AL FINAL DEL CREPUSCULO
Al instante del desenfreno,
observo tus pupilas,
aún más que en el alba.
Y solo las veo reposar
como al final del crepúsculo,
hasta que depositas
tus preciosas gemas vertiginosas
dentro de mí sagrado aposento
de tu heredad.
VIENTO
En solitario lecho que habito,
implacable encuentro con el viento
dejando solo tu recuerdo
que salpica de tristeza
al cuerpo inocente entre tus manos,
mientras este leve viento
acaricia sin permiso, lo que te pertenece.
Anhelamos… nuestra inmensidad
cuando la irrumpe el viento,
en sublime placer al ínfimo contacto
pues ese soplo de vida
cualquier fuego aviva
induciendo la explosión al alba
absorbiéndolo todo
en donde ni el viento
puede habitar.
MEMORIAS
Se conservan palabras anidadas
en el más intangible de los sueños…
los recuerdos revolotean
entre dedos clavados en el pecho;
desangrando las teclas del piano
y así
inmortalizar el alma de los hombres.
RÉQUIEM
Sobrevivo sin horizonte,
sin complejas formas de vida
y sin la más tierna postura de mujer.
Sigo siendo ínfima ante el viento
y ante tu enigmática mirada
como el primer día.
Combato al tiempo
con inútiles anhelos de juventud.
Mientras la piel teje
los ramalazos de la soledad,
el alma interpreta
el más profundo Réquiem,
las cuerdas se encargan de
llevar el dulce de la muerte,
los vientos anuncian
el inevitable deceso.
Y aun sin que una voz intervenga
se perciben los más lúgubres lamentos del alma.
CAUTIVERIO
A EMMANUEL
(El 1er niño nacido
en cautiverio Colombia)
Colmada de vestigios de verdad,
ausente para los sedientos de justicia
la luna Contagia de tristeza al sol,
Lagrimear de estrellas
Cielos que recubren
Bajo terciopelos de topacio
Frías e Inescrutables tumbas
Olvidadas en la soledad de la selva
Lúgubres lechos, impunes refugios
De almas devastadas, mutiladas
Por un descomunal arrebato de libertad
Ríos de impunidad,
Donde flotan nombres y cuerpos
Que saben a años de espera
Sueños e ilusiones
De un país que se contempla
En un juego sin tregua ni fin
¡Oh esperanza!
Que dibujas tus contornos
En falsos pactos de alta ralea
Permítenos no borrar tu nombre
No acabar nuestros anhelos de verte
Por primera vez
¡Oh EMANNUEL!
Y olvidar tu cautiverio.
SENTENCIA
Aterrador escenario
espigado por la eternidad,
aloja allí a las innumerables almas
sin destino y sin fin;
confundidas, atrapadas
con incesante codicia
y abrumadora desesperación,
albergando en sus recuerdos
pavorosos episodios
de la morada terrenal,
confrontándose entre los confines
del odio y la locura,
la fascinación y la espera
del acto de redención
inexistente en el crepúsculo,
transitado ya, sin retorno,
mientras Sílfide, dulce ninfa,
recorre los bosques con nimia
sutileza y premeditada indolencia,
ignorando
el dulce susurro de sus condenados,
que por un fuego abrasador
son consumidos una y otra vez.
Y así, la sentencia eterna:
lo que en vida no se logra destruir,
después de la muerte esgrime
para la dulce satisfacción
de sus más temidos verdugos.
LÚGUBRES MONÓLOGOS DE MUJER
Silencio y tiempo
lentamente te devoran.
Piedad es ausente ante tus manos,
entre tormentas,
aminorando tú ser,
lúgubres monólogos
son arrojados al viento,
completando el inescrutable
círculo de tu existencia.
Lecho marital cómplice
patíbulo del verdugo,
idealizado a tu compañía.
Despojada de ternura,
a ignominioso objeto reducida,
concibiendo este silencio,
más cálido que susurros punzantes
vividos ante el umbral constante,
contemplando la caída del crepúsculo
intentando resarcir
el hasta ahora…
sufrimiento al filo del ocaso.
TUS COLUMNAS
Con fuerza, abrazo tus columnas,
donde solías apoyarte
y darle paso al hervor de las pieles,
reposó nuestro cielo sobre ellas
y hoy el infierno
las desgasta entre cristales
donados por la desesperación.
Entre distancias infinitas
se encuentra la oscuridad de la luz,
analogía presente entre lo que soy
y lo que tu vez de mi.
Y mientras la mente divaga
entre el pasado y el presente
se suprime el futuro.