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Caracas no sirve, París tampoco, Bogotá menos y para rematar, Adriano se muere en EL Amazonia…

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Caracas es una ciudad sumamente ridícula, inmamable, despreciable, llena de abyección, un poco como todas las ciudades del mundo. Pero Bogotá le gana. Bogotá es peor. Bogotá es pura abyección. Es la típica ciudad defendida por gente pajua. Es la típica ciudad defendida por uno del grupo de los 39. Los 39 también son pura abyección. Pero insisto, Bogotá es peor. Bogotá es una vulgar pantalla, una mentira, un parque temático cercado y militarizado.La bondad de Bogotá es una falsedad. Bogotá es un escudo para proteger la imagen sangrante de Colombia. Bogotá es la ciudad espejismo. Bogotá existe para ocultar el resto. Bogotá existe para ocultar los muertos de la izquierda, de la derecha, de los narcos, de los gringos, de las farc, de los paras, de los sicarios, del crimen organizado, del plan colombia. En eso, Caracas es un poquito menos hipócrita, sin embargo, aquí también abunda el simulacro, la fantasía. Es cómico pero mientras Caracas se muere, mientras Caracas se hunde, mientras Caracas se desgarra, mientras Caracas se vietnamiza, mientras Caracas se mimetiza con Bagdad, mientras Caracas roza la demencia del hiperconsumo y la deshumanización en tiempos de socialismo del siglo XXI, nuestros escritores disfuncionales, nuestros intelectuales de pacotilla, nuestra escoria de las letras comienza a redescurbrirla desde el plano de la nostalgia, el sentimentalismo, la crónica, el afecto y la reinvindicación urbana, echando mano de cuanto lugar comun existe.

Así, nace la Caracas de lo glam, de lo posible, según el credo enfermizo de Carla Tofano. La señorita discriminación. La señorita a favor de lo in de la high y en contra de lo out de lo fuera de moda. Para ella, si yo no puedo gastarme 300 mil bolívares en una noche en La Suite para escuchar las pendejadas de Titina, estoy out. Si yo no me puedo comprar un atuendo cool de 2 palos, estoy out. Si no yo aparezco en la foto con ella, estoy out. Para ella, el mundo es sencillo y se divide en ecuaciones binarias. Su rollo es la acumulación de poder, de placer, de éxito, de gloria y de fama. Es un pequeño ícono del materialismo histérico a la venezolana. No es el único caso. En realidad, es un sintoma, una enfermedad, un síndrome. El síndrome Tofano. Por ejemplo, Tulio Hernandez sufre del síndrome Tofano. Milagros Socorro ya no tiene cura. Mario Silva, ni hablar. Ellos son el correlato de la histeria individualista, caudillista y personalista de Venezuela encarnada en la metastasis de la figura de Hugo Chavez Frías. Por eso, Hugo Chavez anida en el corazón de Leopoldo Castillo. Hugo Chavez es como tú, es como yo, es como Fernando Batoni y Bobby Perú, cuando canta sus loqueteras en un inglés de tercer año de bachillerato, en un inglés de Miranda de Diego Risquez. Diego también es como Hugo.

Después viene la Caracas de la gran farsa literaria. Es la Caracas deshonesta de la revista Marcapasos. Es eso, una Caracas de revista, para lectores de revista. Es la Caracas del periodista que juega a entender al otro, que juega a hacerse pasar por buhonero, por lava cabezas, por cocinero, para escribir una nota dizque jocosa, dizque fresca, dizque humanista, dizque progre, dizque de acercamiento a la otredad. Ja, ja, ja. Es un tremendo bochorno. Es una falta de respeto. Es un juego de periodistas ególatras, pequeño burgueses y travestidos. ¿ A quién le interesa? Nada más ellos. En lo personal, me vale madre si un chico de El Nacional se disfraza de buhonero para escribir sus experiencias de ciudad. Insisto, no me importa y además me parece demasiado fácil. ¿ Por qué en vez de ponerse la careta de antropólogos con el ánimo de maquillarse de ayudantes de cocina, no hacen lo mismo en un prostíbulo, o en una comunidad de piedreros,o en una banda de atracadores o en una oficina de ladrones de cuello blanco? ¿De verdad quieren hacer un periodismo a lo Morgan Spurlock, o la cosa es pura pose? Reto a cualquier chico o chica Marcapasos a vender su cuerpo en la Libertador, y a sobrevivir para contarla. Los reto a una vida de yonquis por un día. Es más, se las pongo de bombita, los reto a trabajar de dealers a domilicio durante 24 horas de Sábado a Domingo. Piénselo, lo van a disfrutar, amiguitos de Sandra, mis gallitos de pelea del periodismo nacional. Como se aprovechan de ustedes,mis sifrinones del periodismo, a cambio de unas monedas y algo de figuración. Como los manipulan y les dan aire para vomitar sobre los enemigos de sus jefazos. Ustedes hablan de libertad de expresión. Pero nos los dejan hablar en libertad sobre los amigos y aliados de sus jefazos. Cuando lo hacen, hasta allí llegó la libertad de expresión para ustedes. Del lado de la izquierda criptochavista, cero análisis portentoso contra la institucionalidad oficial. Del lado de la derecha, cero crítica a los dueños del circo empresarial. Y si todo te parece una cagada, estás excluido y que te lean en internet. Pues bien, aquí estamos y aquí seguimos.

Pero si de porquerías urbanas hablamos, es hora de citar a la peor de las ciudades del mundo, después Bogotá y Caracas: París. Asco de ciudad. Razón tienen muchos en querer destruirla. París es de una prepotencia insoportable. De hecho es la potencia de la soberbia y se merece a un Presidente como Sarkozy, cargado de odio xenofóbico y arrogancia.

París se merece a un presidente massmediático y berlusconiano, casado con la mafia del dinero. París se merece a un presidente marioneta, teledirigido por la prensa de corazón. París se merece a la pareja Sarkozy –Brunny, el matrimonio perfecto para la ciudad de la ostentación bufa, el mercado del exhibicionismo ,la degradación pública de la sociedad del espectáculo y la pornografía de la política cultural. Sarkozy llegó para inagurar más museos ombliguistas en París. Sarko propone el Museo de la arquitectura y el patrimonio, en la antigua sede de la Cinemateca, cerca del Palais de Tokio, frente al mamotreto kistch de la torre hinchada de falocentrismo industrial.

Museo de la Arquitectura propone un recorrido histórico por la ciudad luz, desde la era románica-imperial, pasando por la edad protofascista de la construcción medieval ensimismada y terminando en el período turbocapitalista de los delirios posmodernos de la Defense y compañía. Es decir, un recorrido entusiasta y publicitario por la historia de la arquitecura como forma de opresión y dominio. Algo más allá de Vigilar y Castigar de Foucault.Por supuesto, el montaje reincide en todos los lugares comunes del género: curaduría antiséptica, desarrollo cronológico para inicinados y no iniciados, segmetación de los espacios, explicaciones didacticas y abundancia de estímulos de diseño. Lo más divertido es que el Museo de la ciudad no es público, es privado, hay que pagar para entrar, nunca lo conocerán los seres indeseables de la ciudad,se blinda ante la ciudad y es ajeno a las verdaderas dinámicas urbanas de la ciudad. Un auténtico Museo de la Arquitectura y el Patrimonio de París, debería tener no sólo replicas de Castillos y rascacielos tecnocráticos, sino contar con una buena batería de elefantes blancos, tiendas de comerciantes inescrupulosos, inmuebles desvalidos, zonas de humillación social, cordones de miseria y distritos conquistados por la usura trasnacional a través del negocio de las franquicias. Imagínense una replica en miniatura de Place Vandome con sus firmas asquerosas de miles de millones de dólares, sólo aptas para los amigos de Sarko. Imagínense una replica de los campos elíseos, reconvertidos en una versión fashion de Sabana Grande. Hoy París es un poco a imagen y semejanza de los campos elíseos. Atrás, el recuerdo etnocéntrico del Arco del Triunfo, fuimos inmensos, somos inmensos, seremos inmensos y nadie nos tumba. De frente, el recuerdo del presente especulativo de los campos elisios. Al final, el recuerdo del nuevo arco del triunfo para París: el complejo de la Defense, la victoria de la oligarquía financiera en el mero corazón de Francia.

Luego tocaría hablar del Louvre como Museo del fascismo belicoso, como receptáculo militar, napoleónico y aristocrático de botines de guerra, como boveda de tesoros robados en las colonias de Francia, como ejemplo del saqueo y la destrucción cultural del patrimonio artístico del tercer mundo. Luego tocaría hablar del Pompidou como lo hizo Baudrillard al insistir en su condición de simulacro infantilizado, al servicio de la explotación urbana del territorio deprimido. Tal como ocurre con la nueve sede de la Cinemateca, un fracasado intento de repotenciar la actividad comercial de Bercy. Por eso, la Cinemateca da pena, está sola, y a partir de las ocho se desnuda como lo que es: un monasterio en medio de la nada, un mausoleo para viudas del cine de autor, condenado al ostracismo, la marginalidad y la desconexión. Un Cinemateca triste , desolada e inofensiva, incapaz de causar el revuelo de la generación Langlois en mayo del 68. Hoy la Cinemateca francesa es un no lugar apartado del centro de París, para garantizar su anulación política de cara al estamento gubernamental. La Cinemateca sigue siendo un contrapoder fuerte. No en balde, la preside Costa Gravas, y la secunda el mandarinato inconformista de Cahiers du Cinema. De ahí su necesaria domesticación institucional por la vía de la reubicación urbana. Ahora, dificilmente París escuchará los ecos y los reclamos culturales de la Cinemateca Francesa, aislada del entorno, transfigurada en una mole chic y destinada a conformarse con la visita exclusiva de su público incondicional. Público, por cierto, muy similar al de la Cinemateca Nacional. Léase estudiantes de cine, veteranos, amigos y snobistas por compromiso. Más nada. De esta manera es imposible hacer frente a la hegemonía de la distribución, a la hegemonia de la cartelera, aliada a los panitas de Sarko.

Luego tocaría hablar de otro Museo emblema, el de Luxemburgo. Pero me da fastidio seguir con esto, porque de plano detesto las políticas culturales aupadas por el imperio británico en sincronía con el imperio francés. De modo que lo dejo por acá, por los momentos. Más adelante, en futuras entregas, tocará el turno de revisar y desmontar otras ciudades y otros discursos fraudulentos, pues la demagogia reina en todo el planeta. La de Venezuela es apenas un residuo de la cloaca universal. Por eso no pierdo mi tiempo leyendo a Leonardo Padrón y no extrañaré a la pluma domeñada de Adriano González León, muerto en vida desde hace tiempo.

Muerto desde que aceptó apoltronarse en oficinas de embajadas, para disfrutar de los placeres hedonistas del bohemio de alquiler. Muerto desde que se lo agarró la gente del Pen Club, y el se dejó agarrar por el Pen Club, como Karina Sainz Borgo. Muerto de la risa desde que, por pura comodidad, se abrigó al resguardo del columnismo polarizado de vamos a darle durísimo al chavismo, pero a la oposición ni con el pétalo de una rosa. Muerto desde que compartía tarima con el histérico de Oscar Lucién, a quien le pagan para que hable mal del gobierno, y para que no hable mal de Leopoldo López, al igual que Pedrito Llorens, Zapata ,Joaquín Marta Sosa y Karina Sainz( la princesita del rap directo de las cloacas del centro de cooltura chacao). Y no se atrevan a meterse con el Padre Ugalde,o a burlarse de las ideas de bobolongo, porque les sale patadón por ese rabo. Adriano González estaba muerto desde que pactó con las editoriales y empezó a escribir con la cabeza puesta en la calculadora; cuando le entró el susto y se vio solo, abandonado y viejo. A partir de entonces, arrancó la degradación pública de Adriano. Su muerte fue lenta como testimonio de la decadencia de la republica del este, ahogada en un vaso de whisky, paralizada, disminuida, atomizada y comprometida con el status quo. Por eso, la noticia de Adriano no me afectó en lo absoluto. Ya yo sabía de la muerte de Adriano. Y no me tomó por sorpresa, como al hipócrita de Rafael Arraíz Lucca. Por tanto era lógico que muriera donde murió, en un restaurant horrendo y pavoso de las Mercedes. La muerte no lo tomó por sorpresa, como al pobre de Raul, quien sí murió con las botas puestas, de manera digna y fiel a sus principios hasta la tumba. Adriano no. Adriano fue a morir al Amazonia, pensando que el Amazonia tenía algo del espiritu de la republica del este, nada más porque lo frecuentaban borrachines y ex borrachines como él. No, el Amazonia es un lugar decadente, aquí, en Roma y en Maracaibo. El Amazonia es una versión baruteña y mercedesca de la republica del este. La clientela de El Amazonia está constituida no por bohemios sino por burócratas, bebedores de frascos de etiqueta, comedores de parrilla y viudas del pacto de punto fijo. Entre ellos murió Adriano. Entre sus antiguos enemigos. Es como si el Che hubiese muerto en un restauran de la Paz, en lugar de irse a sacrificar a la selva de Bolivia. Es lo mismo que le pasará, tarde o temprano, a Teodoro, a Pompeyo, a José Vicente y a Eleazar Díaz Rangel, el periodista gato, quien siempre cae parado en todos los gobiernos. Tedoro también es un gato, a su modo. José Vicente es el Don Gato de esta pandilla, un tremendo aristogato.Pompeyo es como espanto, como Jinks, como Silvestre, un gato al que le pasa de todo,al que nadie respeta y al que lo pueden dejar en ridículo hasta los ratones del movimiento estudiantil chavista a la sombra del mercenario de Robert Serra. Y Adriano sería como el gato de Chesiere del país no portatil sino de las maravillas de la corte del Amazonia.

Por ello, Adriano ya había muerto como escritor y uno se fastidiaba al leerlo. El pobre ya no tenía nada interesante que decir, salvo memes del gusto de bobolonguito. Paz a lo que quedaron de sus restos. Nos vemos pronto. We will come back.

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