No manches mi cama de tu sangre
que no quiero beberla mientras te vas.
No dejes tus dedos en mi boca
que tu sabor podría intentar volarme.
Anda vuela, sube alto y clávate en mis manos
comparte tu savia y todo lo demás con la menta
fresca de mis ojos. Dilúyete como tinta, desconóceme,
atácame y muerde mis pies.