En honor a la verdad, Spielberg se la puso de bombita a los críticos. Por la cuarta entrega de su franquicia, lo tildarán de conservador, jurásico, colonialista y pare usted de contar.El subtexto de la moraleja se las trae y ni hablar de su desarrollo lineal patrocinado por George Lucas.
En la practica, “Indiana Jones 4” cuenta la aventura de la búsqueda “antropológica” del dorado en los dominios de la cultura mesoamericana, reducida a la condición de la caricatura “Apocalypto” conoce a “Encuentros Cercanos del Tercer Tipo”, porque al parecer del realizador de “Munich”, las ruinas del Perú se construyeron con la ayuda de los parientes de “E.T.”.
Ello conduce a la exhumación de la calavera de una momia extraterrestre, vinculada al descubrimiento del tesoro de la función en el infaltable “Templo de la Perdición”, asediado por nativos en estado salvaje extraídos de la historieta etnocéntrica por el estilo de “Tin Tin”. Postales de carácter posmoderno a no ser leídas de modo literal, pues contienen altas dosis de ironía en homenaje a la imaginería ingenua de la “serie b” de la década del cincuenta.
En efecto, la auténtica intención comunicativa de los manufacturadores del consenso de la semana, es aprovechar el regreso del hombre del látigo y el sombrero como vehículo para rendir tributo a su gusto culposo por el cine kistch de la guerra fría,generoso en platillos voladores, bipolaridades atómicas y acrobacias tarzanescas.
Por ende, si usted es un Peter Pan desenrollado,déjese llevar por la desmesura autoparódica de “Indiana Jones 4”. En caso contrario, igual se la recomendamos por la sugerente viñeta radioactiva fotografiada por Janusz Kaminski. De resto, el paisaje habitual: conflicto padre hijo y happy ending tranquilizador.