Inauguración Olímpica en el nido del bochorno

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Estética de la hipocresía.Así la define, acertadamente, la estimada Flo. Hipocresía al derecho y al revés. Hipocresía, según ella, muy bien manifestada por la omnipresencia de las palomitas de la paz. Hermosas jovencitas ondeaban sus brazos con sonrisas empotradas, mientras el público seguía la coreografía aviar desde las gradas del estadio en forma de nido. El nido de la hipocresía, como diría Flo.

No en balde, el nido fungía de incubadora de los peores embriones del fascismo posmoderno. Y para rematar, bajo el abrigo de los más feroces Halcones del siglo XXI, quienes saludaban a la concurrencia entre gestos demagógicos e imposturas varias, después de haber asesinado a la protagonista de la función, la dichosa palomita de la paz, ante los ojos del mundo. De nuevo, los zamuros cuidan la carne. Son los zamuros del grupo Bilderberg, encargados de la brutal recolonización del mundo a sangre y fuego.

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Putin levantaba su brazo en señal de victoria, acompañado por sus colegas de la ala derecha e izquierda, porque de Bush y Sarko pasamos a las garras de la burocracia roja rojita, con la notable ausencia de Chávez Frías. Pero su espíritu fascista, nacionalista, represivo y kistch revoloteaba por los aires de la larga noche de Beijing en el cabalístico 8/08/2008. Números redondos equivalentes a la manipuladora propaganda china, fundamentada en la astrología y en el dominio del cálculo, como cualquier teología de la esclavitud de la mente.

De manera análoga, los fuegos de artificio llegaban a condensar una gran nube de opio sobre el cielo de la capital turbocapitalista de la república dizque socialista.

Con la China, no con el país sino con mi amiga, contemplé la última ilusión de la sociedad del espectáculo. Los dos reíamos para no llorar, en un intento por mantenernos al margen y a la distancia del chantaje emocional. Sin embargo, el despliegue de medios, era lógico, casi siempre derrotaba nuestras pretensiones de conservar la calma y la cordura. El Pathos y la pornografía sentimental destruían nuestras pequeñas defensas, al compás de los ritmos conductistas y las imágenes de choque, orquestadas por nuestro querido pero a la vez odiado, Zhang Yimuo, responsable de la puesta en escena de tan gigantesco circo fascista. En plan de sorna y de sana joda entre panas, afirmábamos al unísono: así sí vale la pena trabajar para el estado, así sí vale la pena escribir un anexo de la Historia universal del encargo, así sí vale la pena seguirle los pasos al Big Brother. No como en Venezuela a las órdenes de la Villa del cine.

A propósito, resulta obvia la comparación con la Olimpíada de Leny, con el gigantismo de la escuela fascista, y con la simetría del constructivismo soviético, a la usanza de Sergui Einsentein. Nuestras memorias audiovisuales rememoraban los planos de “Triunfo de la Voluntad”, “ Iván el Terrible” y “El Último Emperador”, a la hora de descubrir el simulacro faraónico en curso, sin olvidar las últimas contribuciones fílmicas del padre de la criatura, del autor de la parada: “Héroe”, “La Casa de las Dagas Voladoras” y “La Maldición de la Flor Dorada”, tres antecedentes directos de la obra colosal de Zhang Yimuo al servicio del gobierno Chino, para la inauguración de la Olimpíada.

De ahí la impronta del pasaje aéreo, medio onírico y cuasi fantástico a lo “Tigre y el Dragón”, durante el curioso encendido del pebetero, dejando tras de sí un kilométrico pergamino de bochornos y protestas en la marcha global de la antorcha del oprobio y la ignominia. La luz vencida por la sombra de la guerra, la violación de los derechos humanos y el holocausto social. Todo amparado por las banderas ondeantes a lo largo y ancho del nido Chino.  El hogar dulce hogar, el albergue y la madriguera de las aves de rapiña de la aldea global. Bienvenidos al reinado de los pájaros del mal agüero. Nuestros señores de la sombras disfrazados de palomitas de la paz en pleno auge del tecnocarnaval populista a escala universal. Otra batalla perdida por el humanismo. Es la victoria por paliza de la depravación y la injusticia en el medallero del poder. Ojalá, algún día, podamos pelearle el puesto de honor a la élite del genocidio.

Seguimos en la lucha, aunque suene ingenuo, romántico e idealista.  

1 Comentario

  1. …Qué te puedo decir, en esta sociedad de política de las disculpas. «No vamos a ir, a menos que liberen al Tibet», se convierte en, «a menos que conversen con el Dalai Lama», que a su vez se convierte en, «si cesan (los reportes) de abuso en el Tibet».
    Y al final van todos, de lo más felices y contentos. El mundo de la felicidad permanente, viva la ONU y el diálogo, al final todos salimos ganando.
    Menos los tibetanos, claro está, pero como ya no los vemos por tele…
    Un saludo.

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