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Halloween, El origen del mal :Sepultura conoce a John Carpenter

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Violentísima y metalera precuela de la obra homónima de los años setenta.Aquí se reúnen los maestros del horror con las siete edades del rock, para dar vida al mejor derivado de la franquicia en mucho tiempo. No en balde, la dirección corre por cuenta del príncipe de las tinieblas, Rob Zombie, quien transfigura a Michael Myers en su alter ego, al recomponer el mensaje satánico de la pieza original según los contenidos explícitos de la estética hard core white trash.   

De ahí el cambio de imagen sufrido por el verdugo de la trama, ahora reconvertido en una especie de charcutero melenudo con pinta de guitarrista de Slipknot, con todo y su galería de máscaras tecnogóticas.Su look al descuido es una de las principales señas de identidad en la interesante carrera del joven realizador, cuyos primeros trabajos logran rescatar el espíritu gore de la serie Z patentada en los setenta por monstruos de la talla de Tobe Hopper.  

 Por tanto, resulta fácil comprender el interés del cineasta por rendirle tributo al canto del cisne de John Carpenter,“Halloween”, al dedicarle un poderoso remake, donde se profundiza en el cuadro familiar del famoso carnicero, aunque la pretensión de explicar cada acción del personaje tiende a pecar de obvia y a recordar a la fallida “Haniball Rising”, más allá de la intervención irónica de Malcolm McDowell en el papel del psiquiatra de la partida.Alex, el de «La Naranja Mecánica», reformado y encima haciéndole terapia al primo de Jason Voorhees.    

 De cualquier manera, el film consigue sobreponerse a sus innumerables carencias, gracias al desempeño formal del dueño de la batuta, capaz de transmitir miedo con escasos recursos. Apenas le bastan un par de grúas y una batería de planos secuencia para intimidar al respetable. 

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