Postales de Leningrado es una peli que muestra lo guevones que fueron los guerrilleros venezonalos de la década de los 60 desde una perspectiva infantil. Ideologización comunista para cinéfilos exigentes. Con una narrativa documentaliode entrecruzada con un discurso no lineal, una digitalización bien fina, sonido fino también, una banda de malhechoras ultra-trendy atracando un Sarita de Mérida, animaciones de pececitos y mascaritas, unos diálogos que no dan pena y cualquier elemento de moda que al cine independiente estatal le alcance para pagar. La peli esta bonita, escapa al vulgar denominador del cine criollo, el personaje del carajito es un vacilón, completamente no apta para el publico sambilero. No porque la voz de un carajito te incite a odiar a los malvados de la cuarta republica que mandaron el ejercito a los cerros, sino porque la escena vegetariana del cochino es muy cochina y las pocas de acción y las pocas teticas estan casi al final cuando el que no se ha ido se durmió.
Disfraz del germen comunista anacrónico. La Mariana Rondón de Leningrado es tan exquisita y roja como el Alberto Arvelo de La Habana. Cine gocho no sube cerro y tal vez esa es la idea, pero el Canache sambilero se tripea más el trailer de ni tan largos ni tan cortos.