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El despertar del Neo-Hollywood

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La Meca vive ahora uno de sus máximos períodos de esplendor creativo, muy a pesar de la opinión mezquina y chauvinista de cierta crítica nacional, alienada por el viejo discursillo apocalíptico de la vieja izquierda caviar, según la cual, Hollywood atraviesa por una larga noche de perdición y decadencia imperial románica.Pero nada más falso.

En realidad, la industria goza no sólo de buena salud económica sino de una envidiable recuperación artística, producto de la asimilación pragmática de una nueva generación de narradores, libretistas y realizadores, a la vanguardia de la estética mundial.

 

De hecho, Cahiers Du Cinema compara el fenómeno con la última época dorada de la filmografía mainstream, la de los años setenta, cuando los moteros tranquilos y los padrinos de la contracultural tomaron por asalto el cielo de los estudios.

Así, George Clonney vendría ser el Alan Pakula del tercer milenio, al redescubrir el camino de la conspiración política de la era watergate pero desde el enfoque del progresismo demócrata surgido a la luz del once de septiembre, una fecha crucial para delimitar un punto de inflexión en la historia audiovisual del siglo XXI. Sin ningún problema, ya se puede hablar con confianza de un antes y un después de la caída de las dos torres en el cine americano. 

 

En el mismo sentido, puede entenderse la integración del anarquismo gráfico de Alan Moore, por parte de Warner, la casa de otro par de monstruos posmodernos en plena fase de madurez, Christopher Nolan y Andy Wachowsky, ambos abocados a la tarea de conseguir salidas alternativas al estancamiento del lenguaje tradicional a través de la experimentación con los formatos digitales. 

El primero es responsable de la mejor película de superhéroes hasta la fecha, Dark Night, de la cual hablaremos con detenimiento la semana de arriba. El segundo es, junto con su hermana Lana, el verdadero autor de V de Vendetta y el propulsor de la genial e incomprendida, Meteoro, una curiosa película infantil con un subtexto de alto contenido subversivo.

 

De igual modo, funcionaron los aportes de la Marvel al filón de los comics adaptados, en virtud de las estupendas Iron Man y Hulk, aunque la del hombre de hierro supera con creces a la franquicia del gigante verde, gracias a la personal contribución del resucitado y no por casualidad reivindicado, Robert Downey Jr., cuyo segundo aire es un perfecto indicador de los tiempos que corren. Por algo, su imagen acompaña, de manera icónica e irónica, el brillante desempeño de David Fincher en la obra maestra, Zodiac, capaz de definir la naturaleza conceptual de la época dorada en curso, donde también sobresalen títulos emblemáticos como los de “300”, “Children of Men”, “I Am a Legend”, “Hancock”, “El Asesinato de Jesse James” y hasta el “Super Agente 86”, elogiadas por traer de vuelta la sabia clásica de los géneros al servicio de los intereses de los productores, sin ofender la inteligencia del espectador y sin renunciar a la búsqueda de diferentes vías de expresión para proyectar el mensaje de los guiones. Por ejemplo, aquí cabe destacar el trabajo de Batman con la resolución IMAX y el compromiso de Michael Mann con la metodología paradocumental, a la gloria del HDV. 

Naturalmente, no todo es color de rosas en la taquilla contemporánea, y la parte del león siempre se la terminará llevando lo peorcito de la fábrica de sueños.Verbigracia, el reciclaje estéril y conservador de “Sex And The City”.

Con todo, las voces pesimistas pueden ser fácilmente acalladas ante la irrupción de gemas incontestables y trascendentes como Wall-E, soberbio largometraje de choque y el posible equivalente animado de la mítica “2001”. Es decir, la cúspide formal de la Pixar y una de las grandes cintas de la era post Disney.Su inminente llegada a la cartelera permitirá comprobar nuestra tesis, al rebasar la ya estimable marca de “Ratatouille”.

 

Así pues, Hollywood parece renacer de sus escombros y mantenerse con vida, frente a los desafíos mediáticos en boga: las tecnologías de punta, la piratería, el I-Phone, el efecto de las pantallas planas y la emergencia de youtube.

Como siempre, la palabra final la tendrán los especialistas en la materia, los teóricos y los perceptores de la audiencia. Ellos decidirán el futuro de la meca, bajo las presiones intelectuales de costumbre en el mercado de consumo.

El resto lo proponen, lo refutan y lo escriben ustedes, amigos lectores.  

 

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