A su lado, “Juno” es un niñita de pecho en materia de expresión audiovisual. “4 Meses, 3 Semanas y 2 Días” llena el vacío de la edulcorada comedia de Jason Reitman, al proponer una lectura feroz del tema del aborto en antítesis a la banalidad de “Ligeramente Embarazada”.
El largometraje sorprende por tratarse apenas del segundo proyecto del cineasta rumano Cristian Mungiu, alumno aventajado de la escuela fría de Bucharest, influido por el sello de Milos Forman, consagrado en Cannes y heredero legítimo de la dinastía del neorrealismo italiano sin concesiones.
Por consiguiente, es una especie de Gaspar Noé, menos pornográfico y más sutil, descendiente del linaje de Vittorio De Sica y Roberto Rossellini.De igual modo,también se le relaciona con el minimalismo conceptual del francés Robert Bresson, aunque la sangre de su país, el de Drácula, le brota por los cuatro costados.
No en balde, la brutal sequedad de su puesta en escena se combina a la perfección con ciertos dejos de terror explícito y psicológico a lo Polansky en la experiencia traumática de “4 Meses, 3 Semanas y 2 Días”.
Según la prensa especializada, el estreno del film se inscribe en el marco de una ambiciosa serie llamada “Relatos de la edad de oro”, concebida para deconstruir la memoria del comunismo en la era del dictador Nicolae Ceaucescu, cuando la practica del aborto estaba prohibida y tipificada como delito.Para comprobar sus efectos, basta con disfrutar de la estupenda oferta alternativa de la semana.De paso, muy beneficiada por un humor negro cercano a Ionesco. Atención con la secuencia de la cena y con el absurdo diálogo de sordos en el hotel de mala muerte.