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China, Vietnam y los nuevos ricos en el Sambil

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Dinero. Eso lo resume todo.

El dinero compra voluntades, compra estatus social, compra conciencias, compra vidas. Ver a los “guardianes chinos” de la antorcha olímpica en las calles de Londres empujando a las personas que trataban de sabotear el acto era ver como el dinero que un evento deportivo de este tipo genera puede servir para que una antigua potencia colonialista le deje a uno de sus antiguas victimas enviar a matones para que golpeen a sus ciudadanos.

Las denuncias de aumentos en violaciones de derechos humanos en China como parte de una campaña para evitar que “actos terroristas”  empañen el evento, demuestra que los derechos humanos son solo una bonita carta de intenciones escrita en un papel que vale mucho menos que el papel moneda. El dinero lo puede todo.

Vietnam, un país que fue durante el siglo veinte un icono de la lucha por la autodeterminación de los pueblos y la búsqueda de la utopía socialista, (que terminó siendo otro satélite más de la antigua Unión Soviética), se ha convertido en otro ejemplo a seguir en el mundo al adoptar el modelo Chino de un país dos sistemas.

Hace unas semanas atrás Vietnam fue sede del Miss Universo, otro evento de carácter mundial para algunos miembros de la sociedad occidental o sus subproductos generados por su triunfante influencia. Durante la transmisión se pudo ver las múltiples bellezas naturales del país asiático, todo diseñado para atraer al turismo. En esas imágenes se pudo ver a un país próspero, con gente amigable esperando a recibir a cualquier extranjero que quiera visitarlos y dejar sus dólares o euros.

En esas imágenes no vimos  a los mismos niños de las escenas de los años sesenta, corriendo por caminos de tierra mientras la piel se les caía producto de un bombardeo con napalm. No vimos los cientos de hectáreas deforestadas por el uso del agente naranja, ni siquiera mostraron un supuesto museo construido para recordar la guerra en contra de Estados Unidos, suerte de parque temático donde los visitantes pueden desde recorrer los túneles construidos por el viet-cong hasta disparar algunas de las armas usadas durante el sangriento conflicto, que marcó a una generación de americanos y vietnamitas de por vida, pero que ahora es solo un recuerdo lejano que vemos de vez en cuando en las repeticiones por televisión de alguna película de acción hecha en Hollywood  sobre la guerra, que al momento de su estreno en los años 80 fue un éxito de taquilla, generando millones de dólares en ingresos, como los va a generar todo el turismo que recibirá el país luego de ver un concurso de belleza, principal símbolo del trato despectivo hacia la mujer donde es juzgada por si físico, como si fuera una res en una subasta de carne. Un concurso que obliga a sus participantes a someterse a un proceso de torturas basados en dietas, ejercicios y cirugías para poder cumplir con un canon de belleza artificial promovido por la sociedad de consumo.

Una sociedad de consumo que se alimenta  a si misma de sus carencias emocionales, afectivas y de respeto por si misma cuando trata de llenar ese vacío que siente dentro de ella al ir de compras a un centro comercial de manera compulsiva, simplemente porque tiene “real en el bolsillo y le pica”. Escuchar el sonido de la caja registradora digital o del punto de ventas se ha convertido en el nuevo Prozac, puedes tener una baja autoestima pero tienes unos zapatos de 400 BsF promovidos por un futbolista que pasa mas tiempo tomándose fotos que anotando goles, un futbolistas que admiras al verlo jugar en un televisor pantalla plana de 1.500 BsF. hecho en China, donde la mano de obra es barata porque trabajan si derecho a nada, los sindicatos son propiedad de un partido comunista que no permite la existencia de ninguna otra forma de organización ajena a ella.

Al final todo es una especie de espiral descendente que nos hunde cada vez mas llevándonos a la pérdida de nuestros valores humanos más elementales y que pone en riesgo la supervivencia de nuestra propia especie. Pero que importa, al final todos somos unos hipócritas y yo solo estoy resentido por no poder comprarme zapatos de 400 ni poder viajar a China a ver el acto de inauguración…

Capitalism has made it this way.

Old fashioned fascism will take it away.

Marylin Manson. The Beautiful People (Antichrist Superstar – 1.996)

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