No saben como lamento haber cedido a mis prejuicios; luego de haber visto Puros Sponsors, eh perdón, quise decir, Puras Joyitas, me arreché y decidí que no iría a ver El Tinte De La Fama: Soy un idiota.
El Tinte De La Fama es, por knock out, la mejor película venezolana de los últimos años. La poco pretenciosa historia nos muestra a Magaly (Elaiza Gil), una mesera que es impulsada por su marido Arturo(Alberto Alifa), un pseudo representante artístico a inscribirse en un concurso de dobles de Marilyn Monroe que le deparará, de ganarlo, 25.000 dólares y un futuro promisorio, lejos del tétrico presente lleno de privaciones, desalojos y fracasos personales. En el camino, Magaly y su esposo requerirán de Héctor (Miguel Ferrari), un trasvesti que cree ser la reencarnación de Marilyn Monroe para que “entrene” a Magaly y la ayude a ganar el concurso.
Lo que sorprende de este film es su poca ampulosidad, Armando Coll escribió un guión que se mueve dentro de sus límites y dibuja personajes bien definidos, poseedores cada uno de motivaciones, claros y oscuros que los convierte en personajes disfrutables, ninguno es un héroe y ninguno es un villano, al contrario, puede afirmarse que son los personajes que debieron estar en Al Borde de la Línea, todos son perdedores, solo que algunos se disfrazan de ganadores o esconden sus miserias, bien sea bajo el acartonamiento y la falsa sonrisita que usa el animador del concurso (Luis Chataing), bajo la pretendida afectación de Norma (Johana Morales) o en la supuesta insensibilidad de Arturo; todos aparentan, pero todos llevan un infierno interior que eventualmente arde por fuera y los quema. Incluso Magaly, que al principio se muestra honesta y humana, va mutando poco a poco hasta mostrar su lado oscuro. Solo “El Gordo” Tony puede calificarse de inocente o bueno en esta cinta.
Es así como se deben hacer films en Venezuela, ojalá los señores de nuestro cine que se la pasan quejándose por la falta de real aprendieran algo de este film que, sin tener mayor presupuesto y habiendo enfrentado numerosas dificultades a lo largo de su filmación, tantas como para haberse retrasado casi ocho años su estreno, logra construirse sobre la base de una buena historia, contada con honestidad y partiendo de un guión simple, pero contundente.
Claro que, esto no funcionaría si los personajes de este film no estuvieran en manos de un puñado de actores que son, sin exagerar, el mejor casting que haya hecho el cine de nuestro país en muchííííííííííííísimo tiempo. Aquí no nos calaremos sobreactuaciones, tampoco soportaremos cameitos estúpidos, ni mucho menos veremos a modelitos sabrosotas apareciendo para garantizar el éxito de la cinta entre el público consumidor de Polar®. Elaiza Gil luce trabajada en su rol, transmite mucho esa dualidad de vulnerabilidad/fuerza que tiene su personaje ella sabe mostrar de manera más que admirable. Alberto Alifa, un actor al que a veces no soporto, compone de manera natural y correcta a su lastimoso personaje. Johana Morales, el tenor Víctor Manuel López y Mirtha Borges también lucen bien en sus roles; sorprende, la capacidad autoparódica de Luis Chataing, que en vez de realizar uno de sus insoportables cameos aquí nos entrega a un falso y cretino animadorzuelo de Tv del que podemos adivinar un patetismo similar al de Norma, o al de cualquiera de los especimenes que componen la fauna televisiva que bien nos muestra Bellame en su cinta. Pero quien se lleva los honores por realizar un papel extraordinario es, sin duda, el señor Miguel Ferrari, Héctor es un personaje entrañable y, en la excelente secuencia final de la cinta, creo que lo que intenta hacer Héctor con su accionar es salvar a Magaly de un destino trágico que el, como sabia representación del fracaso, puede presumir que espera a Magaly si llegara a resultar triunfadora.
Alejandro Bellame ha hecho una gran película, por primera vez en mucho rato un film vernáculo habla con la cámara y utiliza el minimalismo en vez de recurrir a la trampilla digital y a la imitación mediocre de las cinta americanas, ¿Plan B? A destacar entonces, el trabajo del editor Alberto Gómez (que también le mete mano al guión), del director de fotografía Francisco Gozon, la música a manos de Julio D´Escriván y, en general, la labor de producción y decoración de los sets que se hicieron con un esmerado diseño de producción.
No estoy muy seguro de si estoy exagerando al hablar tan bien de este film, pero es que fue una grata sorpresa, fui a verlo casi resignado y salí con una enorme sonrisa sabiendo que por fin (al menos desde 2005), el cine nacional no me había subestimado. ¿Algo malo? Que habíamos cuatro personas en la sala, por eso les recomiendo que vayan a verla mientras esté en cartelera.
10/10
John Manuel Silva.