No voy a personalizar esto, y lo voy a escribir con suma cautela para no caer en una binaria y necia discusión de yo contra Leo. Y no lo voy a personalizar porque creo que el tono de la discusión con los panas de platano, ya trascendió del plano despectivo de las botellas, los insultos y las descalificaciones ad hominem por la web.
Y no la voy a personalizar porque en el último número de platano colaboran periodistas y personas a las que tengo en alta estima, empezando por Héctor Bujanda y terminado por Cherry Adam, con la cual he compartido diversos espacios editoriales.Y no lo voy a personalizar porque , además, valoro el trabajo que significa publicar una revista como platanoverde en un país como Venezuela, donde todo está cuesta arriba para el desarrollo de cualquier iniciativa que no involucre chicas urbe bikini y portadas faranduleras en el plan de rodaje. Así que la cosa, al menos directamente, no es con ustedes, plataneros. La cosa es con el enfoque del último de número. La cosa es , sobre todo, con el desarrollo del tema central.
Platanoverde plantea una revisión del tema del poder, lo cual resulta de completa vigencia. El problema es que pareciera que hay fuerzas, objetivas y subjetivas, que impiden que el tema se aborde con mayor fuerza, con mayor guáramo, pues. Y esas fuerzas son , para empezar, las de la propia publicidad de la revista. Me explico. Es muy contradictorio hablar del Poder, por un lado, y por el otro recibir el apoyo mercadotécnico de múltiples formas de poder político y económico. En dos platos, hay un elocuente choque de intereses cuando queremos deconstruir el tema del poder, desde una plataforma no sólo devenida en plataforma de poder,la de platano, sino alimentada por los tentáculos del poder en ejercicio a través de páginas y anuncios pagados por el estado.
Específicamente, cinco páginas sufragadas por la Alcaldía Mayor de Juan Barreto vienen a echar por tierra el esfuerzo de platanoverde por desmontar el tema del poder, sin mencionar el respaldo propagandístico de la Mega Estación y Avila TV. Cinco páginas consagradas a glorificar la épica restauradora y alternativa de la revolución bonita, por vía de la exaltación de proyectos cuestionables como la remodelación, roja rojita, del Nuevo Circo, coronada por el eslogan platanero Esto no es cualquier circo, y el negocio contracultural de Tiuna el Fuerte, donde organizan cine foros antimperialistas con películas blockbuster como Truman Show, por señalar apenas una de tantas paradojas.
Ello, naturalmente, tiende a condicionar el irregular, desigual y hasta decepcionante tratamiento analítico del tópico del poder, en función de ideas y categorías manoseadas. Nada nuevo hay detrás del análisis platanero sobre el poder, y llama poderosamente la atención la asepsia, la neutralidad,el decoro, el respeto y la resignación con que se asumen ciertos debates en torno al poder, como si hubiese miedo de decir las cosas, como si hubiese temor de llamar a las cosas por su nombre.Miedo a desafiar al poder establecido.
Así, el retrato del poder mediático representa el eslabón más débil de la cadena, en su incapacidad, voluntaria, por desnudar el verdadero perfil apocalíptico del asunto.Nada se dice de la actual guerra mediática entre los canales privados, nada se dice de la irresponsabilidad comunicacional del gobierno en materia de aprovechamiento proselitista de la señal abierta. Nada se dice realmente sobre nada. Y lo mismo aplica para el artículo, fofo y lugarcomunero, de Clodovaldo acerca de La Hojilla y Aló Ciudadano, lleno de informaciones y conceptos refritos. Un verdadero caliche.
Igualmente pasa con el texto de Jesús Ernesto sobre poder militar, cuyo aporte se restringe a lo estrictamente literario, porque en lo demás peca de trillado. No hace falta leerlo para enterarse del absurdo que impera en el nuevo estamento castrense. En cuanto a Leo, comprendo la inquietud por el poder de las secretarias, pero creo que me inquieta más el poder de los patrones de las secretarias.
Finalmente , se siente un abismo entre este tipo de propuestas en clave reporteril y propuestas menos anecdóticas como las de Héctor, el único del grupo que supera el handicap general de croniquilla resignada a golpe de titulares recalentados, memes de baja definición y periódicos de ayer.
En suma, el plátano se queda corto en su mirada hacia el poder, mientras sigue reforzándose como patrón mediático de poder para decidir qué va y qué no va dentro de su esquema estético, sustentado por avisos del poder reinante. Una vez más, rebelarse vende pero también cuesta caro.
Platanoverde tiene poder para conseguir editores de lujo y para lograr que escritores como Salvador Fleján le dediquen panegíricos de dudoso origen. Platanoverde tiene el poder de convocar a Vasco para que le confiera más poder mediático a las no bandas de este país. Platanoverde está con el poder y por eso se le dificulta escribir contra el poder. Lástima.