Autor: ROBERTO ATTIAS de Fontana, Chaco, Argentina
Llego el otoño,
la llovizna incesante,
el sabor a pobreza nos acecha,
de angustias se pintan los amaneceres grises.
La ciudad es un promontorio callado,
un páramo triste.
Nuestros temores nos preceden
y la seguridad viaja por senderos dudosos,
días de rezos, miedos y arrebatos.
Los mendigos seguros en sus indigencias
ven pasar la vida en las plazas.
Los ancianos deambulan tristes,
muchos buscan mendrugos en los residuos.
En las calles vacías no se oye el viento,
pero el silencio no es quietud,
son gritos ahogados de angustias
por promesas olvidadas.
Como muchos,
me desplazo sigiloso
por las aceras rotas
y en la penumbra
los comercios se deslucen tras las rejas.
Los móviles policiales patrullan lentamente
y llevan encendidas sus luces giratorias,
no atraparan a nadie,
ni lo desean.
Los violentos están por doquier y
que llevan dolor en sus manos,
y con armas,
alcohol y drogas nos franquean.
La tristeza es para muchos,
la pena para todos,
la urgencia es constante,
la maldad y el robo no duermen.
Hoy la caridad será esquiva,
como la decencia misma.-