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La Vida De Los Otros

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La Vida De Los Otros, Poster.

Es malo ver una película con tantas, pero tantas críticas positivas detrás de sí, llegas al cine esperando ver una obra maestra y, por lo general, sales decepcionado. Afortunadamente, ese no es el caso de La Vida De Los Otros, la brillante ópera prima de Florian Henckel Von Donnersmarck.

El Capitán Gerd Wiesler (Ulrich Mühe) es un triste y taciturno oficial de la Stasi, policía secreta del régimen comunista de la República Democrática Alemana, un personaje lúgubre y solitario, cuyo único descrgo se o da el fornicar con una prostituta que, apenas eyacula, lo manda al carajo. BERD esencomendado por el Ministro de Cultura a que espíe a la pareja formada por el escritor Georg Dreyman (Sebastián Koch) y la actriz Christa-María Sieland (Martina Gedeck), sospechosos de actividades subversivas. Durante el proceso de espionaje Wiesler vivirá una especie de conversión, llegando a comprender para quien trabaja y los horrores del sistema que defiende, pero además cambiando radicalmente su vida al sentirse cuestionado por esa “vida de los otros” a los que vigila y que le enseñarán a ser una persona mejor. Claro que esto sería, para el espectador que no le gusta que lo subestimen, lo más cuestionable del film, ya que dicha conversión se produce debido a la conmoción que le causa a Wiesler el amor que ser tiene la pareja que vigila, el arte y los alto valores humanistas que estos profesan. Es decir, más de uno cuestionará ese proceso de domesticación por el que pasa el protagonista.

Por otras parte, la verdadera razón por la que Wiesler debe vigilar a la pareja no es porque existan fundadas sospechas de actividades opositoras (que las hay) , sino que realmente al Ministro solo lo mueve la atracción que siente por Christa a la que chantajeará sexualmente. Esto le da al film una gran fuerza, ya que en vez de concentrarse en un desgastado discurso anticomunista en la onda de las películas anticastristas que se hacen en Miami, o las cintas americanas de los 70´s, la película permite reflexionar sobre la perversidad del poder y como éste puede ser usado para satisfacer venganzas y apetencias personales, de la misma manera que se hizo en EE.UU. durante la persecución anticomunista con las listas negras que sirvieron de aliviadero de toda clases de odios personales y venganzas privadas, mezcladas con la persecución política.

Más allá de esto, la manera como el film se mueve, la lentitud de sus secuencias evitando el sentimentalismo ramplón y la grandilocuencia del discurso que antepone la democracia a la dictadura –es decir, no se asusten, aquí no veremos a nadie gritando LIBERTAAAAAAAAADDDD—. Florian Henckel Von Donnersmarck prefiere contar su historia con sutileza y sin agredir al público con monólogos innecesarios o discursos vindicativos. Prefiere colocar a su bestia domesticada conmoviéndose con una pieza de piano o conversando con un niño en un ascensor.

Claro, esto no sería nada sin la actuación del recientemente fallecido Ulrich Mühe, su interpretación es sutil, deliciosa y conmovedora. Realmente excelente. Igual el resto de los actores que lucen naturales en sus papeles.

En resumen, un gran film.

10/10

John Manuel Silva.

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