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Por qué ni Obama ni Clinton, McCain (ni nadie) va a cambiar un carajo

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Esto lo escribí hace rato, pero me parece propicio republicarlo ahora. No creo en pajaritos preñados, ni en duendes irlandeses, ni en Presidentes cambiando nada…

Por qué ni Obama ni Clinton (ni nadie) va a cambiar un carajo

Te llevan frente al pelotón de fusilamiento, tipo Aureliano Buendía. El capitán del escuadrón se te acerca y te pregunta qué prefieres, un verdugo catire, o uno pelirrojo. Si prefieres a una señora o a un morenito. Alguien joven o menos joven. ¿Qué coño importa -pregunto yo-, si al final es la misma vaina.

Ahora sí. El mundo va a cambiar (aplausos). Cuando llegue Obama sí que vamos a ir bien (vuelan globos de colores). Acabaremos con la guerra en Irak. Lucharemos contra el calentamiento global. Habrá menos conflictos en el medio oriente. Los Estados Unidos volverán a enseñarle a todo el mundo el camino a seguir. A poco me dicen también que Obama bajó del monte Sinaí con los diez mandamientos, ya que estamos.

Es obvio que sólo un bobo puede emocionarse, o alguien tan poco informado sobre la forma en la cual suceden las cosas en el mundo que de verdad cree que es un pendejo con un cintillo de Presidente el que va a cambiar las cosas.

La verdad es que Obama, Clinton, McCain y todos los demás representantes de algo más o menos electoral no son más que la vaselina que nos vende el sistema para seguirnos jodiendo. ¿Vaselina McCain o Clinton, cuál es la diferencia? Viva la democracia.

Obama sale ahora de lo más valentón y reaguettonero a decirme que va a cambiar las cosas. Que va a practicar una política de transparencia. Y ahí va, cargando bebés, besando viejas e hipnotizando a los retardados mentales de gringolandia a punta de chutzpah, como dicen ellos.

Lo he dicho aquí muchas veces antes y no me cansaré de decirlo: El sistema, eso que está en el poder, no se compone de gente. Se compone de redes de poder, de instituciones y nexos donde se decide y se imponen formas de ver el mundo. Y ese sistema no nos va a dar las claves ni las herramientas para hacerlo más justo, para luchar contra el hiper-consumo que nos mata a todos y destruye el planeta. El sistema es impermeable a eso.

Obama, Hilary, McCain y toda la gente de los partidos tradicionales de cualquier país responde a los intereses del sistema y de más nadie. ¿Por qué? Simplemente porque el sistema ha desarrollado métodos para asegurarse que el que llega, llega porque el sistema nos deja escogerlo. No por nada han asesinado senadores y presidentes en U.S.A. y ni hablemos de políticos ametrallados en Colombia u otros países.

Obama se burla de la gente cuando miente, cuando dice que no acepta financiamiento de los lobbys tradicionales. Todo esto viene finamente disfrazado bajo títulos como «asesor o consultante», cosas que les permiten codearse con los bichos de Washington de siempre (leer este artículo de un antiguo lobbista).

También conseguimos, en White house for sale, una lista de los «bundlers» o «paqueteros» (traducción mía) que agrupan una pila de gente donando por aquí y allá. Esa es la forma de penetrar el financiamiento de una campaña. O se puede hacer esto, tener simples lobbies abiertos, donde abogados acomodados de Washington te hacen el favor de llevarte a la Casablanca y atentar contra sus intereses. Vasié.

Al final de esa última página conseguirán una retahíla de artículos, más o menos en la misma onda, con los que podemos trazar fácilmente quién le da plata a Barak.

Así que un tipo que propone reformar la seguridad social gringa (una de las peores que he visto) utilizando las empresas privadas de seguro –es decir, la causa del problema-, mientras recibe dinero de las grandes industrias y abogados de Wall Street, no es un tipo a quien yo le crea cuando me dice que va a cambiar algo.

Obama no va a cambiar nada. Hilary tampoco. McCain menos. Va a haber maquilaje, uno que otro condenado a muerte menos, pero en el fondo, ni la clase media gringa ni la gente golpeada por la caída de los créditos inmobiliarios van a ser las personas a quien se dirigirá el próximo presidente de los U.S.A.

Los demás países seguiremos sufriendo las consecuencias del sobre consumo y el egoísmo de unos pocos, mientras marchamos desfiladero abajo a la gran redoblona mundial que se va a armar de aquí a unos años. Según Walter Graziano, los economistas más optimistas colocan el techo de la producción mundial de petróleo en el 2015-2020. Y de ahí pa’bajo todo es pata’ y kungfu… Escojan su lubricante.

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