuatro ruedas.Por instantes,el desfile de deportivos y camiones, invoca el colorido despliegue de un salón del automóvil, conducido por lindas chicas. Por ratos, la función cobra el formato de una emisión especial de “Enchúlame la Máquina”, a la velocidad de “Rápido y Furioso”.
Por si fuera poco, los amantes del tuning se sentirán identificados con la metamórfosis del carro del protagonista, cuyo Camaro de segunda mano se le convierte en un bólido de carreras, gracias a la inteligencia artificial de los autobots. Al final, como recompensa a sus esfuerzos, el personaje heredará el vehículo, cuando se le rinda ante sus pies como un perrito obediente. Y es que aquí el carro es el mejor amigo del hombre.
El infomercial high concept
“Transformers” es un blockbuster hecho a la medida del corte mercadotécnico de Jerry Bruckheimer, el niño prodigio de la “Viacom”, el consentido del alto presupuesto formado en la agencia BBDO, de donde saltaría a la cúspide de la meca, para transformarla para bien y para mal.
Para bien, porque rescatará a la industria de su debacle financiera, a raíz del hundimiento de “Las Puertas del Cielo” en 1980,con lo cual se le restaría poder a los realizadores de Hollywood,en beneficio de sus ejecutivos.
Para mal, porque acabará por imponer un ejercicio especulativo de la profesión, condicionado por la influencia de la bolsa de valores y asentado en el conformismo del lenguaje publicitario, a base de combinar cámaras lentas con fugas inverosímiles, al ritmo del heavy metal.
A menudo, sus franquicias son asociadas con restauraciones monumentales de las absurdas cintas fantásticas de serie “b” de los años cincuenta, en plena época de paranoia bipolar. Por eso, intentar resumir el plot de “Transformers” es una misión imposible.Sólo cabe entenderla como una extensión de su trailer y su video game de Play Station, programados con el actual renacer patriótico del choque de civilizaciones.
The War of The Worlds
La serie animada de 1984 acompañó a la guerra fría.El tanque veraniego del 2007 escolta al 11 de septiembre.El conflicto de Optimus versus Megatron deriva de escenarios de batalla,amoldados a los géneros de ciencia ficción y cine bélico. Por ende, el armazón de “Transformers” se ensambla con piezas de colección como “ID4”, “Pearl Harbor”, “Armagedón” y “Guerra de los Mundos”. No por nada, los nombres de Steven Spielberg y Michael Bay suenan por ahí.
En resumen, la lucha de “Autobots” y “Decepticons” busca alentar el orgullo nacionalista, a través de la exacerbación de la iniciativa militar, coordinada por el pentágono. Mientras la acción se debate entre la tecnofobia y la tecnofilia de rigor, “Transformers” ofrece pausas para la risa irónica, como queriendo tomar distancia de su tesis defensiva, al humanizarla con rochela. Medio en broma, medio en serio, los buenos obtendrán la victoria, luego de derramar sangre, sudor y lágrimas a lo “300”. Para concluir, el aparente perdedor se saldrá con la suya, y con él ésta promesa de triunfo en una era de derrota. Recomendada para levantarle el ánimo a soldados alicaídos a punto de emprender un plan de retirada.