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Las Películas de Carlos Reygadas. (una oda a uno de mis cineastas favoritos, aunque solo me haya visto dos de sus cintas)

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Carlos Reygadas

Insisto, los señores que distribuyen películas en Venezuela son unos genios. Por eso es que nunca han traído una sola de las películas de Carlos Reygadas. Estas cintas se pueden encontrar en los puestos de buhoneros; yo las encontré en Los Teques por lo que asumo que las hay en todas partes. Aquí, además, no hay cargo de consciencia alguno, ya que el propio Carlos Reygadas ha declarado que: “Mientras el Estado no garantice el acceso a la cultura para todo el mundo y vivamos en una sociedad más justa donde todo el mundo pueda ver esas cosas, estoy a favor de la piratería.”. Bien por este pana, aunque no entendí lo del estado garantizando el acceso a la cultura. Solo por decir eso, cuando tenga real me compraré sus DVDS originales.

Carlos Reygadas, nacido en México en 1971 ha dirigido tres cintas. No he visto Luz Silenciosa, pero como un aporte muy humilde a la cultura cinematográfica de los cuatro pelagatos que me leen les dejo este par de reseñas de sus dos geniales primeras películas:

JAPON

Un Hombre (Alejandro Ferretis) planea suicidarse. Escoge como lugar de suicidio un alejado paraje Mexicano, un valle prácticamente aislado del mundo. Cuando va camino a la muerte se le atraviesa un muchacho al que le confiesa sus intenciones. El hombre terminará siendo acogido por una Anciana (Magdalena Flores) indolente y rústica, pero religiosa. Al convivir con la señora y con el salvaje mundo que lo rodea el hombre parece encontrar una razón para vivir.

Lo que pudo ser una película tonta y absurda, con viaje iniciático y aleccionador incluido, es un film anarquista y memorable. El director parte de una historia que rápidamente abandona para bombardearnos con una gama de escenas grandiosas y de una extraña hermosura:

-Un caballo fornicando a una yegua, filmado con cámara en mano y sin edición.

-La anciana desnudándose y echándose en la cama a la espera de que el hombre la posea.

-Campesinos rascados intentando cantar.

-Pájaros despedazados.

-Cadáveres de animales, ya descompuestos y podridos.

-Los charcos dejados por las bestiales lluvias, en fin..

Japón es una sucesión de escenas brillantes que no aportan nada a la historia, cero estructura academicista y mucho sello personal de su autor.

La belleza de este film está allí, en su fotografía aséptica, agria, ruda y carente de efectismos. Reygadas no embellece nada, no mete sus manos para embellecer nada, todo es como es y el director lo respeta.

Además el tema de la cinta pudo haber dado para alguna aleccionadora cinta sobre el encuentro de culturas distintas, ¿alguien dijo Babel?, ¿alguien dijo Guillermo Arriaga?, ¿de pronto alguien dijo Crash? Pero afortunadamente aquí no hay discursos ni postulados ni nada; de hecho, el protagonista, aparentemente pintor (eso no queda claro) llega a la comunidad de campesinos con inquietudes existencialistas y la razón que lo lleva a cambiar es precisamente el encuentro con personas particularmente insensibles incapaces de grandes discursos intelectuales o búsquedas filosóficas y metafísicas. La anciana tiene un rostro aterradoramente indolente y la cámara se regodea en él para reforzar la aridez qué, irónicamente, le devuelve ciertas ganas de vivir al protagonista.

Batalla en el Cielo.

Batalla en el cielo es un film feo y horrible. Eso si lo vemos con el prisma de la belleza defendida por las Ultrafabulosas, es un film antiestético si es que lo analizamos desde la perspectiva de Diego Risquez, es un film repulsivo si lo ve Carla Tofano. Pero en realidad es un intento bastante loable de moverse más allá de los cánones de hermosura impuestos por los medios. La forma que tiene Reygadas de hacerlo es contándonos la historia de un hombre que dubita sobre si debe o no entregarse a la policía, ya que junto a su esposa secuestró y dejó morir a un niño. La película acompaña a Marcos durante esas horas previas a su entrega.

Marcos (Marcos Hernández), es un gordo enorme que recibe sexo oral de Ana (Anapola Mushkadizuna) una hermosa chica, hija del General para el que Marcos trabaja como chofer. Con esa escena abre y cierra la película. Y escenas como esa invadirán la pantalla a lo largo de dos horas:

– El ruido de los despertadores que vende la mujer de Marcos (Berta Ruiz) en la estación del Metro donde trabaja como buhonera, aturden las imágenes de un viejo con una bolsa de orina en las manos y a un muchacho que lleva una máscara de diablo.

– Marcos y su mujer, mucho más obesa que él, tienen sexo, él la penetra por detrás, luego ambos reposan con la mirada perdida… Indescriptible. Los observan un cuadro de un ángel de pelo largo al que lo cabalga una angelita pelirroja.

– Ana y Marcos tienen sexo, la cámara sale y capta toda la actividad alrededor: La gente come, ve televisión, las señoras de servicio hacen la cama, los chamitos juegan, y un tipo roba, la cámara vuelve a ellos y los capta; ella sobre él moviéndose mecánicamente.

El tema de la cinta es la Batalla de dos mundos. De la chica bella y con dinero que se aburre y se prostituye para entretenerse y la del tipo feo y sin plata que evalúa su existencia luego de verse acorralado por un error cometido. Es una guerra de clases que en vez de resolverse a la manera marxista o demagógica, se resuelve entregando a los batalladores a sus instintos más primitivos. De hecho, creo que cuando Ana y Marcos reposan uno junto al otro luego de poseerse la intención del director es cuestionarnos sobre como dos cuerpos pueden estar tan unidos y al mismo tiempo tan separados.

Pero toda la cinta es una coreografía, una danza sabrosa y una celebración de las cosas diferentes; es una película hermosa, sí, a pesar del humo, del ruido y de la gente desfigurada que se echa en el piso con el torso descubierto en las estaciones del Metro, es un film hermoso, bello. Es la misma búsqueda de la belleza de Fur.

10/10 para las dos obviamente. :)

Bueno, esto es todo. Quería hablarles de Reygadas para variar un poco e invitarlos a que consigan el cine de este gran director mexicano.

Si las dos reseñas anteriores les parecieron escasas en la descripción que hice de las imágenes que contienen ambas películas, es porque el cine de Reygadas es difícil de explicar. El propio director admite que sus films no tienen empatía con la literatura, algo muy común del cine solemne de hoy en día, sino que su afinidad es más con la música y con las pinturas.

Un cine que es cine, es decir fotogramas en movimiento y no tesis filmadas. Un cine sensorial y visual, es decir, un cine como el que ya no se hace.

Ojalá traigan Luz Silenciosas a nuestras carteleras en algún festival o algo.

Ah y si se preguntan por qué escribí esto. Pues es porque creo que si nos quejamos (con mucha razón) de la pésima calidad de los films que traen a Venezuela, deberíamos saber, y sí ya sé que esto suena a galimatías, que una de las razones es que cuando ponen cintas buenas en nuestras carteleras, entonces nadie va a verlas. La culpa también es nuestra.

John Manuel Silva

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