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― Por no tener afectos es que estoy aquí…

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― Por no tener afectos es que estoy aquí

Cambie para mejor a fuerza de amar…

¡Si! a fuerza a fuerza de amar,

el amor es un arte…

a fuerza de amarte

La fuerza de amar. Chayanne

Así le respondió el usuario de Fase II a la instructora de “Conversaciones de valores para la vida”, reuniones que se realizan en el programa de atención integral al indigente de la Fundación Techo. La facilitadora se quedó en silencio, por un momento, ante la respuesta del usuario y después siguió con las explicaciones.El problema de la indigencia tiene muchísimas aristas. No es prudente darle una sola mirada y mucho menos única solución. Cuando se va resolviendo una particularidad surgen otros factores que convierten la problemática en un asunto cuesta arriba. Y eso que se está fuera del asunto ¿podría imaginarse la situación para los que están viviendo las condiciones en pleno?

Es terrible saber que el ser humano que duerme en la calle, vive a la intemperie y recoge latas para subsistir es un conciudadano, uno como uno. Y es inmisericorde la exagerada indiferencia ante ésta problemática, que crece a pasos agigantados. La cuestión cuenta con la indiferencia de muchos, la agresividad y odio de unos tantos y la ayuda de unos pocos que no se dan abasto ante tanta necesidad.

Buena parte de la situación está teñida con la dificultad de la adicción a las drogas y el alcohol que ya es un abismo-problema en sí mismo; esta condición podría llevarse por delante el resto de la situación mientras que el usuario no comprenda que ésta (cualquiera sea su objeto) es una enfermedad que impide decir que no a algo que no es beneficioso para si mismo. Comprender que es una enfermedad origina que cueste mucho trabajo salir de ella en una sociedad tan acostumbrada a las celebraciones acompañadas de licor y donde es costumbre salir a tomar los viernes y sábados como hábito social. Nada cuestionable porque una buena parte de la sociedad puede darse el lujo de hacerlo sin que eso afecte el cumplimiento de sus obligaciones personales, familiares o laborales: esto no puede hacerlo un adicto.

Luego, encontramos el llamado “problema de conducta” que es una expresión grande y compleja para tratar de explicar la exagerada dificultad que presentan muchos sujetos de relacionarse con fluidez y en relativa armonía con la mayoría de las personas que conoce (familia y resto de relaciones). A mi entender ésta es la parte mas difícil de tratar. Nadie con problema de actitud o conducta tiene la voluntad de admitir su dificultad para vincularse con los otros. Eso forma parte del problema de conducta: el otro tiene el problema y el sujeto suele ser una víctima de las malas intenciones y villanías de los demás. Y ese ¿no es el comentario constante de nuestra sociedad actual? Y ¿cómo se le dice a un sujeto con problemas de conducta que es su propia actitud ante la vida lo que le hace recoger esos frutos? Irremediablemente responderá que ellos son los que han precipitado su conducta: padres, familiares, la sociedad, el mundo, etc. Por otro lado, muchos ¿de alguna manera no hemos sentido (en algún momento) extrañeza en este mundo difícil dónde hay qué hacer exagerados esfuerzos por alcanzar pequeñas parcelas de logros y dónde el dinero, cargo, el lugar de vida, la profesión y el carro importan mucho más que el sentimiento, la forma de ver el mundo y de moverse en el mismo?

A cada tanto me he sentido fuera de foco en la mirada consumista, de las relaciones del sólo provecho unilateral, de las pre-ventas o ante el sentimiento superior porque tengo a fulano (importantísimo en el gobierno o con un cargo) como amigo. Nuestra sociedad suele olvidarse con rapidez de lo que no brilla y resplandece y mira con indiferencia todo lo que no le da provecho y otorga un piso-escalón para seguir subiendo (consumiendo más de los otros) Así que problemas de actitud y conducta tenemos todos los que pensamos y sentimos diferente a lo que dispone ésta loca sociedad que juega “aquí no está pasando nada, todo está bien, sigamos adelante”…

Esto conduce al problema familiar de fondo que es una consecuencia del problema de actitud. Familias despedazadas y a medio construir, matriarcados nómadas y otras circunstancias generan seres humanos que les toca sobrevivir en medio de un marasmo que no da pautas o coordenadas para resolver situaciones no tan básicas. No hay orden ni jerarquía, sólo una serie de sombras (de seres) tan extraviados que les resultaría imposible decirle, al que viene, detrás el camino a seguir. Muchos indigentes tienen familia, casi siempre cuarteada; pero una buena cantidad carece de ella y lo reiterativo de su problemática termina de destruir cualquier lazo afectuoso que pueda surgir con ellos. Cuando el problema se ha extendido en el tiempo los familiares se hastían de luchar con la situación y terminan por renunciar agotados en tratar de revertir el mal.

Por supuesto, el problema de autoestima (que los usuarios suelen mencionar continua y oportunamente) es de gran envergadura y no sólo refiere a la imagen del sujeto sino que habla de un desprecio a la esencia intima que se mueve debajo de piel y cuerpo y que forma parte de todo individuo. Una vez imaginé al Ser debajo de todas esas capas de sucio y mal olor tratando de recuperar su soberanía en ese individuo. La fuerza del ser es poderosa pero necesariamente requiere la anuencia del sujeto para volverse plena en el mismo. Muchas veces considero que el intento de recuperación son los gritos del Ser buscando formas para ser escuchado y tiendan un salvavidas que evite se hunda en el marasmo y abismo de la no comprensión.

El ágape, amor solidario o el común a muchos crece en el individuo a fuerza de ejercicio. A fuerza de amar. Se aprende a amar amando. Pero muchas veces el individuo se queda en el amor de pareja, familia y conocidos. Aprender a amar a los más desafortunados no forma parte de su plan. Lo que es válido ya que tender una mano resulta más difícil de lo que cualquiera pueda creer y requiere salir de la comodidad irresponsable o la sensación de que no es mi problema y por eso no tengo razón para intervenir. Pero jamás evolucionaremos solos. Trascenderemos a zancadas y en grupos y mientras estos sean más grandes los saltos serán mayores. Si son pocos nos quedaremos en la estación hasta que la masa sea crítica y suficiente para dar el salto. Muchos esperan aun en la estación mientras otros terminan de comprender la verdad del asunto. Algunos, que ya han evolucionado, se devolvieron a buscar a los restantes. Es simple hay que crecer en la fuerza de amar.

Finalmente los usuarios Fase II no sólo necesitan comida y ropa precisan, también, de la palabra. Conocer su uso y significado. Comprender que ésta puede abrir puertas o cerrarlas y extender el discernimiento sobre su situación de una forma liberadora respecto a su destino que no está sellado de ninguna manera. Es visible la dificultad de resolución e inventiva que se muestra a esos niveles; el inconveniente de hacer relaciones entre situaciones para analizar a profundidad y de manera global su situación y la dificultad para crear soluciones a problemas menores y/o de envergadura. Sin embargo manifiestan una comprensión humana y singular de muchos aspectos de vida. Siempre he creído que la calle enseña más que mil escuelas, pero lo hace con dureza y si no se tiene la posibilidad de colar todo obliga a la gente a tener una visión muy dolorosa de la propia vida; que en definitiva no es fácil pero tampoco tan punzante como tiene que vivirla alguien en situación de calle. En definitiva, el indigente es un súper-viviente puede subsistir en condiciones muy precarias. ¿Karma? No sabría decirlo a ciencia cierta.

Para más información y colaboraciones: CENTRO TECHO Estado Leal, calle Los Ángeles, Galpón 3 Chacao, caracas; Teléfonos: 2667247-2644774-2637564

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