panfletonegro

Un mundo podrido a diestra y siniestra: la liberación de Ingrid y la ley de retorno

/home/depr002/panfletonegro.com/v/wp-content/themes/panfleto2019/images/random/depr_26.jpg

Sarko de la mano de Ingrid. Ingrid de la mano de Santos. Santos de la mano de Uribe. Y al final todos contentos.

En paralelo, Chavez aplaude por hipocresía, por no quedar fuera de la foto. Pero ya es muy tarde, ya le sacaron el cuerpo. No hay caso. Igual puede participar, de lejitos, del gran espectáculo de la hipocresía internacional.

Sarko es hipócrita. Ingrid es hipócrita. Uribe siempre es hipócrita y descarado. Hugo es el colmo de la hipocresía. Santos es un perro de la guerra, un forajido de callejón, pero tiene buena prensa. La mediática celebra y adora el cinismo de Santos, el asesino número dos de las fuerzas armadas de Colombia, porque el primero es Uribito, el genocida narcotraficante. El presidente de la oscuridad en América Latina, asociado a la mafia paramilitar y al terrorismo amparado por el departamento de estado, junto con sus mercenarios del Plan Colombia. 

Vivimos un tiempo feo, horrendo, inadmisible. Europa retrocede a la época del germen fascista, del nacimiento de la Gestapo, del alumbramiento del Franquismo.

Europa rescata ideas superadas y se asume como víctima. Europa se siente víctima del terrorismo, víctima de la inmigración, víctima del tercer mundo. Pero de nuevo, es pura hipocresía, pura pose. En realidad, Europa goza y promueve el atropello del tercer mundo, como siempre. Europa goza al humillar al tercer mundo.

Europa vive de la explotación del tercer mundo. Europa se forjó en la explotación y en la humillación del tercer mundo. Europa es un continente envilecido, embrutecido y enfermo. Francia es un país enfermo gobernado por un presidente enfermo, cuyas políticas son tan enfermizas como las de Bush. La ley de retorno es apenas un síntoma de la curiosa enfermedad europea.

La ley de retorno debe ser sencillamente derogada, abolida y boicoteada. La ley de retorno viola los principios básicos de la carta internacional de los derechos humanos. La ley de retorno pisotea los tres colores de la bandera francesa: igualdad , fraternidad y libertad. Y el público embrutecido por la propaganda negra, aplaude y justifica la medida. El público embrutecido del continente enfermo exige y demanda la aplicación de la medida, así como el embrutecido pueblo alemán aceptó la solución final de Hitler contra la comunidad Judía. Hoy Europa reinstaura sus campos de concentración para encerrar a los indeseables del tercer mundo. Hoy Europa vuelve a ser neonazi por completo.

La ley de retorno resucita el espíritu del horror eugenésico, al darle rango constitucional a la discriminación social, a la xenofobia, a la intolerancia y al racismo, bajo el esquema surafricano del Apartheid. Un Apartheid disfrazado de campaña de filantropía, por parte de las autoridades competentes del continente enfermo. Autoridades, por cierto, con muy mala memoria.

A las autoridades competentes del continente enfermo se les olvidan muchas cosas. Por ejemplo, Europa prácticamente saqueó al tercer mundo, se adueñó del tercer mundo, y encima contó con el apoyo del ingenuo tercer mundo durante el siglo XX, cuando oleadas de inmigrantes llenaron las costas del caribe y Suramérica en busca del dorado de la supervivencia. Y aquí los tratamos bien, les dimos cobijo, y los aceptamos como iguales, tras ser desvalijados por sus ancestros en la colonia. No obstante, Europa ahora prefiere hacer borrón y cuenta nueva, para avanzar en sus planes demagógicos diseñados por la derecha tecnocrática y neoliberal.

Por eso resulta exageradamente absurda la imagen de Sarko al lado de Ingrid. Aun así, la imagen es bien representativa de la doble moral de Sarko y sus secuaces. Sarko habla de los derechos de humanos, del terrorismo de la FARC, de las torturas de la FARC, de los atropellos de la FARC, pero calla y se hace la vista gorda ante las torturas, los atropellos y los atentados terroristas de las primeras potencias en el tercer mundo. Sarko no dice nada sobre Guantánamo, sobre Abu Grahib, sobre la genocida invasión de Bagdad, pero sí se rasga las vestiduras al referirse a las FARC. Sarko tampoco dice nada del salvaje de Uribe, sindicado de cometer tantas atrocidades como su gemelo bizarro, el Mono Jojoy.

Lo mismo pasa con la hipócrita de Ingrid, la Juana de Arco del mes, la beata del año, la candidata al Nóbel de la Paz, ese premio rastrero ganado por hipócritas como Kisinger.

Seguramente, la hipocresía de Ingrid será justamente recompensada con el Nóbel. Ingrid se hizo famosa en los ochenta por denunciar y echar pestes de la enlodada política colombiana en la época de Pastrana, donde Uribe daba sus primeros pasos al servicio del narcoestado gobernado por el dictador de Medellín, Pablo Escobar Gaviria.

Ingrid era enemiga del narcoestado defendido por la familia de  Uribe y el partido de Pastrana. Ingrid no compartía el belicismo paramilitar auspiciado por el narcoestado defendido por la familia Uribe. Pero ahora sucede todo lo contrario. Ahora Ingrid se suma con emoción y total entrega al 93 % de apoyo nacional a la gestión corrupta y descompuesta de Álvaro Uribe. Una vulgar tapadera de los agresivos planes de la oligarquía Bogotana en su proyecto de reafirmación elitista, cuyos beneficiarios son los ricos en detrimento de los pobres, de los asalariados y de los obreros. Todo bajo la excusa y el pretexto de la lucha contra la subversión. Así, Uribe y su camarilla de bandidos imponen sus doctrinas de Shock al adormecido pueblo colombiano,manipulado por los laboratorios de información.

En resumen, la guerrilla existe y se consolida para, paradójicamente, afianzar a la derecha terrorista en el poder. Ambas son, en última instancia, las dos caras de la misma moneda, con la cual nos pretenden lavar el cerebro a fin de hacernos cómplices de sus repugnantes agendas.     

Salir de la versión móvil