Iron Man: el belicismo cool

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Nuevo blockbuster de la factoría Marvel inspirado en el comic de Stan Lee, quien vuelve a figurar en el apartado ejecutivo de la empresa, después de promover el renacimiento de la mitología superheroica, de la mano de su galería de arquetipos y estereotipos: “Spider Man”, “Blade”, “Punisher”, “Hulk” y “Silver Surfer”.
Por ende, “Iron Man” viene a ser la reducción de hierro fundido de todos ellos, en el cuerpo anabolizado de Robert Downey Jr., ícono de la incorrección política y el cinismo posmoderno. No en balde, el traje del hombre de acero le calza a la perfección, bajo su habitual registro de galán inconformista 100% actitud. También en el reparto sobresale el nombre del camaleónico Jeff Bridges, convocado para defender la bandera del lado oscuro de la fuerza. Por su parte, el actor secundario, Jon Favreau, asume el control de la batuta y de la partitura, en una sinfonía de la destrucción cercana a la onda expansiva de “Transformers”.
Como diría Pradilla, un caballito de Troya donde se esconde una crítica, medio conservadora y medio progre, contra el complejo de la industria del armamento denunciada por el documental “Why We Fight” de Andrew Jerecky.
“Iron Man” es, por consiguiente, la revisión pop de “The Lord of War”, salpicada con el humor negro de “La Guerra de Charlie Wilson”.
Es la humanización tardía, pragmática y filantrópica del guión de hierro del Hollywood pentagonista. En palabras de Alexis Correia, la reivindicación individualista del arquetipo del mercenario. Rambo con buena conciencia y superpoderes de misionero ciberpunk en el tercer mundo. Finalmente, el hombre de Hojalata del Mago de Oz se ganó el corazón púrpura de Bono. It’s A Beautiful Day.
El primer «Iron Man» fue un subproducto de la era de bloques. El segundo período nació en el contexto de la guerra de Vietnam. El último descendiente de la serie es consecuencia del once de septiembre. La moraleja mesiánica se hace obvia. Para la película, el problema del medio oriente sí tiene solución. Todo pasa por la depuración tecnológica y por la subordinación militar al control civil. Menos burocracia, más ingenio al servicio de la ciencia de la intervención con fines paternalistas y caritativos.Ni el Dick Cheney de Halliburton lo habría expresado mejor.

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