¿Por qué a nuestro país le cuesta tanto debatir? No sé, creo que los venezolanos nos hicimos ultra-susceptibles a la crítica. En Venezuela basta que una critiquita en Panfleto Negro diga que un trailer es malo para que la página Web que lo tenía alojado lo saque de circulación. Basta que Sergio Monsalve diga que le parecen graciosas las fotos que publica blogacine de la película Al Borde de la Línea, para que se desate una estúpida reacción como si Monsalve hubiera asesinado a Roque Valero o hubiese llamado a un cinematograficidio contra el director de la cinta Carlos Villegas.
Lo digo, porque ayer, con todo el caos en que se convirtió Internet por las lluvias, me metí unos minutos a revisar los comentarios de Panfleto y todos, o al menos la mayoría, van por la onda de: quepasómamaguevotevasaponermamónventepuesmalditoseaelcoñodetumadre
maricóndemierdahijodeputaandaamamarlelasbolasalosgringosyatucomandantegrandísimobecerro
quelehuelemalelculomalditomalparido.
¿Puedo preguntar a donde vamos con eso? Y discúlpenme el tonito conservador, pero si van a criticar algo, háganlo con argumentos reales y contundentes y no con argumentos ad hominem (la frase se la robo al cobranza).
¿Qué les pasa? ¡Esto no es Noticiero Digital o Aporrea!, esta es una página extraordinaria, de tendencia anarquista; no porque haya que ser anarquista para escribir aquí, sino anarquista en su concepción, en su intención de darle voz a todo el mundo.
Internet es la cuna de la libertad y del fascismo: por una parte el estar en Internet representa el sueño de cualquiera que crea en la libertad, la posibilidad de decir lo que sea como sea cuando sea; es extraordinaria y digna de celebrarse. Pero así como Internet puede ser el medio para todos, la ventana abierta a que nuestras opiniones se expresen sin pasar por filtro alguno, es también, la representación del fascismo más puro y duro, de la libertad total que permite a los miembros del Ku Klux Klan, a los grupos nazi, a los racistas, a los machistas retrógradas, a los morbosos y demás, expresarse sin las barreras que hemos creado en el mundo no virtual; esas que impiden, al menos en teoría, que un medio televisivo y radial haga propaganda nazi o promocione a un grupo de racistas que desean quemar negros en una plaza.
Por eso, en la actual situación de Venezuela, nuestros extremistas han encontrado en Internet la libertad suficiente para decir lo que sea. Tenemos llamados a matar a Chávez, llamados a la intervención gringa, convocatorias a manifestaciones violentas, a movimientos golpistas; elaborados en su mayoría, por un grupo de anónimos farsantes y cobardes, casi todos en Miami, casi todos de la más rancia y añeja clase media que defiende su tradición, su familia y su propiedad. De hecho, no es casual ver el nombre de Alejandro Peña Esclusa ligado a estos “cunaguaros de papel” como los llamó Teodoro Petkoff (no me escriban para decirme teodorista, solo estoy citando una expresión suya). Igualmente hay que mencionar a la horrenda página reconocelos.com que ficha, cual informe de la Waffen SS, a las personas cuyo crimen ha sido el de “apoyar a este régimen de terror”.
Por otra parte, tenemos a los chavistas, amenazando con paredones, deseando muertes, celebrando tiranías, haciendo sus propias listas negras de periodistas, debidamente categorizados, como los nazis categorizaban a los judíos, por números seriales. Así, en Aporrea encontramos un artículo sobre Ana Karina Villalba, quien según el autor, es la amante de Alberto Federico Ravell. Nos toparemos con una referencia que dice “¿será que Aymara Lorenzo se acordó del video porno cuando denunció que le quería clavar por detrás una puñalada?”. Y obviamente fue a través de Internet que conocimos y padecimos la lista de tascón en luistascon.com.
Igual que en Noticiero Digital, la mayoría de los foristas de Aporrea se escudan en un cobarde anónimo para atacar con una alta dosis de machismo retrógrado y exhibicionismo sádico. Sus apodos “el patriota” “anaconda” etc. refuerzan su cobardía.
Esta es una de las características fundamentales de estos movimientos facistoides de la Web, el uso cretino de apodos grandilocuentes bajo los cuales, presumo, se esconderán unos personajes pequeños y acomplejados con serios problemas para vivir consigo mismos y para establecer relaciones normales con las demás personas.
La cobardía se volvió cibernética. El anonimato, que a veces puede servir para proteger la identidad de denunciantes o de ciudadanos que pudieran ser pasto del chantaje, les sirve a estos señores para enmascarar una cobardía impresionante, al mismo ritmo del tipo que pasa horas y horas bajando pornografía en Internet porque le da caga hablar con una chica.
Esto me lleva a pedirles a quienes escriben (escribimos) en Panfleto Negro que elevemos el debate y sepamos conversar, con dureza, con agresividad, con sabor, con humor e ironías, con groserías, pero sin caer en la habitual ligereza de escribir bajo el nombre de “El arrecho” qué me parece que Daniel Pratt es unmaricodemierdaalquelepicaelculoydeberíasuicidarsemetiendoseuntuboporlaraja.
¡Por favor! Yo hago lo que puedo, escribo y procuro ser lo más respetuoso mientras lo hago, procuro razonar y argumentar, elaborar conceptos esperando que me lean, me entiendan, o me malentiendan y me contradigan, pero si van a decir que soy un parangaricutirimicuaro me lo avisan y así no pierdo mi tiempo escribiéndole a un montón de ignorante que no pueden escribir dos líneas medianamente razonadas, sino que solo saben decir groserías (porque ni si quiera tienen talento para insultar) y atacar con argumentos qué, a lo mejor ni se dan cuenta, solo revelan los oscuros deseos fascistas, homofóbicos, sádicos, violentos y extremistas que los mueven. Digo, porque si no lo han notado, cuando escriben para decir que cobranza es un marico o que “ni los judíos eran tan mierda como ustedes”, solo revelan el escaso nivel y la porquería mental que los mueve. Y aquí debo agregar que yo, cometí el error de responderle en esa tónica a un tipo que usaba mi nombre para dejar comentarios.
Quizás, esto no sea más que un reflejo de lo que es el mundo, en nuestras computadoras está el medio de comunicación menos ético, profesional y responsable del mundo ¡Vaya ironía para los que viven quejándose del periodismo y acusándolo de ser la barrera más grande para la expresión libre de los ciudadanos! “No es posible que uno tenga que tener un título para ser periodista, ¿y el pueblo donde queda con su posibilidad de expresarse libremente?», dijo una vez José Roberto Duque, quien, en un artículo publicado en el desaparecido semanario Temas expresó sus deseos de violar a Carla Angola.
Si lo piensan, Internet, es el reflejo más contundente del caos en que estamos y de la imposibilidad de la raza humana para evolucionar; a veces veo la Web como el escenario perfecto para evaluar la decadente y patética condición de nosotros. La pesadilla de los anarquistas, por así decirlo…
John Manuel Silva.