Sí!!!!!!
Aunque el baseball me parezca una ladilla. Aunque yo no tenga fuerza en los brazos ni para mover la mesita de noche de mí cuarto. Aunque no imagine estar diez horas en el Home, rascándome las bolas, meneándome la gorrita, ajustándome el uniforme, echándome para atrás, escupiendo, volviendo al plato, volviendo a rascarme las bolas, ajustándome la copa, dar dos aplausitos, mirar al dogout, recibir una seña, menear el bate, escupir, rascarme una bola, rascarme la otra, alejarme del plato, volver a escupir, amagar con batear, dejarla pasar, alejarme del plato, rascarme las bolas, ajustarme el uniforme, rascarme las bolas, olerme las manos después de haberme rascado las bolas, mirar al público, guiñar un ojo, ver al pitcher, rascarme las bolas…
No importa, ya estoy cansado de ser el gordito bueno que trata bien a las mujeres y les dice cursilerías al oído y les regala peluches y les escribe cartas románticas y las toma de la mano camino al cine, estoy harto. Sería grandioso tener unos chocolaticos en el abdomen y que nadie me exigiera ser inteligente o estudioso o alguna de esas vainas que nos exigen a los tipos que no estamos buenos.
Hoy quiero ser como Kelvim Escobar: Quiero humillar públicamente a las mujeres que estuvieron conmigo. Decir que me cogí a Sandra Martínez, que me cogí a Katyuska Rivas, a Eleydi Aparicio, que me masturbo pensando en Roxana Díaz y que tengo su video y que todavía lo miro con mis amigos. Quiero decir que salí con Aura Ávila, pero que no me gustó, decir que fue puro bla bla bla. Quiero salir con Luisana y con cualquier modelito o actriz desesperada por salir en la prensa que esté dispuesta a aceptar mis humillaciones e insultos a cambio de algún centimetraje en las columnas de Chepa y en los blog de Luz Clarita y Cotilleo Mundano.
Quiero que las chicas me adoren por ser un patán, que se babeen por mí mientras me regodeo en mi soberbia y petulancia. Me gustaría poder despotricar de mis ex-parejas y que la gente crea que soy muy hombre por eso. Quiero regalarle una camionetota a una de mis chicas y luego quitársela públicamente. Quiero humillar a cuanta perra se me atraviese, faltarles el respeto de todas las formas posibles.
El día en que sea Kelvim Escobar viajaré en mi yate con Gaby Spino, manosearé a Kerly Ruiz y diré que me cogí a Norelys Rodríguez pero que no me gustó porque es mala cama.
Cuando sea Kelvim Escobar me burlaré de una mujer después de hacer el amor con ella y… ¡¿hacer el amor he dicho?! Pero que hacer el amor ni que ocho cuarto, yo no haré el amor: Yo tiraré con cuanta bicha se me atraviese.
Ya soy Kelvim Escobar y estoy dando una entrevista, digo lo que siento, a diferencia de esos mariquitos que siempre declaran en la prensa gafedades sobre el honor del deporte y demás boberías, yo soy honesto. Yo le digo al periodista que a mi lo que me gusta de ser beisbolista son los culos y el dinero. Ya lo dijo el maestro Tony Montana: Primero el Money, después el Power, luego Las Pussy. Así con las cosas en el mundo y yo no quiero cambiarlas porque es de pinga así, es sabroso decir que he tenido culos que jode, exponerlas, exponer públicamente sus secretos sexuales y que la gente crea que esa vaina me hace muy macho.
Me gusta fanfarronear y decir en público que yo a las mujeres me las quito a sombrerazos, bueno, eso no es fanfarronear, es verdad, a las mujeres les encanta un tipo como yo. En los locales a los que voy abundan carajos como yo y las mujeres deliran por ellos. A las mujeres de hoy les gusta que les digan puta, que los tipos que se la cogan ni siquiera se acuerden de ellas o le guarden algo de respeto por haberles entregado el cuerpo. Mírenme a mí, yo tengo un yate y las mujeres mueren por darme la cuchara a cambio de una vueltica en el yate, les encanta eso, les gusta retratarse conmigo mientras yo las desprecio. Es genial ser como yo.
Me gustaría entrar a algún blog o algún panfleto en Internet y leer un artículo de un frustrado que quiere ser como yo y poder dejarle un comentario diciéndole: “Pana tu nunca serás ni la mitad de lo arrecho que soy yo”. Me gustaría ser Kelvim Escobar, no lo niego. El único problema es que de cumplirse mi sueño realidad tendré que soportar el béisbol que es un gran fastidio y tendré además que convertirme en una caricatura machista, misógina, retrógrada, fanfarrona y muchas cosas que no encajan con el patético aspirante a escritor que soy. Pero si no fuera por eso con gusto le vendería mi alma al diablo a cambio de que Belcebú me transfigurara en Kelvim Escobar y así poder decir, sin complejos ni vergüenza, que la Norkys Batista me mama bien rico el güevo.
John Manuel Silva