La enfermedad que explotó el 27 de mayo de hace un año no se debió al cierre de un canal de televisión que casi ninguno de los manifestantes veía. No se debió a un gobierno verdaderamente corrupto y de indicios extremistas de la izquierda. No se debió al inminente primer paso que dieron los «socialistas» para terminar con las libertades de la ya extinta «oligarquía», hoy no más que un fantasma harapiento de lo que antes fueron los adecos y los copeyanos. Se debió, más allá de las razones constitucionales, y de principios, y de derechos humanos, a una causa sociológica propia del venezolano: la necesidad de alcanzar la magnanimidad. Es éste un virus que ataca un día sí, unos días no, como el paludismo, y, como él, también, puede matar.
Habré de dar explicaciones sobre ello, sin duda, pues sé lo mucho que se esforzaron los estudiantes por alcanzar sus ambiciones personales. De hecho, yo mismo fui a una de las protestas por el cierre de RCTV (cosa de la que me arrepiento) y pude darme cuenta de lo ridícula que lucía esta juventud propia de una oligarquía moribunda, todavía aferrada al tabaratodamedoísmo de los años ’70 y ’80 heredado de sus padres, probablemente. Son ésos los estudiantes que salieron el 28 de mayo, luego del cierre, con sus bermudas de a cuadros, chemises Lacoste y gorras importadas, gritando creativas consignas y zarandeando coloridas pancartas.
Pero ahora a lo que iba: el virus. Desde siempre, el venezolano ha tenido en mente una enfermiza ambición. No es una de esas ambiciones benevolentes que pueden impulsar a una nación hacia su desarrollo; bien sabemos que estamos lejos del desarrollo. Se trata de la magnanimidad, de esa grotesca fiebre por ser los héroes del momento, a costa de cualquier idea progresista que se les oponga. En este sentido, los estudiantes son tan malos como el mismo gobierno –cuando digo «estudiantes» me refiero al Movimiento Estudiantil, que conste que no todos los que estudiamos somos tan inseguros de nuestra personalidad–. Antes del progreso, estás sus ideas de progreso, aunque éstas sean irreales e improvisadas. Hay que tener en cuenta que, dada la situación nacional para mayo de 2007, cualquiera podría haberse alzado con cualquier consigna y los resultados habrían sido los mismos. Hace un año fue la libertad de expresión, pero pudo ser el desempleo, la inseguridad o, ¡ya qué carajo!, la simple necesidad de la anarquía. Hace un año fueron los estudiantes del Este de Caracas, pero pudieron haber sido los obreros, los profesionales, los buhoneros o incluso los presos.
No se trató del fondo, sino de la forma. No eran jóvenes luchando por la libertad y la Constitución, eran estudiantes peleando entre sí por conseguir una posición política, cualquiera que fuere. Si hay necesidad para comprobarlo, incrédulo lector, descubre por ti mismo el hecho de que los líderes del Movimiento Estudiantil se formaron esos días y permanecieron en su lugar ganado por sangre, sudor y gritos enmudecidos: Yon Goicoechea, Stalin González, Freddy Guevara y Robert Serra por el otro lado. Ni siquiera el nuevo presidente de la FCU de la UCV llega al status de liderazgo de los pioneros de la típica política venezolana; no son más que un Wolfgang Larrazábal populista, un Betancourt oportunista, un Carlos Andrés arrogante y un Chávez demagogo. Los líderes se acabaron; nacieron ese día y, por desgracia, seguirán siéndolo hasta que surja una nueva crisis, en cuyo caso se repetirá el mismo ciclo, aunque esos nuevos líderes podrían ser más sensatos, sinceros y menos politiqueros que los que nos tocaron estos días. ¡Quiéralo el azar!
Es el ouroboros eterno de Venezuela. Surgen los héroes magnánimos durante crisis fundamentales de nuestra historia; con el tiempo se apagan y entramos en un período de inercia y abulia políticas; para luego ser sustituido por otra crisis y otros líderes. ¿No fue ese el caso de los gobiernos de Punto Fijo? Luego de un cierto punto, los líderes de la Generación del ’28 se agotaron, dejando un virtual vacío de poder en donde la gente se desinteresó unánimemente por la política. Después, llegó Chávez, y con él una nueva crisis y unos nuevos líderes. Y lo que sigue es el cuento del gallo pelón.
El virus perdura. Tuvimos casi cuarenta años de salud y hoy el paludismo juvenil vuelve a atacar con su fiebre cuartana. Cada calentura tiene un nombre específico y cada una de ellas debe ser superada. Si seguimos apoyando a cualquier demagogo que salte en las calles con pancartas y micrófonos, la enfermedad continúa. No nos curaremos hasta que seamos capaces de negarnos a la tentación de los líderes virulentos y reciclados… e insanos.
No es la libertad de expresión, ni la corrupción, ni la inseguridad, ni cualquier de esos males que nos aquejan, que son criticados y achacados al bando contrario en vez de ayudar a solucionarlos. Es la ambición personal mezclada con la honesta necesidad de derrumbar al gobierno, pero para ser sustituido por otro no muy distinto. ¿No se dan cuenta del absurdo de la lucha? ¿No es esto el eterno retorno?
No existen cambios para Venezuela, o, en cualquier caso, el mundo, mientras perduren estos líderes antropófagos.
Rodny Valbuena Toba,
27 de mayo de 2008
Lo que a mi me parece realmente patetico es que este movimiento estudiantil se formara a partir del cierre de una canal de television, y no por ejemplo de las muertes de estudiantes como los Faddul o el caso Kennedy! Eso habria sido en ultimo caso mas pertinente aunque solo fuera una excusa mas para tomar la palestra y tener sus quince de fama que a la final es todo lo que quieren y lo estan probando! El dia que mataron a la estudiante frente a la catolica en plena protesta estudiantil, jure que ese dia caia Chavez! A ninguno de ellos le importo y finalmente fue un crimen pasional. Ninguno ha salido a protestar por verdaderas reinvindicaciones estudiantiles, porque son niños ricos que lo tienen todo, no tienen nada que pedir que no sea que los dejen seguir viviendo sus vidas comodas como hasta ahora y eso representaba rctv!
Extraordinario chamo. Buena reflexión pana.
Excelente, pana. La sola esperanza que queda es que siga apareciendo gente como tu, que piense y reflexione de verdad… Estamos regados, pero estamos.