panfletonegro

pa´ la playa con los culos (reflexiones sobre la masculinidad y la corrupción)

/home/depr002/panfletonegro.com/v/wp-content/themes/panfleto2019/images/random/depr_23.jpg

La Orchila

La historia de Venezuela está llena de anécdotas como estas. Suele ocurrir que en esta República de Venezuela, con o sin el pronombre “bolivariana”, los funcionarios utilizan los recursos públicos para financiar sus vidas privadas. No solo es que roban, es que utilizan las instalaciones del estado para sus fines. Hay dos mujeres: Blanca Ibáñez y Cecilia Matos, famosas por sus amantazgos con Presidentes y por utilizar “ciertos talentos” para aprobar los ascensos militares y las designaciones de ciertos funcionarios de la administración pública.

Al llegarme, como seguro a muchos de ustedes, estas fotos del hijo del Presidente utilizando los recursos del estado, incluyendo un helicóptero de la fuerza armada y las instalaciones oficiales de La Orchila, para regalarse un fin de semana playero en compañía de sus panas, pensé en escribir un artículo indignado, uno de esos textos donde uno reclama la utilización de los dineros públicos, el doble discurso oficial que condena a los ciudadanos que toman “güisqui del bueno” mientras en paralelo los funcionarios se dan la gran vida a costa de los ciudadanos, etc…

Pero no quiero hacerlo. No lo hago porque en este país si los políticos son corruptos es porque el país es corrupto, porque los ciudadanos lo hemos aceptado así. Duélale a quien le duela a los venezolanos nos encanta la filosofía de la corrupción, vivimos de acuerdo a ella y no me vengan con que no lo saben. ¡De bolas que lo saben! De bolas que lo sabemos y nos gusta. Los políticos así, que roban en nuestra cara y hasta se regodean en sus corruptelas, son los que obtienen mayores votos. Así que sirvan las fotos del hijo mayor del Presidente en La Orchila para hacer algunas reflexiones sobre la masculinidad y su relación con el sexo femenino en pleno siglo XXI.

También pensaba escribir un pequeño análisis sobre si estas imágenes constituyen una violación a la privacidad de la vida del joven princeso de Venezuela. Es decir, no se trata de condenar al hijo de un funcionario porque se va para la playa; todos lo hacemos, así que es derecho de quien sea, incluso del hijo del Presidente, irse a la playa, a la montaña o a donde se le de la real gana de hacerlo. Esto, por cierto, debería entenderlo el propio Presidente que a cada rato nos cae con una moralina en contra del placer y acusa a los depauperados miembros de la clase media de darse «la dolce vita» y de tomar mucho y demás güevonadas; de lo que se trata es de poner en evidencia el hipócrita discurso presidencial y la evidente corrupción al utilizar los medios del estado para algo privado y más aún, para un placer adolescente: Irse pa´ la playa con los culitos conquistados.

Que trata sobre la imposibilidad de los hombres pocos atractivos para conquistar mujeres y su necesidad de recurrir a la acumulación de riquezas o de poder para lograr el cometido sexual

Hubo un tiempo en que quise dejar de ser feo. Feo, de acuerdo a los cánones estéticos establecidos según los cuales cualquiera que no tenga chocolatitos, pelo liso y un ligero parecido con Johnny Depp es feo. Esos deseos quedaron en mi adolescencia. Pero a veces, lo admito, vuelven a mí en forma de fantasmas. “Complejos” se llama a esos fantasmas.

El regreso de los fantasmas de mi adolescencia surgen cuando escucho a alguien potencialmente más atractivo que yo diciendo la frasecita que puede definir a los sifrinos de mi generación. Me refiero a esa fatídica expresión de placer que dice: Me voy pa´ la playa con unos culos.

Sincerémonos. A pesar de discusiones como estas, las mujeres prefieren a un Brad Pittcito que a un tipo que se parece a Cartman de South Park. Esa es una verdad universal. Así que a nosotros, los feos, solos nos queda cultivar el intelecto, el sentido del humor, acumular poder o acumular riquezas si queremos triunfar en los intrincados caminos de la conquista; digo “conquista” porque el amor es otra vaina de la cual no se hablará en este texto.

Honestamente un tipo como yo (saludos Lacan, ¡I love you!) no se lleva a “unos culos pa´ la playa”, al menos esa no es la regla. Más bien, una tipa como esa saldrá con miles de Winstoncitos Vallenillas, Carlitos Haydoncitos, Reggaetoneritos, algunos Kelvim Escobarcitos y al llegar a los treinta años, cansadas de perder el tiempo, entonces sí, se buscan a un tipo como yo con el que se casan y tiene hijos y engordan y se endoñan hasta que se mueren. Ese es el ciclo natural de las cosas, la ley de la selva. Esa situación cambiaría si yo tuviese un yate, si yo tuviese el dinero suficiente para llevarme a los susodichos culos a una playa en Las Bahamas, si yo saliera en televisión en un papel en Somos Tu y Yo, si yo doblase en un grupo de reggaetón y me invitaran a doblar en Sábado Sensacional, si yo manejara una Explorer y tuviese una mansioncita con piscina en el country, si yo tuviese un helicóptero a mi disposición, o si mi apellido fuese Cisneros, Granier, o… ¡Chávez!

Que trata sobre las contradicciones del Hijo del Presidente y su insatisfacción injustificada. También trata sobre la ingratitud de los hombres atractivos

Ahora bien. Yo realmente no entiendo porque razón el hijo del Presidente tendría que recurrir a alguno de los artificios que usamos los feos para no quedarnos sin comida sexual. Véanlo bien:

Creo que al Hijo del Presidente se le puede calificar de atractivo. No es Brad Pitt, no es Tom Cruise, no es Chris Martin, no es Zac Epfron, pero tampoco es como Honorio Torrealba. El chamo no está mal. Seguramente si llega a una disco y dice que se llama Juan González también levanta y corona. Yo no imagino que este muchacho requiera de su apellido o de los privilegio del poder para controlar culitos. Y sin embargo, como para demostrar que las personas nunca están conformes con lo que son y que los complejos no son exclusivos de los tipos pocos agraciados físicamente o poco holgados económicamente o poseedores de una timidez patológica, aquí lo tienen al más que aceptable hijo del Presidente Chávez: Hugo Jr. utilizando la típica artimaña del pavito durante la danza de apareamiento; es decir, usando su apellido y el dinero de los venezolanos para poder controlar.

Casi puedo imaginar cuando le dijo a esta chica algo así como: “Vente mami. Tú sabes que yo soy el hijo del Presi, nadie nos va a hacer nada. ¿Dónde más vas a encontrar a alguien que, como yo, te pueda llevar a una isla que casi es privada?, ¿un jeque? ¡No lo creo nena! Yo soy el que te conviene. Así que vente, ahorita mismo, nos vamos en el helicóptero que tengo a mi disposición tú, unos panas ahí y yo y pasamos un fin de semana bien rico”.

También me gusta imaginarme que el Presidente llamó a su hijo y este le dijo: ”Cónchale papá, este fin de semana no puedo ir a ayudar a Diosdado con la campaña. Lo que pasa es que me voy pa´ la playa con sendos culos”.

El resto de las fotografías con algunas anotaciones de carácter atropológico


Mhmm. ¿Se imaginan que hay en la cabeza de los oficiales de nuestra gloriosa Fuerza Armada Bolivariana cuando los mandan a hacer cosas como estas? By the way… ¿Dónde está Clodosvaldo?


Esta foto no forma parte acto de corrupción alguno. Solo quería indicar que el Junior y yo compartimos el mismo amor por el Futbol.

Y creo que de todas las fotos esta es la más genial. Parece una foto conceptual. Recuerdo una vez que pasaban en televisión un programa sobre fotografías y un fotógrafo, no me acuerdo como se llamaba, que era entrevistado mostraba una foto en la que aparecían dos modelos: Una vestida como ángel era besada y poseída por otra vestida de diabla. La foto en cuestión se llamaba “Cuando los ángeles hacen el amor con la muerte”. Esta imagen bien podría llamarse “Cuando Bill Gates hizo el amor con Carlos Marx”.

Es que si un fotógrafo profesional hubiese tomado esta foto, no le habría quedado tan bien. ¡Es genial! Al fonfo vemos a Fidel, al Che y el otro creo que es Camilo Cienfuegos. Y al frente a los muchachitos víctimas del capitalismo salvaje, vestidos bien fashionistas, bien trendy, con camisas de Siemens, la nena con el topcito negro que deja ver su bien cuidado abdomen, el chico que posa como modelo inclinando la cabeza en una pose que seguramente copió de alguna campaña de Tommy Hilfiger…

Puro trabajo artístico, la madre del conceptualismo fotográfico. Esta foto merece ser exhibida en un museo.

John Manuel Silva.

Salir de la versión móvil