22 años después ya se agotó la comparación del Festival con la gastronomía gala, el vino y demás lugares comunes.Por consiguiente, proponemos un nuevo símil para reseñar la última edición de la muestra nacional de cine Francés: la nomenclatura perruna, el imaginario canino.
No en balde, el afiche del evento se identifica por la figura de un pequeño y simpático ejemplar de raza. De tal modo, el ciclo le declara su alta fidelidad, de amigo del hombre, al séptimo arte procedente del país de Ratatouille, o mejor dicho, de la Palma de Oro de Cannes, aun cuando sus ganadores y consagrados se echan de menos dentro de la selección oficial del suceso cultural.
Por tanto, los realizadores de pedigree brillan por su ausencia ante la supremacía de los cineastas cachorros o en proceso de crecimiento. Sin embargo, algunos zorros viejos destacan por encima del promedio general, como el caso de Patrice Leconte con su largometraje “Mon meilleur ami”, incorporado por el sabueso de mil batallas, Daniel Auteuil, también dando la cara por el policial “36 Brigada criminal”, despachado por el hábil cazador Olivier Marchal.
De igual modo, insistimos en la recomendación de “La Vida en Rosa”, pues se erige en la hembra líder de la camada. Detrás de ella, predominan los ladridos de jóvenes autores, ciertos cuadrúpedos domesticados y varias sorpresas de la genética, agrupadas en un total de 12 títulos de diverso pelaje, entre juguetones, serios, pulgosos, rabiosos y cruzados con los lobos de la meca. Una recopilación modesta,si la cotejamos con años anteriores, pero siempre preferible al desfile o la exhibición eterna de las mascotas americanas.
22 Festival de Cine Francés : perro que ladra no muerde!
