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El pueblo trata de pensar y el nuevo status quo le arranca el micrófono

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No me voy a ir en condenas ridículas o a repetir el meme ése del discurso mierdológico del presidente. Quedarnos en una frase o una declaración es intentar reducir toda la realidad de lo que sucede a una simple anécdota. Si quieren perder el tiempo, pues paseen por los demás blogs y dejen su mierda propia sobre lo horroroso que fue esto o aquello o justifiquen lo que dijo Chávez como un seguidor psicótico que justificaba, a modo de comparación, que en un capítulo de la serie norteamericana South park se decía «mierda» quinientas veces o qué sé yo. Para boberías, vayan a otro lado. Aquí vamos a hablar de lo que está pasando, o mi humilde apreciación de las cosas.


Ya comentaba hace unos días sobre mi escepticismo con todo el proceso electoral del domingo. Que eso de irse de boca sonriendo y hablando de un «nuevo renacer de la patria», de conciliación y demás, a pesar de ser lo que todos queremos, está lejos de ser alcanzado.

Hay gente que se queda en los comentarios y los discursos, lo cual está muy bien y es una muestra de que la intransigencia no ha sido superada. La oposición dilapida la pequeña victoria tratando de transformarla en arma anti-Chávez perfecta, lo cual le hará retroceder. El chavismo sigue en una posición de poder, con la chupeta por el palito, y demuestra que pretende usar este poder para ordenar, a martillazos, la realidad a lo que mejor le parezca.

En el medio, un grupo de personas tratando de avanzar, de hacer cosas y que el país salga adelante. Gente como Roland Denis, que no es precisamente un pelele ni un ignorante en política y organizaciones de base. Roland, como mucha gente que se está batiendo por darle más poder a las bases y menos a la burocracia anquilosada, nos cuenta en una anécdota lo que es verse de frente con lo peorcito que ha producido el movimiento chavista hasta ahora. Les dejo un párrafo de su artículo:

«Un compañero me llama esta tarde del 3 de Diciembre y lleno de entusiasmo me informa que mucha gente espontáneamente se está dirigiendo a Miraflores gritando ¡abajo la corrupción!, ¡limpieza popular! Yo y mi compañera emocionados nos dirigimos hacia allá. Al llegar en efecto se encontraban unas mil personas frente al palacio. Pasa Jorge Rodríguez –vicepresidente- por allí, mucha gente lo sigue, pero el ambiente es confunso entre aplausos, consignas ¡abajo los traidores! e interpelaciones. Yo mismo le pido, “por favor por este proceso pongan sus cargos a la orden”: me dice que ya lo hicieron y sigue buscando complacencias de las masas, Mas adelante sobre un carro y micrófono en mano, él y Lina Ron hablan reiterando su grito ¡viva la revolución, viva Chávez,! etc. Pero no hay muchos aplausos, la gente más bien oye y habla y otros gritan ¡limpieza popular!, etc. Decepcionado, tengo ganas de irme al ver la nueva manipulación de sentimientos pero a la final me quedo a ver que pasa oyendo y hablando con muchos, algo acalorado sin duda. En síntesis les propongo que exijan que hable el pueblo, que estos no son momentos para quedarnos en viva Chávez, oyendo los mismos personajes mediáticos. Sigue la conversación, y esta gente me pide que tome el micrófono. Acepto, llego hasta el carro-tarima y me subo. La camarada Lina -creo que muy disgustada por mi presencia- para darme el micrófono me exige reverencia y recurre a mi nombre de familia para descalificarme. Las reverencias no se las doy obviamente, y a la final tomo el micrófono. Hablo por las vivas al pueblo bolivariano, al pueblo boliviano por su actual situación, etc. La camarada me quiere quitar el micrófono porque no he dicho viva Chávez. Sin problema lo digo y coreamos consignas a Chávez. Agrego tres o cuatro cosas mas relativas a que se le rinda cuenta al pueblo, la historia de la lucha desde el 89, y a la final se me ocurre la locura de decirle a todos: “ahora si quieren me linchan, me dicen traidor, lo que quieran, pero antes escuchen, no creo ser interprete de nadie, pero aquí intentaré hablar desde aquellos tres millones de compatriotas que ayer no votaron, y como ellos yo ayer tampoco vote”. Alrededor de diez me saltan encima, la revolucionaria Lina no logra quitarme el micrófono pero lo rompe por la punta y adiós micrófono, otros me empujan, me quedo quieto, viendo si hay un muy probable cuchillo que salga. Bajo, siento algunos golpes por los brazos, me roban el reloj, unos me quieren destrozar, otros proteger. Y a la final ¿qué?, que apenas salí del círculo de los que querían partirme en pedazos, contando con la solidaridad de mis camaradas de organización y mi compañera, de pronto sentí las bellísimas manos una tras otra persona que se solidarizaba conmigo y lo que intenté decir. Alguien dice ¡viva la izquierda!, y en otro rincón frente a Miraflores recreamos la verdadera e histórica hermandad de lucha. Siguen otras cosas pero eso ya es cuento».

Esto es lo que está pasando. Esa es la mejor expresión de lo que puede suceder si no retomamos el timón de todo esto. Lamentablemente, lo había dicho antes y es con todo el dolor que lo constatamos: Aquí se ha instalado un status quo feroz, que rodea a Chávez y sólo tiene por objetivo (como todo status quo), quedarse donde está. Por los medios que sea. Olvídense de democracia o boberías de esas.

Una recomendación: Si Chávez quiere enrumbar la revolución hacia un verdadero cambio y alejarse del «capitalismo de estado, centralismo, unipartidismo, hiperpresidencialismo y corrupción cuartarrepublicana», como dice RomRod, un buen principio sería evitar a esta gente, a los lamebotas del Psuv (que no van a discutir ningún socialismo de nada, vale), a los asambleístas y a los sordos, como los monigotes que asaltaron a Denis en el relato antes mencionado.

Llegó la hora del pueblo

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