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Fracture:primero negocio,segundo justicia

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Thriller perfecto salvo por su forzado desenlace redencionista, pendiente de tranquilizar conciencias. De resto, “Fracture” alcanza inusitadas cotas de excelencia dentro del disparejo campo de la intriga delictiva y el film noir tribunalicio. Un género apasionante degradado a su nulidad absoluta en la era contemporánea, por culpa de las sentencias vacías de John Grisham aupadas por el filón bestsellerista del blockbuster melodramático, estilo “El Cliente”. Ello convirtió al territorio de los juristas y los banquillos de acusados, en una zona franca para el comercio indiscriminado de trivialidades despojadas de sustancia analítica.



La posmodernidad fue la responsable de expurgar los contenidos densos de la fórmula, al constreñirla a la mera especulación formal, a la gloria de los golpes de efecto, los giros de último minuto y las vueltas de tuerca. Verbigracia, el patético caso de “The Chamber”.

Por el contrario,”Crimen Perfecto” lejos de conformarse con ser el típico relato de misterio a la carta, sabe jugar con las leyes del entretenimiento para poner en tela de juicio al propio sistema democrático y en específico, al ejercicio del derecho sojuzgado por las presiones y represiones del poder.


De allí las relaciones de la pieza con los clásicos de ayer y hoy como “Mr. Smith Goes To Washington”, “12 Angry Men”, y las más recientes “The Devil’s Advocate” y “Find Me Guilty”, comprometedores alegatos sobre las bondades y debilidades de la llamada teoría del delito y de la pena. Por cierto, el mismo caldo cultivo o el punto de origen para el desarrollo de investigaciones locales de carácter histórico como “4 Crímenes, 4 Poderes” y “Cuánto Vale un Juez”.

Interesados en descubrir el significado de dichos conflictos de interés, acompañarnos al próximo apartado.Les prometemos un veredicto satisfactorio, acorde con las expectativas sembradas en el sospechoso habitual, Sir Anthony Hopkins, siempre destacado más allá de los evidentes encasillamientos. Objeciones mediante, su silencio de los inocentes ataca de nuevo y ya se defiende solo.

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Aquí el doctor caníbal ya no come gente, aun cuando sigue gozando en representar al arquetipo de la inteligencia del mal. En “Fracture”, su labor consiste en planificar detalladamente el asesinato de su mujer, en venganza por un conato de infidelidad. De inmediato, procederá a entregarse a las autoridades competentes, con la confianza de haber concebido un crimen perfecto, cual O. J. Simpson.

Sin embargo, nunca contará con la astucia de la esperanza blanca de la fiscalía, cuyo trabajo será aguarle la fiesta al homicida alevoso. Una figura caracterizada, a propósito, por el chico angelical de “Half Nelson”, Ryan Gosling, respectivamente escoltado por el no menos patriarcal e impoluto, David Strathairn, la estampa santoral de “Good Night, and Good Luck”.

A confesión de partes, relevo de pruebas

Aprovechándose de semejante galería de estereotipos, el realizador Gregory Hoblit llega a explicar con creces la razón del presente reinado de la impunidad mundial, en función de una cámara testigo, casi documental, preocupada por revelar el desorden imperante de la corte burocrática, bajo un enfoque irónico similar al de los kafkianos litigios de “Muerte en el Campo de Cebollas”.

El contundente mensaje del libreto demuestra el progresivo deterioro de la institucionalidad pública, al renunciar a sus luchas en pos de conseguir el afecto y la aprobación de la administración corporativa, con sus banquetes y bufetes de abogados del diablo. “Fracture” es una posible y estimable respuesta a sus designios y corruptelas. Para mí, la sorpresa de la temporada.

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