Maracaibo City
Yo nací para vivir en la City. Las mujeres, las librerías, los vicios, los castillos de papel, las caras limpias de 72, los niños que se alimentan con los perros en “El Último Peo”, las aceras de porcelana de la alcaldía, las piedras cuarteadas del hospital, el ejercito dormido de buhoneros, las contradicciones del capital de la extensión delicias y los seudo comunistas del partido rojo.
Me asusta pensar en los cementerios que adornan la city, que interrumpen su armonía, parecen grandes montones de desechos de esquizofrénicas momias que permanecen en vigilia para extenderse por todas las calles en venganza por lo que le hemos hecho a su pueblecito.
No se que sería de mi sin el PANORAMA de bendiciones que ofrece mi balcón, justamente a las 8 puedo ver bajar las pantaletas verdes de la chica de 14 de piso 23 que siempre abre la ventana para escaparse de la cárcel de moral que mantiene su madre.
Es ridículo, pero no podría vivir sin enterarme de las actividades de la chica Hilton. Ayer se hizo el derris de sus bellos púbicos en una fuente de soda en Nueva York. A veces me aturde el vallenato y los niños hambrientos. A veces pienso como la Susanita de Mafalda. Muchas veces creó que un Sándwich de pan integral y una bebida energética pueden alimentar a una familia de niños en desarrollo.
Maracaibo me aturde. Su aliento se incorpora en el hedor de sus cementerios, sus calles están pavimentadas de cadáveres capitalistas y momias oligarcas que gobiernan desde la prehistoria. No podría vivir sin Maracaibo City, así como nunca he vivido junto a ella; siempre somos una letras más en las burlas de un diario que los analfabestias sólo saben VER, porque no es pa’ leer. Eso somos, un poco de basura más, amontonada como esquizofrénicas momias de la Maracaibo City.