I
La crónica social vive su momento de esplendor, de éxtasis, de furia, de reventón petrolero. Por desgracia, no contamos en el país con un Truman Capote que la desdibuje y la desglose en unas Plegarias Atendidas redactadas al calor de la V República. En su lugar, debemos conformarnos con una triste realidad: el reinado absoluto, en el género, del circo de las cómplices de la boliburguesía metropolitana.
Así son las cosas entre eventos, cumpleaños Chandon, bautizos de revistas Gatopardianas y desfiles pasados de moda, donde la Caracas bonita se divierte al ritmo de la música ligera, por cortesía de la famosa diyei wannabe de las cuatro décadas.
Por ahora, hasta el jurado Sex in The City de Miss Venezuela le puede quitar trabajo a Manuel Lebón. Otra consecuencia del trastocamiento de oficios, identidades y funciones en la pútrida patria de color rojo rojito.
De tal modo, hoy me reúno con los piedreros del Ateneo, mañana me codeo con los periqueros de Le Club.Hoy soy ama de casa, mañana soy Doctora. Hoy soy dama de alcurnia, mañana soy pinchadiscos de la movida nocturna. Hoy soy modelo, mañana soy reportera.Hoy soy Tintori, mañana soy López Mendoza.Hoy soy de Maripérez, mañana del Country. Hoy no soy nadie, mañana soy Latin American Idol.En Venezuela, el cambalache se llama rumba(de disfraces). El sueño del ascenso social al alcance de todos. Esto es el socialismo del siglo XXI.
II
Ante el miedo al vacío, como diría Olivier Mongin, la generación yuppie se refugia en la loca evasión del bochinche por siempre.Mientras tanto, el periodismo adocenado toma nota del asunto y lo magnifica como buena noticia en primera plana, sin dejar de sacarle su tajada económica.Dime el apellido del homenajeado y te diré cuánto cobro.Actualmente, el negocio de la palangre reside en la explotación del narcisismo hedonista a través de la técnica del infomercial. Usted pone el billete y ellos hacen el resto. Diga Whisky y sonría a la cámara, por favor. Gracias por hacer el ridículo delante del lente loco de rumbacaracas.com.
Por consiguiente, atrás quedaron los tiempos violentos de Roland Carreño, cuando sus gritos y susurros no sólo destapaban ollas, sino desnudaban las relaciones carnales de la oposición y el gobierno en plena época de marchas y contramarchas. Por ello, su cabeza rodó desde lo más alto de la redacción de Puerto Escondido, por atreverse a descubrir amistades peligrosas, entre María Corina y Gabriela Chacón, por medio de sus reseñas frívolas.El chiste le costó el cierre de su columna, para inmediatamente ser sustituido por Don Osmel Souza,alguien menos incómodo y más funcional a los intereses del chavismo light aliado, para el progreso, con el neoliberalismo massmediático en pos de la torta oficial de publicidad.Los cambios saltan a la vista de cualquiera. Osmel apenas publica comentarios y brinda mayor espacio a la fotografía consagratoria y edulcorada. Roland fue entrevistado por Boris Muñoz, y Boris sale de El Mundo por entrevistar a Roland. Señoras y señoras, buenas noches. Según el zar de la belleza, tu país está feliz. Y la insigne Daniela Kosan brinda por eso, junto con los tres dueños de Zabú.
III
La ilusión estética de la crónica social procede de la pintura aristocrática de la escuela realista. En ella se exaltaba a la nobleza europea a la condición de ícono sagrado, a cambio de sumas de dinero. Era una arte degradado al servicio del poder bajo la influencia directa de la imaginería religiosa kistch.
Desde entonces, los duques, las princesas y las castas prestigiosas gozaban el derecho de compartir el aura bendita de los prohombres cristianos.Por cuestiones de simple supervivencia, la iglesia cedía su terreno simbólico a la corte de sangre azul, en un matrimonio por conveniencia a la luz de la revolución copernicana del renacimiento.Sin embargo,en materia de representación plástica, todo había cambiado para que todo siguiera igual. Por tanto,el cuadro que ayer plasmará la coronación de la virgen y el triunfo de Tomás de Aquino, mañana imprimirá con devoción el perfil de Carlos VII, el rostro de Isabel de Austria y la consumación del carnaval de Venecia, mitificado por el pincel en alquiler de Giandoménico Tiepolo.
De la misma forma ocurre con la llegada de la fotografía a principios del siglo XIX. A partir de allí, la manía autoindulgente del monarca por verse retratado, tan sólo se democratiza como valor de uso de la burguesía incipiente y escaladora del sistema industrial. Ya no era necesario contratar al artesano de brocha gorda para proyectar el linaje de la familia a lo más alto del olimpo de la fama.En adelante, usted apretará el botón y Kodak hará el resto.
En consecuencia,los medios de comunicación aprovechan el invento de Daguerre y lo convierten en el caldo de cultivo de la profesión de Omar Lares y Ángela Orá. La crónica social había nacido para acompañar la evolución de las clases emergentes,para realzar nuevos modelos de éxito y para catapultar estilos de vida en ascenso,con un enfoque positivista, optimista y benevolente, a través de poses, gestos y muecas de victoria, cual galería absurda del concurso Mont Blanc a la gloria de Raquel Lares,Ana Karina Villalba,Daniela Sosa y “nuestra gran Rayma Suprani”. Clichés devenidos en rituales de conversión a la manera de estampitas de bautizos, bodas, aniversarios, graduaciones, bacanales, cocteles y desvelos sin trascendencia alguna.
Pronto la tendencia se globaliza y no demora en conquistar a la capital cosmopolita de Venezuela, donde fungirá como vitrina de exhibición de los grandes apellidos y nombres surgidos en el marco de la explotación petrolera. De ahí la mirada condescendiente y beatificadora de los antecesores de Ramón Darío Castillo,Pedro J.,Manolo Tinedo, Nanny Montero y Federica Guzmán, quienes cumplirán con el trabajo sucio de reportar y encumbrar el desarrollo fiestero de nuestra fantasía saudita. La simulación a las órdenes del simulacro nocturno.
No por nada, la revista Reventón sienta cátedra en 1972 sobre el tema en cuestión: el cronista social es un hombre lo suficientemente estúpido como para perder el tiempo hablando pendejadas con una Miss no que se vaina,fijarse en la tela del último vestido de Clement,soportar los eructos y el mal aliento de todos los embajadores y elogiar las empanadas de Harinapan hechas por cualquier doña mascapedos.Pero si estúpido es el cronista, más estúpido parecen los reseñados por el cronista.
No obstante, con la irrupción de la crisis en los años ochenta, el género traducirá el malestar de la generación Halley, al absorber la ironía, el humor y el distanciamiento de la posmodernidad, a raíz del desplome de los modelos, las utopías, los relatos y los ídolos del viernes negro.
La ficción del 4,30 se derrumbaba a pedazos en la víspera del 27 de febrero, mientras de las cenizas emergían publicaciones Fénix como El Diario y Exceso, abocadas a deconstruir satíricamente la desintegración en proceso.
La rebeldía comenzó a vender y a rendir sus frutos, gracias al descalabro de la nación. La incorrección política y la caricatura despiadada empezaron a reír de los trapos y su gente hipócrita. Nadie merecía mayor respeto y las leyendas sentenciaban el concubinato gráfico y pornográfico de los presidentes y sus barraganas, en saraos patrocinados por empresarios jaladores en busca de contratos jugosos.
De cualquier modo y muy a pesar de la ruina puntofijista, la libertad de expresión estaba garantizada para el combo ilustrado de Ben Ami Fihman. Pero no por mucho tiempo. Tras la aprobación de la ley resorte y el arribo del movimiento bolivariano, la crónica social sufre un retroceso de casi 40 años por las presiones de la censura y la autocensura en boga. Sus secuelas más inquietantes serán ultimadas a continuación.
IV
La hegemonía comunicacional del MINCI impuso la represión de la mordaza.Acto seguido, las voces disidentes resultan discriminadas, acalladas, despedidas y condenadas. Los cronistas sociales aprenden rápido la lección. O corres o te encaramas. Y lo demás es historia viva.Los comentarios ácidos brillan por su ausencia.Apenas hay espacio para el chisme banal de Osman Aray, pero su verbo carece de fuerza y consistencia. A la hora de la verdad, cierra la boca.
Después de abril, del paro, del referéndum y de la asamblea monocolor, el jet set vuelve por su fueros al mercado de la pantalla y el pantalleo,con el estímulo del boom energético. La prensa del corazón le da la bienvenida, fingiendo demencia. Al igual que en el Titanic, el capitán exige que la música no se detenga, porque el show de las apariencias debe continuar al ritmo de los beats, de los perreos colectivos y de los zooms digitales.
Los niños bien prefieren olvidarse de los problemas, autoexiliarse en sus propios guetos, evadir la realidad y sumergirse en el mar de la felicidad, a la espera de mejores promesas y perspectivas.Yo les aviso.
Como si nada hubiese pasado,la temporada caníbal de desenfreno y diversión ha sido reabierta para regocijo de los dolientes de Fashion Nigths, Blitz, Sambil Magazine, Bodas y Complot, cuya descendencia en internet saca provecho del asunto, sin omitir opinión crítica. El cliente siempre tiene la razón.
Las imágenes de sinflash.com hablan por sí solas. El señor bigotudo de aquel periódico de circulación nacional, trae de la mano a la ex secretaria de aquel Alcalde mayor. La chica respingada y operada de clase media contrae nupcias con el chico bello del comando justiciero.La corriente alternativa anima los quince años de la pavita del Merici. La supuesta vanguardia sucumbe ante la sed de figuración por la calle del medio. Los militares bailan pegado con los magnates de Fedecamaras.Los estrenos, las exposiciones y las inauguraciones reclaman la atención de los paparazzi.La conductora de televisión celebra happy birthday con el hijo consentido de la crema del este.Los escritores,los intelectuales,los artistas y los periodistas quieren ser reconocidos como paladines de la intransigencia, pero sin perder sus privilegios y contactos. Todos se conciben como estrellas, productos y fetiches para la adoración.Todos cuelgan sus dentaduras postizas y sus lentes de pasta negra en la red. Incluso, el niño malo de la última página de platanoverde, por no hablar de la suicide girl de Barra Bar, o de la vejeca que cobra 5 palos por asistir a las partys para subirles dizque el nivel,o del megaproductor electrónico que es una foto fija de cuanta parrandita se cubre para la web,o del tecnogerente culinario y su“ novedoso concepto para aprender de gastronomía en un ambiente relajado y corporativo”.
En tales circunstancias, el arribismo se mezcla con el egocentrismo y la cultura de la ambición con el terror existencial al fracaso, en el apogeo del esnobismo bolivariano.
Por eso, ¿quién dijo comunismo, vale?En realidad es la hora loca del materialismo histérico.Es el instante eterno de la crónica social como pesadilla de darwin. Es el retorno nostálgico a un pasado trivial de consumo y desprendimiento mayamero,en el que James Bond representa el patrón a imitar.
Para esta religión, la salvación del espíritu humano y la redención del alma impura no son tareas imposibles. Todo consiste en conservar la distancia y la categoría; en comer con Sumito; en vestir formal; en asistir a locales de diseño glam; en rodearse de signos de ostentación; en bañarse de cultura y en beber por copas.La terrible impostura de caerse a tintos y martinis,como si fuesen shots de tequila, y encima, poniendo caritas de entendido, cuando hasta hace nada se rascaban con whisky pullado y cerveza regional. Sandra, Chicho y Tanque están out. Lo in es superar la etapa de El León, ascender a la cúspide del Quinto Piso del Tolón,reprimir el instinto, mejorar la raza y comportarse con educación. La vuelta al origen del Manual de Carreño.
Es la Misión Barry Lindon, o para decirlo en el idioma chabacano de Sábado Sensacional, es la Misión Daniel Sarcos.Una ficción, un sueño americano a la criolla, concebido como manto sagrado, como mensaje de autoayuda, para compensar futuros grises en medio de la depresión colectiva.
Pare de sufrir y entréguese a la descarga total. Y despreocúpese de los seres indeseables, porque en esta zona VIP, nos seguimos reservando el derecho de admisión. Gente fea a la crónica roja, gente bella a la crónica social. Del más búscado al más chic. Pero a veces,¿el más chic no es también el más búscado?Sálvense quien pueda.